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Mundo Joven

Son mujeres el 40% de maras

27 de enero de 2020

El informe muestra que el sexo femenino pesa en las bandas centroamericanas.

Guatemala, Guatemala

Alrededor de 40 por ciento de los miembros de las pandillas juveniles en El Salvador, Guatemala y Honduras son mujeres, según un estudio difundido el martes que advierte el fracaso de los Gobiernos en la lucha contra esos grupos empleados como mano de obra del narcotráfico y el crimen organizado.

La participación de las mujeres en las maras, como son llamadas las pandillas en la región, alcanza niveles importantes y su posición en ellas es subalterna, afirmó la Embajadora de Suecia en Guatemala, Ewa Werner.

El informe, “Maras y Pandillas, Comunidad y Policía en Centroamérica”, está basado en 3 mil 402 entrevistas a “mareros” en libertad y prisión, ex pandilleros, familiares, vecinos, policías, comerciantes y víctimas.

En Guatemala existen maras compuestas sólo por mujeres, según 19 por ciento de las pandilleras entrevistadas.

Las políticas de prevención deberían tener en cuenta las necesidades particulares de estas jóvenes, aconseja la investigación que estuvo a cargo de la consultora Demoscopia, con el auspicio del Banco Centroamericano de Integración Económica y la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

El trabajo ilustra cómo en El Salvador, Guatemala, y Honduras las maras son instrumentos de las mafias y revela el papel cómplice de la Policía, cuyos bajos salarios se complementan con sobornos de los pandilleros.

Las políticas predominantemente represivas implementadas hasta ahora en América Central no son una solución al problema, declaró Werner, quien privilegió los programas de prevención y rehabilitación, junto con medidas de apoyo comunitario.

El Presidente socialdemócrata de Guatemala, Álvaro Colom, afirmó el miércoles pasado que no indultará a los condenados a muerte, restableciendo así la pena capital que estaba en suspenso desde 2000.

El escenario más crítico lo presenta Guatemala, donde casi 70 por ciento de los entrevistados se declaró insatisfecho con la Policía: 48 por ciento dijo que no actúa para controlar la actuación de las pandillas en los barrios y 50 por ciento declaró que los agentes son cómplices y proveen de armas a las maras.

En Guatemala, donde 51 por ciento de sus 13 millones de habitantes viven bajo la línea de pobreza, existen altos niveles de violencia y un frágil sistema de justicia.

El estudio sugiere medidas concretas como aumentar los salarios y formación de los policías y mejorar su relación con la comunidad.

Los investigadores también concluyeron que la tolerancia hacia los pandilleros en las prisiones puede ser un factor que agrava el problema.

“(Las cárceles) están superpobladas, con altos niveles de violencia y sirven como escuelas de criminalidad en las que la estructura de las maras se consolida”, observó Werner.

Testimonios de los pandilleros hicieron referencia a los fondos que los “mareros” en libertad proporcionan a los detenidos, quienes tienen acceso así a drogas, teléfonos celulares y armas de fuego.

“La relación entre las maras y las redes del narcotráfico se está intensificando de forma rápida, constante y está en crecimiento como consecuencia de la retirada del Estado y de la corrupción política, económica y social”, advirtió el estudio.

En los últimos cuatro años, las maras han desarrollado una organización militar y empresarial, agregó.

Una de las formas más comunes de financiación de las pandillas es el cobro de servicios de protección e impuestos a vecinos y comerciantes, afirma el informe.

En lo que va del año han sido asesinados al menos 10 chóferes de autobús por negarse a pagar sobornos a los pandilleros y cientos de personas se han visto obligadas a abandonar sus barrios y cerrar sus negocios ante las amenazas.

Ante el peligro de ser identificados fácilmente por las autoridades, los mareros entrevistados afirmaron que existe una tendencia a abandonar sus símbolos de identidad, en particular los tatuajes, que son uno de los elementos más visibles del estilo de las pandillas.

La directora adjunta del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Chisa Mikami, dijo que se necesitan propuestas viables para una atención integral del fenómeno, ya que la juventud busca en las maras un sentido de pertenencia ante los vacíos dejados por el Estado y la falta de oportunidades.

“Al hablar de pandillas hablamos de juventud y del futuro de nuestros países”, afirmó.

Los mareros, según Werner, también son jóvenes normales, que pasan el tiempo como el resto de su generación, tienen trabajo y contribuyen a la economía familiar. Son jóvenes primero y pandilleros después.

Fuente/Autor: IPS

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