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Trazos de la vida de Marisol: laica scalabriniana

27 de enero de 2020

Su nombre era María Isabel Macias Castro, pero ella se hacía llamar Marisol, identificándose con el apellido Castro, el nombre de su hermana que murió de leucemia después de la operación en la cual Marisol le había donado parte de su medula.

Nació en Nuevo Laredo en el 16 de Julio del 1972. Vivió una niñez difícil, afectada por la pobreza y la lucha diaria para sobrevivir. Marisol era muy reservada sobre su vida privada y su familia, pero de vez en cuando platicaba de su beba, la hija de 12 años y de su baby, el hijo que estudia en USA. Abandonada por el papá de sus hijos después que Marisol perdió una pierna en un accidente, suplantada por una prótesis, reconstruyó su vida desde cero. Siempre fue una luchadora por sus hijos, su familia, su trabajo y en los últimos años, como laica scalabriniana, por “mis queridos migrantes” como ella los llamaba.

Era editora del diario Ultima Hora, especializada en gráfica, publicidad y redes sociales; era una trabajadora incansables, siempre online, un punto de referencia permanente como la definió un laico scalabriniano.
Gracias al contacto que tuvo con la Casa del Migrante de Nuevo Laredo por algunos servicios gráficos, comenzó un profundo camino de sensibilización y concientización acompañada en particular por un voluntario y laico Scalabriniano, que actualmente es seminarista scalabriniano. Su conversión y compromiso con los migrantes pasó en breve tiempo de la indiferencia y prejuicio típico de una parte del pueblo local, a una profunda toma de conciencia de la dramática realidad humana y social que viven los miles de migrantes que cruzan o son deportaros por esa frontera. Iluminada por la vida y los escritos del Beato Juan Bautista Scalabrini (leyó con pasión y encanto todos los libros y artículos que se les proporcionaba) que amaba y admiraba como el modelo a imitar y actualizar en su vida de neo-cristiana scalabriniana. En su cuenta Skype se presentaba junto a una fotos de su compromiso como laica Scalabriniana ( 1 junio 2009), con una frase del Beato Scalabrini que resumía su nuevo proyecto de vida: “Hay que hacer el bien, todo el bien posible, y hacerlo de la mejor manera posible”.

No obstante el horario extendido de trabajo de lunes a sábado, Marisol adelantaba el trabajo editorial para estar fielmente presente en la Casa del Migrante para entrevistar a los migrantes. A cada uno le recomendaba con sencillez y cariño maternal: “tienes que portarte bien aquí porque esta es una casa de Dios”, palabras profundas que nacían de su experiencia personal de encuentro con Cristo Migrante.
El fin de semana en que murió el evangelio hablaba de Juan el Bautista, mártir decapitado por anunciar la verdad y la justicia.

El día miércoles 21 de septiembre al salir de su trabajo fue secuestrada. Nadie sabía de ella, su celular y radio sonaba y nadie contestaba. Horas de terror y temor se iba gestando en el corazón de sus familiares y amigos, el signo de presencia en su Skype, Yahoo!, Hotmail…. tristemente ya no se prendía más, algo muy grave seguramente había pasado. El sábado 24, tres días después, el cuerpo de Marisol apareció decapitado y semidesnudo arrojado en el monumento a la entrada principal de la ciudad de Nuevo Laredo. Un teclado, un DVD y un letrero con una nota al lado que decía con sarcasmo inhumano que había sido asesinada por sus publicaciones en un sitio de redes sociales.

Una telaraña de noticias contradictorias y dudosas acompañó las primeras horas de esa mañana. Varios pasando por esa avenida traficada, habían visto lo que parecía un hecho in-describible e imposible de suceder entre humanos, pero no podían ni querían denunciar. Se tuvo que esperar varias horas hasta que un oficial del gobierno de Tamaulipas, hiciera el reconocimiento oficial de lo que ya a todo el mundo, no solo en esa ciudad, había sido estremecido y consternado.

La noticia del asesinato de Marisol, rebotó inmediatamente por varios medios escritos, radio y noticieros en varios países. Las denuncias y condenas de ONG´S internacionales inmediatamente levantaron la voz. La congregación de los Misioneros Scalabrinianos y el Movimiento Laico Scalabriniano en el cual Marisol era muy conocida y estimada siguen dolidos y triste. El asombrante numero de mensajes de varias partes del mundo scalabriniano fue una reacción profética y esperanzadora, de que la muerte de una de sus hijas y hermanas no será vana y seguramente ha dejado plantado la semilla de justicia y de verdad, que nos compromete a cuidarla, hacerla crecer y madurar en nuestra vida y vocación de misioneros-as scalabrinianos.

Fuente/Autor: Padre Francisco Pellizzari, cs

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