Hola, soy Ramona Martín Rodríguez, soy la cuarta de diez hermanos y pertenezco a una familia sencilla de la ciudad de Tepatitlan, Jalisco. Hace unos años conocí a la Congregación de los Misioneros Scalabrinianos, gracias a la invitación de una amiga que había sido voluntaria, participé en la semana de preparación al voluntariado junto con otros jóvenes, en la zafra en Tamazula, Jalisco. Ahí cada año llegan varios migrantes de los estados de Guerrero, Oaxaca e Hidalgo para trabajar en el corte de la caña de azúcar.
Un trabajo muy duro y mal pagado que ofrece a estas familias la posibilidad de sobrevivir unos meses, y regresar el año siguiente para vivir la misma rutina y la misma explotación. Me impactó mucho esa experiencia, en lo que se refiere a trabajar duramente con ellos entre tizne y calor, las actividades que organizábamos en la tarde con los niños y las mujeres que quedaban en el campamento.
Eran los días de la semana Santa, y por primera vez pude vivir encarnándome en el misterio de la Pasión y Muerte de Jesús, de una manera real y radical. Las celebraciones que teníamos en la noche me marcaban, daban el sentido a todos los esfuerzos y sufrimientos del día.
Terminada esta etapa regresé a mi casa muy cuestionada y motivada para seguir preparándome y comenzar el voluntariado.
En Casa del Migrante en Tijuana
La casa del migrante de Tijuana fue mi casa durante todo un año. Después de un primer momento de ubicación y de conocimiento de esta nueva realidad y de los compañeros con los cuales iba a compartir esta experiencia, me sentí enseguida parte de una gran familia en la cual cada noche podía contar con muchos hermanos nuevos que llegaban para pedir ser ¨cobijados¨ y apoyados en su largo caminar.
Poco a poco fui conociendo esa realidad que era para mí más que familiar: mi papá y mis hermanos son migrantes y están en USA trabajando para nosotros su familia. La paradoja es que había vivido desde niña las consecuencias de este fenómeno y nunca me había percatado del drama y de los sufrimientos que encuentran estos hermanos en su caminar; nunca había pensado que todo esto era causado por una profunda injusticia social que condena a millones de personas a salir de su propia tierra para poder vivir dignamente.
Comencé entonces a descubrir mis propias raíces y a entender cuanto me amaban mi papá y mis hermanos. Terminado el año de servicio regresé a mi casa con la intención de continuar mi vida como los demás jóvenes de mi pueblo. Pero me di cuenta en seguida que algo había cambiado en mi, ya no era la misma de antes, ahora mi corazón se había dilatado y no se podía llenar solo haciendo algo para mi, necesitaba seguir alimentándolo, realizandolo con acciones para los demás, así como lo había hecho durante el año pasado.
En Casa del Migrante de Tecún Umán.
Mi nueva destinación fue la casa del migrante en Tecún Umán, en la frontera entre Guatemala y México. Ahí pude tocar con la mano la realidad de la pobreza y la miseria en la cual viven estos pueblos, la migración para ellos no es una oportunidad para progresar y tener una vida más digna, sino la única salida para poder vivir y hacer vivir a sus familias como personas humanas. Fue una experiencia muy dura, pero muy importante y significativa en mi proceso de maduración y respuesta a lo que estaba buscando en mi vida.
Nuevas misiones
Esta nueva experiencia de servicio no pudo acabar con mi inquietud, así que pedí poder continuar con mi camino de búsqueda y poder acompañar a tantos de esos hermanos que había conocido y servido en los años pasados.
Mi nueva misión también esta vez fue la frontera norte de México, solo que ahora en la casa del migrante de Nuevo Laredo, Tamaulipas. Aquí los Misioneros Scalabrinianos han movido sus tiendas, siguiendo el flujo migratorio que en estos últimos tiempos ha encontrado en esta ciudad fronteriza un importante lugar de cruce. Muchos migrantes, en su mayoría centroamericanos, siguen esta ruta del tren carguero y se sirven de este como medio gratuito pero peligroso y fatal para algunos, para llegar a las orillas del río Bravo y de ahí brincarse al otro lado.
Nueva etapa de mi vida
Aquí estoy viviendo esta nueva etapa de mi vida, contenta de seguir sirviendo y madurando en varios aspectos de mi persona. Entre los varios retos que me propuse en este año es seguir mis estudios, así que comencé la preparatoria para poder prepararme para el futuro que Dios tiene pensado para mi y que se está trazando en estos años… nunca hubiera pensado, hace 4 años que me encontrara en esta realidad y con tanta riqueza en mi persona.
Les dejo estos chispazos de mi vida, y espero que en la brevedad de estas palabras relatadas hayan logrado hacerles vivir la alegría y el entusiasmo que inunda mi vida de joven que un día decidió decir SI al llamado que Dios nos hace.