“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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Editorial

Las manos en Semana Santa

27 de enero de 2020

Hay tantas formas de mirar lo que celebramos estos días… Hay palabras que siguen llegándonos hoy con intensidad. Hay gestos que impresionan por su significado. Hay silencios clamorosos. Hay lugares que sobrecogen. Hay personajes. Hay miradas que aprenden de lo que ven.

Miremos, esta vez, a las manos, que tanto expresan estos días. Manos que reparten el pan. Manos que detienen y golpean. Manos que acogen. Manos que se lavan para negar la infamia. Manos que no pueden resistirse. Manos que empuñan el látigo. Manos que trenzan coronas de espinas. Manos clavadas a un madero. ¿Y mis manos?

1. Manos Fecundas

“Mientra cenaban, Jesús tomó pan , pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a los discípulos…” (Mt 26,26)

Son las manos que toman el pan, para bendecidlo, partirlo y compartirlo. Toman lo que es importante para hacerlo llegar a quien lo necesita. Las manos que trabajan y que cuidan, que protegen y acarician, que abrazan y sanan. Las manos que escriben y producen.

Las que se alzan para protestar contra lo injusto. Manos de artista, de artesano, de campesino, de médico, de obrero, de madre, de trabajador, de amigo. Manos de quien echa una mano, para ayudar a cargar con las cruces, para aliviar las cargas, para acunar los rostros golpeados.

¿Cuándo, o en qué, son “mis manos” fecundas?

2. Manos Indiferentes

“Viendo Pilato que no conseguía nada, sino que el alboroto iba en aumento, tomó agua y se lavó las manos ante el pueblo, diciendo: ‹‹No me hago responsable de esta muerte. ¡Allá vosotros!››” (Mt 27,24)

Las de quien se desentiende. Se lavan. Se cierran. Se protegen para no gastarse, para no implicarse, para no saber. Manos de cristal, de porcelana, de arena, eternamente inmaculadas por no haber vivido nada, o incapaces de aferrar algo.

Manos que nunca han tocado la tierra, el barro, la carne ajena. Manos incapaces de sentir, de romperse, de gastarse un poco. Manos lavadas en agua pero regadas en sangre invisible. Manos que abofetean al inocente, o que rasgan hipócritamente las propias vestiduras, escandalizadas por una verdad que asusta. Las manos frías. Las manos verdaderamente muertas.

¿Cuándo, o en qué, son “mis manos” indiferentes?

3. Manos Traspasadas

“Después lo crucificaron, y se repartieron sus vestidos, echándolos a suertes a ver qué se llevaba cada uno” (Mc 15,24)

Por clavos, por cansancios. Las manos que se alzan al cielo en súplica muda. Las que buscan algo con lo que saciar el hambre de los hijos. Las que ya no tienen fuerzas para sostener nada. Las que se aprietan, desesperadas, en gesto de impotencia.

Manos que tratan de ocultar los sollozos cuando no se puede más. Manos heridas, llagadas, atravesadas por clavos invisibles. Manos esposadas con cadenas de odio, de exclusión, de rechazo. Manos que golpean, con desesperación, puertas cerradas. Manos muy abiertas, esperando ser acogidas. Manos ya inertes de pura derrota.

¿Cuándo, o en qué, están “mis manos” traspasadas?

Fuente/Autor: Pastorla SJ

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