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Tapachula: entrevista a P. Flor María Rigoni, cs

27 de enero de 2020


Tapachula: entrevista a P. Flor María Rigoni, cs

Desde 1998, el Padre Flor colabora con el ACNUR en la atención de solicitantes de asilo y refugiados que llegan a la frontera sur de México viajando dentro de los movimientos migratorios desde Centroamérica hacia el norte.

El Padre Flor María Rigoni nació en 1944 en Italia. Ingresó a la congregación de los misioneros de Scalabrini a los 11 años. Estudió la maestría en Filosofía y Teología en la Universidad Gregoriana de Roma.
Trabajó tres años en el puerto de Génova y como electricista en los barcos de carga. Vivió 10 años en Alemania entre migrantes italianos y en 1985 llegó a la ciudad de Tijuana, en la frontera norte de México, donde fundó la primera Casa del Migrante Scalabrini. Cuatro años más tarde fundó la Casa del Migrante en Ciudad Juárez, también en México. Trabajó por cuatro en África, colaborando con el ACNUR en Mozambique y Angola.
En 1998 llegó a la ciudad de Tapachula, Chiapas, en la frontera sur de México, donde abrió la tercera Casa del Migrante Scalabrini, conocida como el “Albergue Belén”, que dirige desde entonces brindando alojamiento a migrantes, solicitantes de asilo y refugiados.

Recibió el Premio de Hombre del año 2006 por la defensa de los Derechos humanos y el premio Quetzalcoatl en 2009. Desde 1998, el Padre Flor colabora con el ACNUR en la atención de solicitantes de asilo y refugiados que llegan a la frontera sur de México viajando dentro de los movimientos migratorios desde Centroamérica hacia el norte.

Reconociendo el vínculo entre la protección internacional a refugiados y la fe y la religión, ACNUR conversó con el Padre Flor María Rigoni quien nos comparte sus reflexiones sobre su trabajo a favor de las personas refugiadas y cómo la fe es un enlace entre culturas y lugar de reconciliación y esperanza.

P. ¿Cuál es origen del trabajo de la Casa del Migrante Scalabrini?

Somos un grupo de misioneros católicos que nace en 1887 en el auge de la migración italiana hacia Estados Unidos y Brasil y hemos hecho nuestro el principio de que el migrante en general nos interpela como ciudadanos de la humanidad y creyentes. Se trata de la Congregación de los Misioneros de Scalabrini.

En esta óptica cae todo tipo de fronteras, desde la cultural, étnica, lingüística y religiosa. La Casa del Migrante Scalabrini, A.C., ubicada en Tapachula, en la frontera sur de México, parte en su servicio a los refugiados desde una visión religiosa sustentada por la historia desde sus inicios.

P. ¿Cómo fue su acercamiento al trabajo con refugiados en Tapachula?

Como Director de esta Institución desde 1998 y habiendo regresado de África, donde había estado en campamentos de refugiados y donde la religión tenía un impacto importante como identidad personal y comunitaria, después de la pertenencia a la tribu, vi cómo mi misión podía continuar en esta frontera sur, colaborando con el ACNUR.

P. ¿Qué diferencia el trabajo de atención a refugiados visto desde la fe?

Siempre a lo largo de nuestra historia nuestro principio fue de dar al migrante, desplazado, deportado o refugiado una atención holística, es decir en su cuerpo, su psicología, su cultura y su fe, como relación profunda de muchas personas con un Alguien que nos rebasa, nos interpela y nos cuida.

El segundo principio que nos motiva y pertenece a nuestra visión es la respuesta que la dimensión de fe en todas sus expresiones de religión institucionalizada o a nivel de animismo o simple espiritualidad puede dar a la persona y especificadamente al refugiado, cuando todas las puertas parecen cerrarse. En otras palabras, cuando las leyes, la burocracia, la corrupción o la discriminación por parte de quienes contactan al refugiado o el clima de racismo, que a veces rodea al refugiado extranjero, levantan un muro que puede llevar a la frustración, la dimensión de fe abre siempre un vislumbre más allá de todo muro.

Concretamente en los largos tiempos de espera para que el trámite de aceptación de la condición de refugiado sea otorgado, es en la fe que generamos la paciencia, la confianza de una intervención motivada por la fe de que aquel Alguien superior nos saque adelante.

P. ¿Su trabajo con refugiados y migrantes tiene un enfoque interreligioso? ¿Cuál es la relación con otras religiones?

En nuestra Casa del Migrante por la importancia y al mismo tiempo por la intimidad que conlleva todo credo religioso no pedimos a nuestros huéspedes su confesión religiosa. Acogimos y acompañamos, por meses a veces, a personas de religión distinta, con la que se va abriendo un diálogo y construyendo un grupo donde conviven elementos que en la vida cotidiana han sido motivo de choque, guerra, discriminación u odio.

P. ¿Cuáles son algunas de las situaciones que más frecuentemente encuentran en su trato con las personas refugiadas?

La situación de vulnerabilidad y necesidad, junto con la angustia sobre el resultado del proceso de solicitud de asilo, los miedos que siempre se acompañan al refugiado, en unos casos los remordimientos que te quitan el sueño, porque varios de ellos, dependiendo de la causa de su persecución, sienten que han traicionado con su salida a cuantos han quedado en su tierra, es un terreno donde la fe puede sanar muchas heridas.

P. ¿Cómo es su relación y acercamiento desde la fe hacia el fenómeno de la migración forzada? ¿Cuál ha sido su experiencia?

Cada semana se ofrecen pláticas sobre valores, cuales la justicia, la honestidad, el respeto de la mujer y de los niños, así como la dignidad de toda persona independientemente del color de su piel, de su cultura, de su procedencia o de su credo. Somos personas llamadas a realizar en este momento de la historia que nos ha tocado, una misión, que tan solo el individuo puede llevar a cabo. Escuchar y vivir por un momento una dimensión de fe distinta a la que estoy acostumbrado y que considero absoluta y radical, abre horizontes a veces muy cerrados y empiezan a abrirse a la posibilidad que la verdad que yo anuncio no sea la única o la que responda a toda pregunta.

En estos encuentros claramente se descubren valores comunes que habían sido ignorados. Sobre todo con los musulmanes mi esfuerzo de aprender un poco el árabe, para leer juntos el Corán, ha abierto puertas increíbles de diálogo y de colaboración.

Un ejemplo concreto: tuvimos unos años atrás cuatro solicitantes de asilo procedentes de Bangla Dash, todos musulmanes y muy fieles a su credo religioso. Durante el tiempo del Ramadán yo presté mi casa para que pudiesen levantarse en la noche, preparar los alimentos, hacer la oración establecida y cumplir así con un mandamiento importante para el Islam. Más tarde el coordinador de este grupo se ofreció como voluntario en todo evento de la pequeña iglesia que aquí tenemos, se multiplicaron los encuentros y diálogos y cuando recibieron su estatus de refugiados quedamos en contacto por un cierto tiempo.

P. Además del alojamiento a solicitantes de asilo, ¿qué otras situaciones ha podido analizar desde la perspectiva de la fe en la protección de las personas refugiadas?

Además a través de la fe se construyen redes sociales de apoyo y de solidaridad, como en el caso de encontrar una vivienda digna y barata para cuantos están esperando el reconocimiento de su solicitud de asilo o una vez reconocidos como refugiados piensan establecerse en esta ciudad. A través de la comunidad religiosa que frecuenta nuestra iglesia se han podido ofrecer puestos de trabajo, ropa, visitas médicas especialistas o recolectar fondos para un transporte. Es aquí que la fe entra en la vida cotidiana y se conjuga con el ser humano en su dimensión, repito, holística.

Hay unas pequeñas comunidades en nuestra ciudad que no son católicas y sin embargo cada mes traen despensa o ropa o pequeños donativos para que se repartan entre los huéspedes: son comunidades que saben cómo no hacemos distinciones entre personas y de este modo podría añadir que el encuentro, como pasa en nuestra institución, entre migrantes y refugiados de distintas fes, se vuelve una cita para construir la paz, aceptarnos como personas históricas distintas, pero llamadas a dejar una huella de solidaridad a lo largo de nuestro camino.

http://www.acnur.org/t3/index.php?id=825&tx_t3blog_pi1[blogList][showUid]=56&tx_t3blog_pi1[blogList][year]=2013&tx_t3blog_pi1[blogList][month]=07&tx_t3blog_pi1[blogList][day]=26&cHash=ca0dfa42c967df9319f03396ad3d35fe

Miércoles 31 de Julio de 2013 13:58

Fuente/Autor: Escrito por www.acnur.org

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