“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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SIN AMOR, NO HAY SACRIFICIO

27 de enero de 2020

¿Quién puede hablar de amor sino ha sentido dolor? Esta frase que resalta en algunas canciones, y que la Madre Teresa resumía en “Si te duele, es amor.” Se sabe que cada vez que establecemos una relación de amor, hay una parte de sufrimiento, una parte de dolor, y Mecano en una de sus canciones decía: “Amar es el comienzo de la palabra amargura.”

Hemos comenzado el tiempo de Cuaresma en el que por 40 días nos preparamos a la Celebración Litúrgica más grande del Calendario Litúrgico y sobre todo la Celebración más grande de nuestra religión: El Sacrificio de Jesús por nuestros pecados que lo llevó a ofrendar su vida como consecuencia de su opción preferencial por hacer el bien y cambiar la visión que se tenía de Dios. Jesús fue llevando su vida de tal forma que llegó hasta el momento cumbre de dar su vida y se mantuvo congruente en su opción y en su decisión.

TIEMPO DE PREPARACIÓN

Decíamos que la Cuaresma es un tiempo especial de preparación para la Semana Santa, y con gusto uno puede ver que muchos grupos juveniles y movimientos se preparan para ir a misiones y llevar un mensaje evangelizador. Además hacen el “sacrificio” de ir a lugares bastante pobres para llevar una palabra de esperanza; pero también llevan medicinas, ropa, comida, etc.

Otros preparan durante la Cuaresma eventos como Pascua Juvenil o Pascua Universitaria, que les permite hacer una vivencia de los Días Santos para jóvenes o para universitarios que los pone en un contexto de hacer una experiencia de Dios profunda que les permita motivarse y seguir durante el año llevando un Mensaje de Salvación a los que los rodean.

Esta preparación repito tiene una finalidad, no se hace solamente por hacerla, sino que se busca al final de la Cuaresma hacer una vivencia profunda de Dios.

TIEMPO DE PENITENCIA

La Cuaresma es también un tiempo de Penitencia, es decir, implica una cierta renuncia y un sacrificio a las cosas que más nos gustan a veces pero que al mismo tiempo nos impiden responder al llamado de Dios.

Por ejemplo, hay veces que tenemos una debilidad por la televisión, a veces ésta nos impide hacer otras actividades. Cuando en la Cuaresma decidimos dedicar menos tiempo a la televisión, la idea es que ese tiempo lo dediquemos a actividades que contribuyan a la edificación de nuestro espíritu.

Lo ideal será que las actividades que decidimos implementar en la Cuaresma nos ayuden a fomentar nuestra vida interior y nuestra vida espiritual, y que nos sirvan para seguir adelante.

Porque cuántas veces “ofrecemos” en la Cuaresma cosas que nos ayudan más para nuestra estética, como por ejemplo quienes dejan de comer pan y tortillas para bajar de peso, y que a lo mejor es un sacrificio muy grande; pero que muchas veces esto no contribuye a crecer como personas.

Habrá que dedicar durante la Cuaresma un tiempo especial para la Penitencia, para la Oración y para la Caridad que nos permiten llegar a la Celebración de la Pascua bien preparados espiritualmente y poder disfrutar de esta Fiesta de Liberación y Resurrección. La Penitencia también nos lleva a reconocer que muchas veces fallamos en nuestra vida cristiana, nos dejamos llevar por nuestros caprichos y por nuestras inclinaciones y hacemos de lado la Vida Cristiana y lo que esto implica.

TODOS SACRIFICAMOS ALGO PARA ALCANZAR LO QUE PRETENDEMOS

Había un anuncio en el que la Golfista Lorena Ochoa que es un orgullo para los mexicanos y tapatíos por haber alcanzado la meta que se propuso de ser la número uno. En este comercial ella decía: “¿A qué sabe el triunfo? A hoy no puedo ir a la fiesta porque tengo que entrenar, a no puedo comprometerme en este momento con nadie porque quiero quedarme a entrenar.”

Nosotros cuando queremos alcanzar nuestros sueños e ideales, tenemos que darnos cuenta que algo tenemos que sacrificar, es decir que necesitamos dar un extra en nuestro proceso de alcanzar nuestros ideales.

Este sacrificio cuesta. Y muchas veces hay que decirlo con claridad no queremos hacerlo. En nuestra Iglesia tenemos el problema que cuando invitamos para participar de algún grupo o movimiento, y se enteran que esta actividad conlleva una preparación, parece que en ese momento se interpone una barrera y la gente tiende a rechazar la idea. ¿Por qué? Porque esto cuesta, implica un sacrificio.

Cuando las personas quieren recibir un sacramento o van a participar en alguno, y necesitan ir a pláticas, en ese momento las personas en su mayoría rechazan la propuesta porque implica un sacrificio y este sacrificio cuesta.

Y ni hablar de los jóvenes y las jóvenes que están buscando en su vida cómo responder a Dios porque sienten una inquietud vocacional, y que muchos de ellos claudican en el intento porque saben que implica un sacrificio y que esto implicará tiempo, esfuerzo, y en muchos casos renunciar a lo que uno está acostumbrado.

EL PROBLEMA DE VER LA RENUNCIA COMO ALGO NEGATIVO

Una de las situaciones que enfrentamos cuando hablamos de sacrificio, de penitencia o de renuncia en la Iglesia, es que hemos aprendido que son algo “negativo.” Y este verlos como algo negativo origina un cierto rechazo porque pensamos que implica necesariamente “dejar algo.”

Una vez platicaba con una familia que me decía con la mayor sinceridad del mundo que la dificultad para que la hija pudiera realizar su vocación a la vida religiosa era que la familia tenía mucho miedo de “perder” a esta hija para siempre, y que renunciar a ella era “no volverla a ver.”

Claro que con esta concepción de renuncia, es muy difícil para las personas dejar que la hija se realice, porque este “temor” de perderla les impide reconocer que la realización de la hija está de por medio.

Y cuando platicamos con algunos Jóvenes Sin Fronteras, nos damos cuenta que una de sus dificultades para entregarse de lleno al proceso de discernimiento es el temor a tener que “renunciar” a muchas cosas, y por otra parte, l poca disponibilidad para sacrificar.

EL SACRIFICIO CUANDO ES POR AMOR CUESTA MENOS

El secreto en esta situación del sacrificio está en el amor. Sí, queridos lectores, en el amor. Ya sé que pensarán que qué cursi suena este discurso; pero no estoy hablando simplemente del amor visto color de rosa, estoy hablando de este sentimiento que nos impulsa en la vida para alcanzar nuestras metas más grandes.

Cuando nos damos cuenta que el amor por lo que queremos alcanzar es el que nos empuja a seguir adelante entenderemos que el sacrificio que necesitamos hacer, llámese dedicar tiempo a la lectura espiritual, participar de encuentros vocacionales, seguir un proceso formal de discernimiento que implica muchas veces tiempo, esfuerzo, sacrificar horarios, actividades, dejar de lado muchas veces gustos personales, caprichos y otra serie de cosas.

El sacrificio cuando es por amor cuesta menos, no implica que no haya dolor, esfuerzo o dedicación sino que todo lo que ponemos para alcanzar nuestra meta lo ponemos en una perspectiva más grande en la que ya no enfocamos nuestra atención en lo que dejamos o en lo que cuesta, sino en lo que vamos a obtener al alcanzar nuestra meta.

UNA INVITACIÓN AL SACRIFICIO

Sin la intención de sonar como masoquista, la invitación en esta Cuaresma es al sacrificio, es decir, a dar lo mejor, a arriesgar para alcanzar nuestros ideales, nuestro Proyecto de Vida. Es a no detenernos a pensar en lo que dejamos sino en lo que podemos alcanzar cuando realizamos nuestro proyecto de vida.

Queridos JSF, ojalá que en esta Cuaresma puedan vivir esta dimensión del sacrificio, que hecho por amor, por amor a nuestra vida, por amor a Quién dio la vida por nosotros, nos va a costar menos, o nos ayudará a vivirlo con mayor entusiasmo, sabiendo que podemos alcanzar las metas que nos hemos propuesto.

Fuente/Autor: Padre Chan, cs

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