“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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¡De genio!

27 de enero de 2020

Cierto muchacho tenía muy mal carácter. Un día su padre le dijo que cada vez que perdiera la calma, clavara un clavo en la cerca de atrás de la casa. El primer día el muchacho insertó 37 clavos en la cerca.

Poco a poco fue calmándose, porque descubrió que era mucho más fácil controlar su carácter que clavar los clavos en la cerca. Finalmente, llego el día cuando el muchacho no perdió la calma para nada, y se lo dijo a su padre. Entonces el papá le sugirió que por cada día que controlara su carácter sacara un clavo de la cerca.

Los días pasaron y el joven pudo finalmente decirle a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca, entonces el papá llevó de la mano a su hijo a la cerca de atrás, y le dijo:

Mira, hijo, has hecho bien, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron en la cerca, nunca podrá ser la misma de antes, cuando dices o haces cosas con coraje, dejas una cicatriz como los agujeros en la cerca. Es como meterle un clavito a alguien, aunque lo vuelvas a sacar la herida ya quedó hecha. No importa cuántas veces pidas disculpas, la herida esta ahí. Una herida verbal puede ser igual o más grave que una herida física.

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