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Mundo Joven

Padecen jóvenes de doble vida

27 de enero de 2020

Esta alteración afecta en gran parte a los jóvenes: tienen amigos, experiencias y hasta orientación sexual distinta a la manifestada en casa.

La otra noche en Lindavista, en una de esas funerarias improvisadas que abundan en nuestras calles, me topé con Victoria en el velorio de un antiguo profesor. Estaba sola y me invitó un café mientras ella se fumaba un cigarrillo. La charla fue muy agradable, al principio, porque tras unos minutos todo cambió: entre murmullos me platicó de la mujer sargento, la de hombros de luchador, tupidas cejas negras, peluca de rubia oxigenada y una mirada ruda.

Y es que mientras manejaba sobre Calzada del Hueso, paró su auto porque vio a esta mujer parada en una esquina: “Estaba de espaldas, pero cuando se dio la vuelta, no podía creer lo que veía. Le llamé con el claxon y me estacioné. Despacio, ella se acercó al auto, vistiendo un top de cuero negro súper ajustado, una minifalda dorada unida por dos clips… y calzaba MIS tacones rojos. Entonces confirmé que era Guillermo, mi novio que se suponía estaba de viaje por Colombia. Él no tardó en gritarme: ‘¡No es lo que piensas! ¡Necesitaba este trabajo, el mío no deja mucho!’. Estallé en su contra: me bajé del auto, lo golpeé, lo pateé… Y sin importarle todo lo que estaba pasando, todavía se atrevió a decirme: ‘Pero descuida, ¡aún sigo siendo hombre!’.”

El anonimato se ha vuelto imposible. Corren tiempos difíciles en esta ciudad que hoy en día es un enorme escaparate; todos pueden vigilar tus movimientos, ya no sólo mediante rumores, también a través de la tecnología o, peor aún, se ha vuelto tan pequeña esta metrópoli que cualquiera puede toparse contigo y descubrir tu doble vida, en una situación no muy grata.

Y es que diariamente nos enteramos de historias como la de Guillermo. Ahí está el famoso caso del sacerdote católico Marcial Maciel de quien hace poco se descubrió que su vida no sólo era la fe, también lo eran una amante y una hija. Un ejemplo más fue el vivido por la polémica cantante Gloria Trevi, cuando se destapó a la luz pública su presunta participación en el delito de tratante de blancas en colaboración con su representante, Sergio Andrade. Casos menos polémicos son los que permite la comunidad virtual Second Life, que tiene registrados a más de 50 mil mexicanos en sus listas. Fuentes aseguran que más de la mayoría aprovechan el anonimato de la red y se convierten en lo que en su realidad no pueden ser.

Pero llevar una doble vida, aunque parezca algo sólo de los famosos o exclusivo de la red, afecta en gran parte a los jóvenes, ya que según expertos, somos nosotros quienes más tenemos amigos, experiencias y hasta orientación sexual distinta a la manifestada en casa.
Vale la pena señalar que esta enfermedad se debe a una alteración en nuestra personalidad, pues siempre recordar la información precisa para no contradecirnos, vivir inventando excusas y actuar de manera distinta, según la situación, son las consecuencias de una serie de dificultades vividas durante la infancia.

¿Libres de culpas?

Quizá uno de los detalles que más salta a la vista es el que los dueños de una doble vida no sienten culpa o angustia por sus actos, a excepción de que se vean amenazados y, sin duda, el presente no les ayuda mucho, pues hoy en día a causa de las nuevas tecnologías nunca tienen un segundo de paz; por ejemplo, uno de los grandes peligros para estas personas son las redes sociales.

Puede darse el caso de navegar por el Hi5 y toparnos con una fotografía donde un personaje besa alocadamente a un extrañ@ que además es quien dice amarnos mientras duerme justo a nuestro lado. Realmente, esto puede suceder, porque las estadísticas señalan que hay de 15 a 20 millones de mexicanos registrados en las redes sociales, lo que hace muy fácil saber quién engaña a quién y con quién.

No obstante, los expertos dicen la solución a este padecimiento se encuentra precisamente en el sentimiento de culpa, es por ello que a los chavos se les recomienda pensar en los otros, suponer que podría suceder si a quien engañamos se llegará a enterar de nuestra otra vida: ¿lo entendería?, ¿comprendería el porqué lo hicimos?, ¿rompería cualquier relación? Más aún, imaginemos que somos los engañados: ¿estaríamos dispuestos a escuchar o simplemente nos daríamos la vuelta?

Fuente/Autor: Víctor Adrián Espinosa

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