El misionero italiano del PIME, el padre el padre Clemente Vismara
ROMA, lunes, 27 enero 2006
«La Iglesia en Myanmar tendrá pronto su primer beato»: Clemente Vismara, sacerdote misionero del PIME (Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras).
Es la seguridad con la que el padre Piero Gheddo anuncia el examen de la curación milagrosa de un niño, atribuida a la intercesión de quien fue llamado «el patriarca de Birmania». Si se aprobara, se abrirían las puertas a esta beatificación.
El padre Gheddo, también del PIME, es uno de los misioneros más conocidos en todo el mundo. Nació en 1929. Es el fundador de «AsiaNews», desde donde este lunes explica cómo prosigue el proceso de beatificación del misionero en tierras birmanas.
El padre Vismara desarrolló su labor 65 años en el país asiático, de 1923 al 1988, con un solo viaje a Italia en 1957 por enfermedad. Murió el 15 de junio de 1988 en Mong Ping, en la diócesis de Kengtung –en la frontera con China y Laos–.
Inmediatamente fue invocado como «protector de los niños» –recuerda el padre Gheddo– «porque siempre vivió entre 200-250 huérfanos que recogía en los pueblos destruidos por la guerra o dispersos por el hambre y la enfermedad».
Fundó seis parroquias, construyó iglesias y capillas, escuelas, hospitales y orfanatos, y enseñó a los tribales una agricultura más moderna.
«Clemente murió a los 91 años, pero escribía que no se sentía anciano porque era aún útil a muchos niños y personas abandonadas (discapacitados, leprosos, viudas solas, opiómanos, ladrones expulsados de los pueblos), a quienes recogía en su misión, mantenía y trataba con la ayuda de las religiosas de María Niña», sigue el padre Gheddo.
El cardenal Carlo Maria Martini abrió en 1996 en su tierra natal (Agrate Brianza) el proceso de beatificación del misionero, «que hoy casi ha llegado a término», asegura el fundador de «AsiaNews».
«En 2001 presenté a la Congregación para la Causa de los Santos seis supuestos milagros obtenidos por su intercesión, uno de los cuales parece a punto de ser aprobado informa el padre Gheddo–: un niños de 10 años, Joseph Tayasoe, cayó de un árbol desde cinco metros de altura y se golpeó la cabeza con una gran piedra; perdía sangre por nariz y oídos, tenía el cráneo con una fractura apreciable a simple vista».
«Estuvo cuatro días en coma, y después de oraciones al padre Vismara se despertó de improviso y pidió de comer, completamente curado, sin consecuencia alguna ni tratamientos en los años sucesivos. Hoy, a sus 16 años, es un chico totalmente normal», continúa.
De acuerdo con el sacerdote del PIME, se han interesado en la beatificación del padre Clemente Vismara el cardenal Crescenzio Sepe –prefecto del dicasterio misionero– y los obispos de Myanmar, «quienes, en un documento por sus noventa años, le llamaron el patriarca de
Birmania».
Su sepultura en Mong Ping es meta no sólo de muchos católicos, sino también de protestantes, budistas, animistas y musulmanes.
«Hombre de mucha oración, siempre sereno y lleno de gozo, aún en las grandes dificultades y sufrimientos de una vida transcurrida entre pueblos en guerra, hambre y miseria, ladrones y bandidos de carreteras, aislamiento en la selva con el médico más cercano a dos días de viaje»: así era el padre Vismara.
«Clemente es el auténtico misionero al servicio de los pobres y de los últimos –añade el padre Gheddo–, comprometido en el campo educativo y social, capaz de dar la vida por su pueblo, pero también, y ante todo, testigo y anunciador de Jesucristo con su vida».
En Myanmar más del 72% es budista, animista el 12,6%, los cristianos superan el 8% y los musulmanes representan el 2,4%.
Datos recientes del dicasterio misionero estiman que, entre los 51 millones de birmanos, hay 600 mil católicos, atendidos por 16 obispos, 600 sacerdotes, 1.400 religiosos y 3.000 catequistas.
Fuente/Autor: Zenit