Preguntó un gran señor a ciertos mendigos a qué hora del día es bueno comer:
Uno dijo: Señor, a las diez.
Otro dijo: A las once, y otro que a las doce.
Y el más anciano le dijo:
Señor, la perfecta hora de comer es: para el rico cuando tiene ganas y para el pobre cuanto tiene qué.