“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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¿Qué es la vocación?

27 de enero de 2020

Reflexión en preparación al Preseminario.

Si quisiéramos definir la vocación con dos imágenes para hacer de ellas unos símiles y cada uno se pueda identificar con el que le resulte más significativo, me serviría la imagen del Padre que sale al encuentro de su niño con su Amor y Alegría invitándole a llevarlo en sus brazos de Amor, pero a la vez respetando la libertad del hijo.

La segunda imagen sería la del águila acosando amorosamente a sus polluelos para llevarlos sobre sus amorosas alas. Como dice el Dt. 32,v 11-12 “como el águila incita a su nidada revoloteando sobre sus polluelos, así extendió sus alas, los tomó y los llevó sobre sus plumas”. Por supuesto la imagen del águila es la imagen de Dios: de un Dios lleno de Amor que ha dado la vida por el hombre, por todos y cada uno de nosotros. Y añado que Dios respeta la voluntad libre de lo que el hombre decide y hace en su vida.

Dios a lo largo de la historia se ha ido revelando de diversas maneras: a Moisés se le reveló como a una zarza ardiendo; al profeta Elías como una brisa suave… etc, etc…También al hombre de nuestro tiempo se le descubre, si es que entrega su capacidad de escucha para oír su voz o como un murmullo suave o con el estrépito del fuego. El toma la iniciativa y espera nuestra docilidad para escucharle. No obstante cuando en el interior de la persona existe el ruido, el caos, es muy difícil escuchar la voz del Señor; mas como él sigue en ese acoso, apenas el hombre silencia un poco su ser, empieza por parte de Dios lo que la Escritura define como la Seducción. La persona cada vez percibe más la voz del Señor y, cuando no hay prejuicios hechos, la Luz y el Amor se van abriendo paso en la persona. Es verdad que en este momento hay mucho ateísmo en el corazón del hombre, mas también es cierto que siempre hubo hombres endurecidos en el error. Baste recordar entre otros, el profesor filosofo García Morente, el prodigioso pianista Hermann Cohén, el discípulo aventajado de Liszt, la filosofa Edith Stein. Todos ellos personas sin fe, que se dieron de bruces con El. Que cuando se encontraron ante el Dios Vivo que se hizo presente a todos ellos no pudieron quedar indiferentes, sin ningún compromiso. Al contrario, se trasforman en testigos, ya que habían llegado a la Seducción que nos narra el profeta Jeremías: “Me sedujiste Señor y me deje seducir”.

Desde este momento empieza una identificación del hombre, con su Señor, Cristo Jesús: sufro en mi carne los dolores de Cristo. El llamado a la vez se trasforma en salvación para sus hermanos e implora con Cristo la Gracia para sus hermanos los hombres. El ha sido atraído al Amor de Cristo y a la vez sabe que eso debe redundar hacia los demás.

Nuestro deseo es que el que lea este pequeño artículo si “escucha la voz del Señor no endurezca su corazón” (Salmo, 94)

Fuente/Autor: Carmelitas Descalzas de Cádiz

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