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No me llames extranjero

27 de enero de 2020

No me llames extranjero, porque he visto la luz de un país lejano, ni tampoco porque la tierra de done vengo lleva otro nombre.

No me llames extranjero, porque otras entrañas me llevaron, ni porque los cuentos de mi infancia me mecieron en una lengua que desconoces.

No me llames extranjero, porque en el amor de una madre, todos recibimos la misma luz; en sus cantos y en sus besos, contra su pecho, ellas nos enseñan a todos por igual.

No me llames extranjero. ¡No pienses en mis orígenes! Más vale pensar en nuestro destino común, y mirar hacia donde nos llevan los tiempos.

No me llames extranjero, porque tu pan y tu fuego sacian mi hambre y mi frío, y porque tu techo me cobija.

No me llames extranjero; ¡tu trigo es como el mío y tu mano como la mía!, y el hambre, nunca vencida, va errante, cambiando siempre de víctimas.

Y tú me llamas extranjero, porque me ha llevado tu camino y porque nací en otro país; porque he conocido otros mares y me he embarcado en otros puertos.

Y sin embargo, son semejantes los pañuelos que se agitan para decirnos adiós, y semejantes también las retinas mojadas por las lágrimas de los que hemos dejado atrás. Semejantes las plegarias y el amor de quienes sueñan el día en que hemos de volver.

No me llames extranjero. Gritamos todos con la misma voz y compartimos el mismo cansancio, que arrastramos desde la noche de los tiempos, cuando no se habían inventados las fronteras, mucho antes que vinieran los que dividen y matan, los que venden nuestros sueños y que un día inventaron la palabra extranjero.

No me llames extranjero. Es una palabra triste, una palabra fría, que huele a exilio.

No me llames extranjero. Mira correr a tu hijo y al mío, las manos unidas, hasta el fin del camino…

No me llames extranjero, porque ellos no entienden nada de lenguas, ni de fronteras, ni de banderas. Míralos subir a los cielos: la misma paloma los lleva unidos en un mismo vuelo.

No me llames extranjero. Mírame profundamente en los ojos, más allá del odio, del egoísmo, del miedo, y verás que soy un hombre. No puedo ser extranjero.

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