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Familia

Nochebuena: Fiesta familiar por excelencia

27 de enero de 2020

Tú que estás lejos, de tus amigos, de tu tierra y de tu hogar, ven a mi casa, que en nuestra mesa, para ti tengo un lugar…

Esta es una de tantas melodías de esas que nos recuerdan el imán tan poderoso que tiene la Navidad para atraer a los miembros de la familia.

Los estudiantes foráneos y los que trabajan lejos, regresan a sus hogares por más lejos que se encuentren. Incluso se recuerda vivamente a los que disfrutaron otras Navidades junto a nosotros y que ahora ya no están.

Los niños han esperado con ansia la llegada de ese gordito bonachón que es Santa Claus y los mayores también de alguna manera desean convivir y estrechar los lazos de afecto.

La mayoría de las personas se sensibiliza desde el comienzo del mes de diciembre, a través de las luces multicolores, los arreglos en las calles, los pinos y los nacimientos que invitan a reflexionar en lo hermoso de esta fiesta.

Hay familias en las que el dolor y el sufrimiento se presentan por diferentes causas: enfermedad de alguno de ellos, la muerte de un ser querido, el divorcio reciente de un matrimonio cuyos hijos son todavía pequeños y más.

Aun así, eso no quita la unión y el amor que se vive en este día tan especial.

Han existido casos de resentimiento entre hermanos o entre padres e hijos que en esta fecha de amor por excelencia se trata de olvidar y de perdonar.

También como producto de ese amor, los regalos hacen acto de presencia en todos lados, sin importar los esfuerzos que se han de hacer para conseguirlos. Nadie quiere que la Navidad pase como un día más.

En algunas casas se canta por la llegada de la Navidad, otros brindan y otros más simplemente conversan y se llenan de buenos deseos.

¿Es la Nochebuena en realidad -siempre y para todos- una fiesta familiar?

El lado un poco feo de esta celebración es comprobar que, en ocasiones, algunas personas aprovechan la fiesta para excederse, por ejemplo, con el alcohol.

Algunos convierten la celebración del día 25 en cuadros como el del papá crudo, al que le duele la cabeza por haber tomado más de la cuenta, y por lo tanto, no tiene cabeza ni humor para armarle el juguete al niño que se acostó temprano para esperar la llegada de Santa Claus.

O el caso de la mamá que se pone de mal humor porque los niños se levantaron temprano para abrir los regalos.

¿No será que a veces se toma la Navidad como pretexto para vivir una pachanga más?

Por suerte esto no es lo más común pues muchos padres de familia comparten con sus hijos la alegría de tener unos juguetes que quizá otros niños no poseen.

Esto sucede porque ellos sí le dan el sentido de convivencia familiar a esta celebración.

Los papás que disfrutan junto con sus hijos los juguetes recibidos, no olvidan que esta fiesta es principalmente para los niños.

Cualquier sacrificio lo hacen con gusto porque para ellos la familia es importante y porque con estas actividades navideñas se transmite a los hijos, algunos de los valores y tradiciones fundamentales que desean permanezcan.

Esta ocasión la aprovechan los papás para platicar con los hijos. Les explican que esa luz que se prendió por primera vez en el pesebre de Belén, sigue alumbrando el interior de cada persona que así lo desea, aun y cuando no sea época navideña.

Les dicen que todas esas luces hermosas que se ven por la ciudad, el pino, los arreglos y todo lo demás, no son más que un recordatorio del afecto que debiera existir entre todos los seres humanos.

Fuente/Autor: Ana Ma. C. de Cantú

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