“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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Familia

Un mensaje para los padres

27 de enero de 2020

“Padres, no exijan demasiado a sus hijos” (Col. 3, 21) .

Nunca estas palabras de Santiago han tenido tanto significado como en el momento histórico que muchas familias viven hoy.
El ideal sería que los padres y las madres nos esforzáramos por brindar a nuestros hijos las condiciones favorables para su desarrollo integral, empezando por crear un hogar estable en el que puedan crecer seguros y felices. ¿Qué está ocurriendo hoy? Por diversas razones cada vez son más los hijos que están creciendo en familias desintegradas, en las que aún estando papá y mamá no les brindan un hogar lleno de amor y de paz; sino por el contrario, cada día son testigos de gritos, pleitos y de las más desagradables escenas.
Otros crecen en familias incompletas donde falta el padre o la madre.
Dios bendiga a quienes aún a costa de mucho sacrificio consagran la vida a sacar adelante a sus hijos.
En todos esos casos a quienes se les pide mayor comprensión y madurez es a los hijos. Ellos deben entender y perdonar al adulto que los abandonó; superar la soledad y luchar por salir adelante con el que todavía está a su lado o aceptar al que llega para llenar el lugar que quedó vacío. Ellos deben ser maduros para no interferir en las relaciones amorosas de su padre o de su madre y superar la rivalidad con sus medios hermanos, esforzándose por llegar a aceptar y amar a su nueva familia.
Esto que escribo no es una teoría, son casos que conozco muy de cerca pues me ha tocado vivirlos en mi propia familia, por eso, porque he sufrido y sobre todo porque he hecho sufrir a otros me atrevo a decir: no es justo que los adultos pidamos a los niños y adolescentes ser más maduros que nosotros, más comprensivos que nosotros, que sufran porque no hemos actuado como deberíamos actuar.
Es hora de hacer un alto y reflexionar, pues las decisiones que los adultos tomamos tendrán consecuencias que en la mayor parte de veces las sufrirán los niños quienes no siempre logran salir de todo eso sin las heridas de abusos sexuales, alcoholismo, drogadicción, rebeldía, depresión y toda clase de desequilibrios. ¡Sólo con la ayuda de Dios y de las buenas personas que todavía hay en el mundo, podrán superarlos!

La Clave
Este es el punto clave, aquí está la actitud fundamental para cambiar la historia de nuestras familias.
¿Vamos a continuar haciendo nuestros propios planes? ¿Estamos dispuestos a conocer y obedecer el plan de Dios?
No estoy diciendo que todos los planes que el ser humano haga sobre la familia sean malos, sólo digo que Dios tiene un plan mejor.
En condiciones normales deberíamos buscar el bien mayor, pero muchas veces la ignorancia, la inmadurez, las malas experiencias nos llevan a cerrarnos en nuestras ideas y por estar aferrados a nuestros propios criterios, no abrazamos con alegría el plan de Dios.

Fuente/Autor: http://www.espiga.org.sv

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