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Mundo Joven

Cuando el compromiso se aproxima: el matrimonio

27 de enero de 2020

Al tiempo en que uno va creciendo, van cambiando también los temas de conversación.

Primero se trata solamente de un intercambio de balbuceos, después se habla sobre el juguete de moda o sobre el último descubrimiento que han hecho ‘los grandes’, hermanos o amigos un poco mayores que nos ilustran con su sabiduría.

Después llega la adolescencia con sus desenfrenos, sus idealismos, el cambio de voz, el aumento de estatura y la presencia del sexo opuesto, que se ha vuelto muy interesante.

Luego la juventud, la universidad, el primer trabajo, a partir de entonces, surge en las reuniones el tema del matrimonio.

Así, uno se entera que a Lupita le han dado anillo, que aquellos novios eternos de la carrera hoy vuelan a la luna de miel, que los compañeros de juegos infantiles ahora lo son de sus propios hijos.

Todo habla de iglesias, salones de fiesta, vestidos de novia o anillos de compromiso.

Si uno no tiene pareja, una catarata de citas con gente de todo tipo le cae de pronto: “es buena gente”, “te va a encantar”, “sé que son tal para cual”, amigos, familiares y conocidos, le presentan una gran variedad de ofertas.

Pero si acaso ya tiene novia, entonces el acoso aumenta: “¿para cuándo se casan?… ejem, perdón, ustedes vivan su noviazgo, y que no los presionen”, “acaban de abrir una joyería, hay unos anillos increíbles… digo, por si te interesa”.

Eso sin contar con las competencias entre la cantidad de fiestas de despedida de solteros, “mi hija ya lleva 15 y va por las 20”, o por joyas, “precioso tu anillo… es un poco más chico que el mío, pero como quiera está hermoso”, o el número de invitados.

La influencia de la sociedad
Este torrente de opiniones y comentarios pueden desvirtuar el concepto del matrimonio para convertirlo en un evento social, lo que sucede en todos los niveles socioeconómicos, en los altos como en los bajos, donde muchas parejas amancebadas por años no se han casado porque ‘no pueden pagar la fiesta’.

Nos toca vivir un mundo en el que se crean corrientes que nos pueden arrastrar si no tenemos bases firmes, nos desenvolvemos en un ambiente capaz de llevarnos al abandono de nuestros valores, al grado que muchas parejas se casan sólo porque “ya les toca”.

Es triste ver amigos o conocidos que una vez se juraron amor y fidelidad hasta la muerte y ahora se encuentran separados porque “se acabó el amor” o“nunca lo hubo”.

Las causas del divorcio son diversas y deben ser tratadas más bien por expertos, sin embargo, tener una buena preparación viviendo un noviazgo adecuado puede ayudar a prevenir futuros desequilibrios, y sobre todo a preparar esa comunidad especial de amor llamada matrimonio.

La relación de los novios es activada normalmente por la atracción física de uno o los dos miembros de la pareja, a partir de entonces, debe prevalecer la firme convicción de entregarse completamente para dar la felicidad al otro, lo cual se llevará a cabo en un proceso que durará toda la vida.

Pero no basta con tener nobles sentimientos e idealizar una relación, pues al caer en la realidad pueden venir tremendas desilusiones, es necesario tomar en cuenta otros elementos que ayuden a fundamentar una relación fuerte, basada en la propia donación libre, fruto de un conocimiento verdadero.

Los más importantes que han dado buenos resultados en matrimonios sólidos y duraderos son:

Comunicación
Es la base para el conocimiento mutuo, sin el cual no puede florecer el amor verdadero, implica muchos ratos de conversación hablando de diversos temas, desde lo trivial hasta lo más profundo, desde los gustos hasta las ideas que dan sentido a la propia vida.

Es muy importante tener momentos para estar solos en los que se platique la jornada diaria, se aclaren los malentendidos, se intercambien opiniones sobre acontecimientos de mayor o menor importancia.

Cada uno debe saber escuchar a su pareja para hacer propias sus inquietudes, éxitos, problemas y alegrías.

Este proceso implica sinceridad y apertura para mostrarse cada quien tal cual es, provocando en el otro una auténtica aceptación de sus cualidades y defectos, o bien un rechazo que lleva a una ruptura.

Tal separación puede ser dolorosa, pero ocurrirá en un momento en el que es más fácil reconstruir la propia situación y encontrar una nueva pareja.

Compartir ideales y valores
Todo ser humano necesita explicaciones filosóficas o religiosas que den sentido a su vida y, en el mejor de los casos, lo lleven a actuar de una manera ordenada hacia la meta que persigue.

Cuando la pareja comparte esos ideales tiene un punto de unión mucho más profundo que el de la simple atracción física o psicológica, de ahí la importancia de una boda religiosa, en la que los consortes encuentran respaldado su amor por lo más sagrado que tienen: su relación con Dios, en lo individual y como pareja.

Este tipo de unión es realmente más profundo cuando se realiza con una buena preparación previa, en la que se comprenda el sentido de la ceremonia, para evitar convertirla en un evento meramente cultural o social.

De su identificación y vivencia de valores dependerá la futura educación de los hijos.

Conviviencia
Las palabras muchas veces no son suficientes para conocer a una persona, es recomendable saber cuáles son sus reacciones en diferentes circunstancias como eventos sociales, reuniones familiares, presiones por trabajo o estudio, momentos de dificultad.

Es necesario descubrir las cosas que le alegran, las que le animan, sus gustos personales.

Nada puede sustituir la convivencia, además, cada experiencia compartida es un nuevo vínculo de unión. O como alguna vez escuché, es una moneda que se guarda en la caja de ahorro para cuando vengan tiempos de prueba que amenacen la relación.

Entonces se utiliza ese ahorro para hacer juntos muchas actividades como: practicar algún deporte, asistir a bailes, espectáculos, convivencias, hacer alguna labor de ayuda social; emprender algún proyecto, en fin, todo aquello que, ubicado dentro de un marco de respeto mutuo, los ayude a crecer como pareja.

Escuchar
Los comentarios de quienes ya han pasado por lo mismo o han tenido contacto con muchas otras parejas y, por tanto, tienen una opinión valiosa que dar.

Esto puede realizarse de manera espontánea, platicando con familiares, amigos o hablando con algún orientador que tenga ascendiente sobre ambos.

Esta actitud puede ayudar a tomar las cosas, tanto las buenas como las malas, en una justa dimensión, por ejemplo, un problema puede parecer menos grave cuando se da uno cuenta que es más común de lo que pensaba.

Una decisión de dos
Recuerdo a una amiga, que después de un largo noviazgo se preguntaba si su novio era realmente el hombre de su vida, y encontró la respuesta cuando alguien le preguntó: ¿Estás dispuesta a amanecer el resto de tu vida con él al lado? Parece algo simple, pero tiene implicaciones serias, para muchos puede ser fácil tomar la decisión de la boda, pero no la del matrimonio; es decir, puede entusiasmarnos el hecho de casarnos, por lo que supone la ceremonia, la luna de miel, el iniciar una nueva etapa, etc. pero pasar por alto que se trata de un compromiso que cambia la dirección de nuestra vida, y nos compromete con el otro para siempre.

¿Están listos? Nadie más que ustedes puede saberlo.

Autor Andrés Jiménez Lobeira
http://www.masalto.com/familia/template_familiaarticulo.phtml?consecutivo=6103&subsecc=6&cat=24&subcat=60&subj=333&pais=

Fuente/Autor: Andrés Jiménez Lobeira

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