. Vedla sonreída.
Ayer, en esta alcoba silenciosa,
Feliz soñaba el sueño de la vida;
¡Hoy goza de otra vida aún más dichosa!
Murió en la paz y ahora en dulce calma.
La ilumina el reflejo de otro mundo
que al morir se entreabrió para su alma.
Vivió en la tierra una existencia pura
Y ahora junto a ella el espíritu sorprende
la santa eternidad de otra hermosura.
Vio, al expirar, a su Jesús tan adorado,
y abrió los ojos al fulgor del cielo,
Y Él le dijo: El sacrificio ha terminado:
¡Ven! ¡Vámonos a casa! y tendió el vuelo.