Tú conoces el corazón de los jóvenes
y cómo son asaltados por sus pasiones.
Hay que luchar para conservar inquebrantable nuestra fe,
ahora que tantos a nuestro alrededor son indiferentes.
Hay que luchar para conservar intacta nuestra pureza,
ahora que el mundo es una gigantesca organización del mal.
Hay que luchar para conservar vibrante nuestro entusiasmo,
ahora que los hombres están preocupados por los bienes materiales.
Para que nuestra fe se mantenga inquebrantable,
sé Tú nuestra defensa, ¡Oh Virgen María!
Para que el mal no tenga poder en nosotros
y para que no siembre de ruinas e incertidumbres nuestras almas,
sé Tú nuestra defensa, ¡oh Virgen María!
Para que afectos prematuros no dispersen nuestras fuerzas
y destruyan nuestro corazón,
sé nuestra defensa, ¡oh Virgen María!
Para que conservemos jóvenes e intactos nuestros entusiasmos,
Virgen María, ¡sé nuestra defensa!