“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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Editorial

El sueño de Dios, mi sueño

27 de enero de 2020

Editorial dedicado a los JSF, que están participando en el Preseminario.

Tu parecía que venías y no acababas de llegar.

Sufría la nostalgia de oír con nitidez tu sueño,
tu querer concreto en este momento de mi vida.

Tu luz había llegado y en momentos determinados me parecía ver claro.
Ahora necesitaba más nitidez en la concreción de tu sueño.

Estaba anegada en un llanto, que era a la vez súplica amorosa y confiada.

Así pasó la mañana no sin hacer un esfuerzo por ser hermana para la hermana,
olvidando mi propio dolor.

Por la tarde , y envuelta en el canga para que el fresco de la tarde no estorbase mi oración , me senté en una roca colocada en esos rincones de la finca donde mimetizada con la naturaleza sientes a Dios porque en él somos, nos movemos y existimos. A través de las ramas de los árboles agitadas por el viento en un suave balanceo, podía disfrutar de los trozos de cielo azul que con alguna nubecilla blanca aparecían ante mis ojos.

Traté de hacer silencio de todo lo que no eres tu para poder experimentar tu presencia viva y distinguir tu voz en lo más profundo de mi ser donde tú habitas.

Interioricé lo que había oído en la charla:

El sueño de Dios: Que todos tengan vida.

Que todos puedan vivir su misma vida ya, aquí, ahora.

Y en ese silencio donde no hay más ruido que un anhelo vivísimo de ti
dejé que aflorara mi pregunta:

¿Cómo hacer realidad ,yo, ese sueño de Dios?

En la respuesta me estaba jugando mi vida toda, todo mi existir,, toda mi razón de ser.

La claridad iba llegando y la respuesta se iba tejiendo desde la rueca de mi deseo con las manos delicadas y amorosas de tu fulguroso querer, Dios mío.

El testimonio de tu vida habitada, plena, como manantial que no se agota y sacia la sed de quien busca y se acerca a beber. Esa es la respuesta.

Lo que yo quiero es tu vida, dejaste claro, que des vida, la VIDA que yo te doy a ti. No te puedes quedar con ella. Que todos conozcan mi vida para que vivan en plenitud. No quiero de ti otra actividad o tarea. A través de lo que hagas da vida, da mi vida, para eso te la he dado yo a ti.

Se hizo calma en torno a mi. Todo mi cuerpo rebosó de paz. La expresión de mi rostro relajada, el semblante dulce y alegre Estaba descansada, contenta, tranquila… La serenidad se hizo dueña de mi ser, la calma y la paz me inundaron. ¡Qué tranquilidad Dios mío!
Al fin la senda estaba trazada. Sabía por donde ir.

Ya está. Es anunciar tu evangelio, no otra actividad.

¿Dónde? ¿Cómo? El camino se irá haciendo, El me lo irá mostrando.
Es lo mismo que hizo Jesús. No otra cosa.

Gracias Señor por esta vocación maravillosa a que me has llamado.
Gracias porque me has dado tu vida. Gracias porque me llamas a darla.

Señor, que mi vida ayude a descubrir que Tú eres la VIDA y
con ella se vive en plenitud de gozo aún en el sufrimiento y el dolor.

Fuente/Autor: EGT

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