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Naces con 9 años de historia

27 de enero de 2020

Sí, fuiste congelado hace 9 años. Eras simplemente un embrión probeta, conseguido gracias a las nuevas técnicas de reproducción artificial. Te metieron en un líquido especial, a unos 200 grados bajo cero. Había que decidir tu suerte, y tardaron un poco… Tus papás querían esperar un momento oportuno, el mejor momento para ellos. Como tú no podías decir nada, el tiempo iba pasando: meses, años…

Quizá algún médico, nervioso por el retraso, pensó que lo mejor sería destruirte. Quizá otro quería, de todos modos, darte una oportunidad, hacer un experimento contigo: a ver qué pasa después de tanto tiempo. Así serías una noticia importante en las revistas científicas. Tus papás aceptaron, y la noticia salió a la prensa: Ha nacido el primer niño que ha estado congelado, como embrión, 9 años. Y hasta sabemos tu nombre, Paul, y que tu madre tiene ahora 39 años. El resto, por ahora, queda en el anonimato.

Realmente, eres una persona importante: naces con una gran historia detrás de tus espaldas. Los científicos van a seguir los pasos de tu vida con gran interés. Habrá periodistas que querrán tu foto, para ver cómo se nace después de tanto tiempo en un congelador. Quizá cuando seas mayor, te gustaría haber sido un ciudadano normal, sin laboratorios, sin cámaras fotográficas, sin prensa. Pero otros han decidido la primera parte de tu historia. Ahora te toca a ti caminar, con ese misterioso pasado de nueve años.

Quizá algún día te digan, si alguien tiene valor, que hay otros muchos que tienen un inicio igual que el tuyo. Son concebidos en una probeta de laboratorio, y luego son congelados. Pero es posible que te digan que no todos tienen la suerte que tú: algunos morirán al ser descongelados. Otros serán olvidados por sus padres, y los laboratorios los destruirán o quizá los usarán para algún experimento. Tú, desde luego, te has librado.

Es posible que un día te pongas a pensar en tu historia, y veas que no ha sido hermoso el que otros hayan decidido tu destino, te hayan puesto en invernación forzada, y te hayan detenido 9 años, 9 interminables años, sometido a lo que ellos decidiesen. Ni te parecerá justo el que haya otros que, como tú, viven en una cámara de congelación, hasta que alguien tenga compasión de ellos. Ni, mucho menos (si tienes un profundo y limpio sentido de justicia), aceptarás el que destruyan a los embriones congelados que sobran, porque quienes los fabricaron han dejado de quererlos. Tu altruismo seguramente te llevará a defenderlos, a gritar por ellos, con un grito que viene de quien ha vivido una experiencia parecida a la que ellos tienen que soportar, sin sentir dolor, sí, pero no por ello de un modo justo.

Los niños normales nacen porque sus papás, por amor, les permiten caminar de acuerdo a lo que es el proceso natural de una vida. Son concebidos en el útero de la madre. Se alimentan con lo que ella les da, crecen y crecen cada mes más, hasta que un día, entre lágrimas y emociones, nacen. Tú eres especial, pues desde que te concibieron, en un lugar frío y lejano de tu madre, otros iban decidiendo cuándo ibas a empezar a ser normal.

Hoy muchos se felicitan por tu nacimiento. También nosotros te deseamos eso que queremos para todos los seres humanos: que seas feliz. Feliz porque ya no volverán a imponerte camisas de fuerza o gases congelantes a 200º bajo cero. Feliz porque te darán comida y cariño los que hoy son tus padres y tus conocidos. Feliz porque podrás estudiar y aprender a respetar a los demás. Sí, sé feliz. Tienes toda una vida por delante, si es que la congelación no ha dejado alguna huella en ti. Al menos, por ahora, dicen que has nacido completamente sano.

Cuando seas grande, ojalá te digan cuál fue tu pasado. Y ojalá, porque creemos que serás bueno, te dejen luchar (ahora sin el peligro de una nueva congelación forzada) por un mundo más justo y más humano. Sin embriones congelados, sin embriones eliminados, un mundo en el que todos los embriones nazcan del modo mejor y más seguro, como hemos nacido tantos millones de hombres y mujeres: del amor sencillo y alegre de unos padres que nos amaron y nos acogieron, así, como éramos, con todos nuestros defectos, pero con nuestro inmensamente grande deseo de vivir, como el que tú tienes, a pesar de todo lo que te ha pasado en tus primeros 9 años de vida… congelada.

Fuente/Autor: Fernando Pascual

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