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Editorial

Multitudinaria misa cierra la Jornada Mundial de la Juventud

27 de enero de 2020

¡Mil disculpas!
Desde ayer (domingo 21 de agosto) en la tarde hasta esta mañana (22 de agosto) no se pudo entrar a la Página Web por haberse agotado el espacio de tranferencia. Pedimos disculpa a nuestros Visitantes y trataremos de prevenir en futuro estos contratiempos.

Misa Final en Campo María
Con un llamado a centrarse en la Eucaristía, el Papa se despidió de los jóvenes.

Colonia, Alemania, 21 de agosto de 2005

La XX Jornada Mundial de la Juventud culminó esta mañana de domingo con la misa del Papa Benedicto XVI ante sus jóvenes en el Campo de María. El próximo encuentro será Sydney, en 2008.

“Queridos amigos, nuestra celebración llega a su fin y con ella la vigésima Jornada Mundial de la Juventud. ¡Gracias!”, dijo Benedicto XVI, y se despidió de los jóvenes en diferentes idiomas. “Queridos jóvenes de lengua española, habéis venido a adorar a Cristo y ahora que lo habéis encontrado, seguid adorándolo en vuestros corazones. Feliz retorno a vuestros países”, dijo el Papa, y por todo el campo se oyeron gritos de “¡Benedicto, Benedicto!”.

La última misa

Después de las muchas especulaciones que comenzaron un año antes del planeado evento, el Campo de María (Marienfeld) en Frechen, a las afueras de Colonia, fue el lugar elegido para que el Papa pudiera hablar, por primera vez en estas Jornadas, a sus jóvenes frente a frente. El Campo de María fue durante la Edad Media lugar de peregrinaje: las 250 hectáreas que componen el actual descampado han vuelto a ser, gracias a la vigésima Jornada Mundial de la Juventud, destino para cientos de miles de peregrinos.

El Papa abrió la misa agradeciendo la participación a “todos y cada uno” de los presentes. La mayoría de los jóvenes siguieron la liturgia con atención, con el libro de oraciones en las manos. Otros dormían sobre las improvisadas camas de la noche anterior, exhaustos tras tantos días de celebraciones. E incluso hubo quien aprovechó el momento para confesarse entre la multitud: un sacerdote atendía a diversos jóvenes que en fila, uno tras otro, le contaban al oído sus pecados, esperemos no cometidos durante estos días de convivencia católica.

Cánticos y lecturas de la Biblia en diversos idiomas acompañaron a las palabras de Benedicto XVI durante toda la misa. En su discurso, el Papa destacó la importancia de la Eucaristía como el acto que puede hacer cambiar el mundo. En la Eucaristía, el sufrimiento de Cristo se convierte en pan, y su sangre en vino. “Esa transformación de lo que desde fuera parece un acto violento, en una consagración del amor de Cristo, es lo que puede llevar a transformar la violencia del mundo en amor”, dijo Benedicto XVI.

Advertencia en español

A los jóvenes hispanohablantes, Benedicto XVI les advirtió de los peligrosos descarríos: “la espontaneidad de las nuevas congregaciones es muy importante, pero así mismo es importante conservar la comunidad con el Papa y los obispos, porque ellos son los que garantizan que no se busquen caminos particulares, sino los de la gran familia fundada por Dios y los apóstoles”, dijo el Papa en español.

Se pasó la colecta, cuyo dinero será destinado a cubrir los gastos de las Jornadas, a apoyar a los jóvenes cristianos en Tierra Santa y a las víctimas de tsunami de la pasada Navidad. Y tras la consagración, la Eucaristía y nuevos discursos y cánticos, Benedicto XVI cerró el acto agradeciendo a todos el esfuerzo, y recordando que aún queda un “Sydney 2008”.

Así lo vivieron ellos

En el Campo de Marían han pasado la noche. “Lo peor ha sido el frío, este sitio es muy húmedo, por el río”, comentaban a DW (agencia alemana) Gyannina y Gabriela, dos chicas de origen Chileno que durmieron sobre los plásticos improvisados sobre el suelo mojado de Marienfeld. “Pero aún así, ha sido muy bonito. Estamos muy contentas. Hubiéramos esperado un poquito más de solidaridad, porque cada uno guardaba su sitio y no te podías pasar ni un centímetro. Pero ha sido muy emocionante”, relataron.

Con un “mar de luz”, en el que cada peregrino sostuvo al aire una vela encendida, acabó la vigilia de Benedicto XVI la noche del sábado, para que hoy domingo reinase en la atmósfera la espiritualidad que requería el evento.

“Cuando uno ve todo esto, se siente orgulloso de pertenecer a la Iglesia católica, porque esta es una Iglesia que hace algo por sus jóvenes, porque nosotros somos el futuro de la Iglesia”, dijo Fátima, de Paraguay, agregando “un día nos quedamos sin comer, pero no importa. Un día sin comer lo sobrevive cualquiera”.

Lo que más importaba a los jóvenes hoy era el mensaje del Papa que habían venido a recibir. “Me han parecido unas palabras muy lindas. Me pareció muy adecuado lo que dijo el Papa, porque despierta los corazones de los cristianos. En un mundo como el actual, lleno de guerras, de falta de moralidad, creo que el Papa habló directamente a la conciencia cristiana. Estoy muy contenta por la sabiduría y la gran cultura que transmite el nuevo Papa”, dijo Belén, una joven Argentina

Y así se pone el punto y final a estos cuatro días de fiesta católica. Los jóvenes se van felices, por lo general, pero “cansados”, como confiesan los chilenos Natalia y Alejandro, quien resumió así su experiencia: “Estamos muy contentos con la acogida que se nos ha dado. La gente aquí se ha comportado increíblemente con nosotros y los alemanes pueden estar orgullosos”.

Fuente/Autor: Agencias

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