“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

GOETHE
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INTERIORIzACIÓN
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Mundo Joven

La felicidad, carnalito, la felicidad

27 de enero de 2020

Ya te dije por qué Daniel, imagínate si pudiéramos lograrlo, podríamos hacer lo que quisiéramos o por lo menos escapar de mi tío y sus abusos, estoy harto de que nos explote a su antojo. Sólo piensa en lo que nos espera, juntaríamos hartos dólares para comprar lo que quisiéramos, ese celular que te encanta, ¿recuerdas? El de la pantalla grandota que tiene feis y guats, y deja eso podrías ver a tu papá.
–Yo ni conozco a mi papá y no creo que quiera saber de mí. Desde que mamá murió en la fábrica se olvidó que tiene hijo.
–Pero no sabes qué fue lo que le dijeron Daniel, a lo mejor tu abuelita lo engañó para que no te quisiera llevar con él, pero cuando te vea todo será distinto. Yo la mera verdad ya no aguanto a mi tío, ¿qué dices? ¿Nos la jugamos?
–Está bien, que la Virgencita nos cuide, Julián.
–Yo ya hablé con don Chente, dice que él nos pasa y ve todo lo que he ahorrado –Julián tomó con sus manos llenas de mugre los gruesos rollos de billetes de veinte y cincuenta.
–¿Cuánto habrá ahí, Julián?
–Lo suficiente para los dos.
Los infantes salieron de su vecindad en punto de las tres de la mañana, esquivaron a un perro que por poco los delata y tropezaron con Sebas, el necio borracho de la esquina.
–¿A dónde van canijos? Los vo’ acusar –huyeron más asustados que sigilosos entre las penumbras del barrio.
Llegaron al camión donde Vicente, el pollero, los esperaba.
–Ahí está don Vicente, Daniel.
–Tengo miedo…
–Agarra bien tu mochila que se te va a caer, ¿traes agua?
–Sí.
–Buenas don Chente… Ya llegamos.
–Shhhh, no grites que te van a oír. Buenas, escuincles, pásenle a su limusina, ya sólo faltaban ustedes dos. ¿Traes la lana, mijo?
–Sí, aquí está.
Treparon como pudieron y encontraron a 13 niños más.
–¿Ves, Daniel? Somos muchos los que tenemos este sueño.
Don Vicente arrancó el camión a las 4:35am.
Julián observó con la escasa luz las miradas de los demás soñadores, imaginándose la aventura que les aguardaba llena de “abundancia” y “tranquilidad”. Un chico que estaba a su lado, cuyo rostro tenía un aspecto muy cansado le preguntó: ¿Tú por qué te subiste al camión? ¿Qué quieres encontrar allá en el otro lado? Julián miró un rato hacia arriba y con una sonrisa murmuró: –Pus la felicidad, carnalito, la felicidad.
Por desgracia, no llegaron a su destino, el pollero huyó al percatarse de que una patrulla lo había descubierto, dejando abandonado en el desierto el camión lleno de niños. Pasaron días y el oxígeno se iba extinguiendo de a poco en la cabina, mientras el calor los dormía lentamente.
–Julián, ¿será que ya vayamos a llegar? Ya llevamos mucho tiempo parados, ¿no?
–Sí, Daniel, tú duérmete y verás que llegaremos más pronto.
Días más tarde, el camión fue hallado en un barranco y los pequeños soñadores al borde de la deshidratación fueron rescatados de su sueño americano.

Fuente/Autor: CYNTHIA E. ALARCÓN MÚGICA

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