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Mundo Joven

Ver la tele o el excesivo desuso del cerebro

27 de enero de 2020

Que estamos en una sociedad polarizada y que las televisoras no aportan nada nuevo, ya se ha dicho… pero ¿qué papel juegan las pantallas políticas?

Es de por sí ya muy trillado el tema de que el manejo de las televisoras hacia la mente de las personas va enfocado a hacerlas olvidarse de la situación social que atraviesa el país.
Los partidos de futbol o las telenovelas no son meras coincidencias en la programación televisiva, y no sólo las hace olvidarse de la situación real, si no que también les plantea y les inyecta al interior de sus mentes una nueva situación y perspectiva de lo poco que conocen, les da una nueva ideología de vida, les introduce un nuevo lenguaje, construye alrededor de ellos un mundo maravilloso y alcanzable.

Muy pocas veces nos ponemos a pensar que de no ser por estos programas el país sería muy distinto, cualquiera que fuera el presente sin televisión chatarra, sería absolutamente distinto, con esto quiero exaltar el impacto que la televisión produce.

Excesivo desuso del cerebro
Aquí algunos ejemplos de lo que produce el excesivo desuso del cerebro o mejor dicho el pasar más de cinco horas diarias frente a ese aparato.

Atrofia nuestra imaginación
La televisión ya nos entrega una imagen en formación o completamente desarrollada, por lo tanto no necesitamos imaginarla.

Empobrece la capacidad del razonamiento abstracto.
La televisión destruye el análisis, inactiva y atrofia la capacidad de abstracción para la comprensión de los problemas, empobrece el pensamiento crítico dificultando la redacción y la comprensión en la lectura.

Atenta contra el libre albedrío y la identidad
El tele adicto renuncia al esfuerzo, a la acción persistente y tenaz, a la investigación; en definitiva, a ser cultor de su propio pensar y actuar.

La televisión al ser el medio que tiene la más grande influencia sobre la opinión pública, debe estar estrictamente regulada por el poder político, no sólo por el contenido de los programas que ahí se presentan (que por demás están saturados de violencia, sexo, atentados contra la moral y los valores de la familia que tanto defienden la iglesia y los gobiernos, pero que sin embargo no prohíben o vetan) si no por los programas que es necesario ahí se presenten.

Programas de “análisis político”, por ejemplo (no creo que tomar posturas subjetivas y olvidarse de la crítica constructiva pueda llamarse análisis), de comunicación social (por decirles de una forma educada) como La oreja y por supuesto los “veraces y objetivos” noticiarios (ya me cansé de usar paréntesis y comillas) que heroicamente se encargan de transmitir los hechos sociales sin coartar en ningún momento la información.

La utilidad de las pantallas políticas
Cuando un suceso político importante se ve opacado adrede por otro suceso no necesariamente político, irrelevante pero de mayor difusión, estamos hablando de una pantalla política.

Esta pantalla evita ver de manera clara la información, dejando huecos que son rellenados por los comentarios inocentes de críticos o locutores que gente importante, también de manera inocente, les piden decir “al aire”; cuyo único fin es lograr en la opinión pública una perspectiva idéntica a la suya.

La utilidad de las pantallas políticas es no causar revuelo en las mentes letárgicas de la gran mayoría de gente que ve la tele, pues se cree que ese hecho a nadie afecta, el problema es que si afecta a alguien de la esfera política, inevitablemente nos afecta a todos.

No podemos dejar pasar que en un país donde la democracia y la madurez política son aún proyectos en construcción, las pantallas políticas no son del todo aburridas.
A quien no le dio algo de qué hablar el chupacabras o la muerte de Valentín Elizalde o la triste historia del clan Trevi-Andrade que rayan tanto en lo trivial que no dejan de causar polémica o risas y que sirven a los gobernantes para ellos a su vez tener en qué entretenerse y hacer de las suyas sin que nadie los moleste.

En lo que no me he puesto a pensar es que quizás la gente prefiere oír sólo la parte de la información que no les causa conflictos con los demás ni con ellos mismos, o que sea fácil de digerir. Y en los casos más extremos les hará olvidarse de su realidad para ver todo bonito a sabiendas que no es así y que los hundirá más en su triste realidad.

Fuente/Autor: Jorge

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