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PROYECTO DE VIDA – PROYECTO DE DIOS

27 de enero de 2020

Una de las afirmaciones que más me han causado emoción en la vida, ha sido la de entender que mi vida es un proyecto de Dios. Y quizá ha sido por que mi vida no la he llevado del todo como si fuera proyectada por Dios, ni tampoco porque creo que siendo proyecto de Dios, Él me tenga predestinado un plan para cumplir, sino que creo que mi vida va cumpliendo un proyecto de Dios que se confirma y reafirma con las opciones que he hecho.

LA VOLUNTAD DE DIOS ANTE TODO

Creer que mi vida es un proyecto de Dios, antepone la voluntad de Dios sobre la mía. Y preguntarse sobre la voluntad de Dios, nos lleva a pensar en el fin para el cual hemos sido creados. Dios, en su infinito amor, ha pensado en cada uno de nosotros como una opción para llevar a cabo su plan de salvación y para que este plan de salvación alcance a todos los seres humanos.
Sin embargo, esta voluntad de Dios no se lleva a cabo de forma abstracta, sino que se concretiza en las acciones prácticas que cada uno de nosotros hacemos, para favorecer o desfavorecer la salvación de los otros, y obviamente la nuestra.
“Dios tiene un proyecto para cada ser humano, tiene un proyecto personal para ti y para mí.”1 Somos Proyecto de Dios. Mejor dicho, somos un proyecto personal de Dios. No somos solamente un proyecto socializado ni un producto social hecho en serie, sino que este proyecto de Dios es único e irrepetible. Está hecho por Dios para mí, y la finalidad de este proyecto es que yo lo lleve a cabo. Y este Proyecto, está hecho a imagen del Hijo.
Si partimos de esta afirmación, podemos mirar la Palabra de Dios desde otra perspectiva: mirar a cada persona de la Escritura como un Proyecto Personal que me invita a asumir mi propio Proyecto Personal y a hacerlo realidad en mi vida. Esto lo digo porque la Sagrada Escritura, me lleva a un encuentro personal con Jesucristo revelado a través del Evangelio y anunciado por los profetas, y este Jesús, imagen de Dios, me invita a seguirlo de una forma muy particular: hacer vida el Proyecto de Dios en mi vida.

¿CÓMO PUEDO DESCUBRIR ESTE PROYECTO?

A través del discernimiento de la Palabra de Dios. La Biblia nos invita no solamente a descubrir a Cristo, sino que al mismo tiempo nos invita a conformar nuestra persona a la Persona de Jesús y desde esta perspectiva, nosotros descubrimos que cada uno, al ser proyecto personal de Dios, nos encontramos unidos en una relación estrecha que se fundamenta en el mismo Dios en quien encontramos la razón de nuestras vidas.
Por supuesto que asumir esta afirmación de que mi vida es un Proyecto de Dios y al descubrir que este Dios me llama a ser protagonista no solamente de mi propia historia, sino de la Historia, entonces siento una gran responsabilidad: la de cooperar con Dios en un Plan más grande que mi propio proyecto: su Plan de Salvación. Claro que podrían suceder muchas cosas si yo no estuviera aquí, sin embargo, yo estoy aquí y soy parte de esta historia. Si yo no asumo este Proyecto de Dios, también es cierto que muchas cosas no sucederán.

EL SILENCIO, PARTE DE ESTE PROYECTO

Cuando hablamos de que Dios nos habla, asumimos que para que exista un diálogo liberador, es necesaria, de parte nuestra, la escucha. Sin embargo, hay que afirmar que vivimos, en un mundo esclavizado por el ruido. Y hacemos ruido porque el silencio nos asusta. El silencio, que no es la ausencia de ruido sino Presencia de Alguien, nos asusta. Por otra parte, “Lo Sagrado necesita un atrio y hay que pasarlo para poder llegar al santuario.”2 Este atrio es el silencio que podemos hacer como parte de nuestra vida. El silencio no solamente de los labios, no solamente externo, sino un silencio de corazón, un silencio de mente en el que hay que acallar todas las interrogantes para dar paso a la única Respuesta de nuestra vida.
Hay que estar muy atentos a otra “enfermedad” de nuestro tiempo: la impaciencia. Esta enfermedad moderna no nos deja muchas veces escuchar a Dios atentamente en el silencio, sino que nos lleva a la búsqueda de soluciones rápidas, de respuestas rápidas que no se conforman a la Voluntad de Dios. El Proyecto de Dios requiere que nos pongamos con un corazón escuchante, y entonces como Salomón, podamos discernir entre lo bueno y lo malo. (1Re 3: 9) Y requiere también paciencia para saber esperar el momento adecuado para escuchar a Dios.

RETIRARSE A UN LUGAR SOLITARIO

San Ignacio de Loyola recomendaba que fuera necesario retirarse de las actividades cotidianas para entrar en este Misterio de Dios. Y en la actualidad, las palabras de San Ignacio encuentran bastante eco cuando queremos descubrir el Proyecto de Dios para nuestra vida. Es necesario retirarnos a un lugar solitario para hablar con Dios.
Las cada vez más múltiples ocupaciones de cada día, los afanes, el teléfono celular, el Internet, la TV, las fiestas, los fines de semana de diversión, son a veces una tentación difícil de vencer, y al mismo tiempo son ocasiones para llenar nuestra cabeza y nuestro corazón con un “ruido” que nos impide escuchar la voz suave y firme de Dios. Estas “voces” se han convertido en los nuevos areópagos de nuestra misión, y en los cuales debemos trabajar para motivar a los jóvenes a pasar un tiempo a solas con Dios. Ellos y ellas sabrán que no están solos en esta búsqueda de Dios. Jesús mismo tomó muchos momentos de su vida para pasarlos a “solas” con Dios. Él sabía retirarse a lugares solitarios para entrar en contacto con su Padre, y en los Evangelios encontramos en muchas ocasiones que Jesús se retiraba. Y estos retiros que hacía eran tan profundos que muchas veces sus discípulos no sabían donde estaba.
Cuando los discípulos regresan de una misión, Jesús los lleva a un lugar solitario, no solamente para descansar, sino para hacer experiencia de Dios y en la soledad, descubrir el Misterio y la Presencia del único que daría sentido a sus vidas. Ciertamente, no quiero reducir la presencia de Dios solamente a los lugares apartados, puesto que Dios en su Majestad puede manifestarse donde quiere y cuando quiere; pero el retirarnos a un lugar solitario predispone nuestros corazones para el Encuentro con quien nos ha llamado desde el principio.

DEJARNOS “TOCAR” POR DIOS

“Tanto amó Dios al mundo que envió a su Único Hijo.” (Jn 3: 16)Es a veces imposible entender este amor de Dios, sobre todo cuando nos vemos en nuestras situaciones de pecado y de nuestras limitaciones. Sin embargo, ésta es la grandeza de Dios: es un Dios cercano a nuestra vida y a nuestra historia. Para Dios no pasamos desapercibidos como un grano de arroz en medio de una cazuela de paella. Desafortunadamente, a veces racionalizamos mucho este amor, sin dejarnos “tocar” por Dios y simplemente corresponder a su llamado de amor con amor.
En el discernimiento espiritual, no hay otra salida que dejarnos “tocar” por Dios. Esta es la única forma de distinguir lo bueno de lo malo. Es dejarnos conducir por Dios en el camino de la vida. Este Dios toca nuestras vidas no porque seamos mejores que otros, ni siquiera porque tenemos más capacidades que otros. La diferencia radica en nuestra respuesta, en nuestra capacidad para transformar nuestra vida a la Luz de Dios.
Cuando nos dejamos “tocar” por Dios, nuestra vida adquiere un nuevo sentido que se manifiesta en la forma de hacer el bien a los demás, y de ser capaces de transformar la historia, nuestra historia. Hoy en día es necesario contarles a los jóvenes una verdad trascendental: Estamos en el corazón de Dios, y lo único que hay que hacer es dejarnos amar por Él. Hay que abrirse al amor de Dios y corresponder a su amor.

EL PROYECTO SE ENCARNA EN TERRENO CONCRETO

Toda persona y todo lugar tienen una particularidad muy especial: son los lugares concretos donde se aterriza el proyecto. La escuela, la familia, la parroquia, la calle, el trabajo, entre otros muchos lugares, son terreno fértil donde se planta la semilla del proyecto. Nuestros padres, los maestros, los matrimonios, los familiares, amigos, sacerdotes, religiosos, religiosas, compañeros de escuela y trabajo, son entre muchos otros, personas concretas donde el proyecto de Dios se encarna y nos da luz para entender nuestro propio Proyecto.
Ángel Moreno sugiere la figura de María en la Visitación a Santa Isabel, como un modelo de alguien que fue capaz de escuchar la voz de Dios, asumir su Proyecto de Vida: ser la Madre de Dios, y “salir” de sí misma para hacer vida este proyecto. Cuando se hace esto, se es capaz de transformar la historia, y Maria fue capaz de transformar, no solamente su historia, sino la historia concreta. Y es que el proyecto de Dios se realiza en lo concreto del tiempo y el espacio, y en situaciones determinadas.
De esta forma Dios “entra” en nuestra historia. A lo largo de la Escritura podemos ver que Dios no irrumpe violentamente en la historia de la humanidad como ocurrió con otros dioses de algunas mitologías que fueron capaces de “cambiar” la historia por entrar en ella de forma abrupta. En la figura de María, Dios nos muestra que necesita de la mediación humana para que esta historia humana sea transformada con la ayuda de Dios por personas concretas que dieron una respuesta concreta en un momento de la historia concreto.
En la figura de Helí en su diálogo con Samuel, nos damos cuenta que también son necesarias las mediaciones humanas para descubrir que es la Voz de Dios la que resuena en la noche de nuestras vidas. Por ello es necesario buscar quien puede ayudarnos a clarificar el Proyecto de Dios en nuestra vida, pues de ello depende nuestra felicidad y realización.

(Footnotes)
1 Ángel Moreno de Buenafuente,
Eres Proyecto de Dios,
No. 10, Colección Buenafuente, (Madrid, España: Publicaciones Claretianas, 1998), 10.
2 Ángel Moreno,
Eres Proyecto… 12.

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Fuente/Autor: Padre Chan, cs

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