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Mundo Misionero Migrante

Misionero de la Consolata asesinado

27 de enero de 2020

en la misión de Liqueleva, en Mozambique

El pasado jueves fue brutalmente asesinado el padre Valentin Eduardo Camale, de los Misioneros de la Consolata (IMC) durante un robo a la misión de Liqueleva, en Mozambique. El padre Camale fue agredido por cuatro ladrones y, aunque logró detener a uno de los asaltantes, los otros tres se abalanzaron sobre él golpeándolo hasta matarlo. Cuando lo encontraron fue trasladado urgentemente al hospital pero falleció en el trayecto.

El padre Valentim Eduardo Camale nació el 29 de noviembre 1963 en Intiquita-Montepuez, en la provincia de Cabo Delgado, Mozambique. Hizo su profesión religiosa el 7 de enero de 1995 en Maputo y estaba destinado al seminario de Kinshasa para la teología. Ya en el Congo, como estudiante, mientras desarrollaba su labor pastoral en una parroquia, había sido atacado por un grupo de rebeldes. Fue ordenado sacerdote en Montepuez Pemba por Mons. Tomé Makhweliha, arzobispo de Nampula, el 27 de febrero de 2000. Después de una breve estancia en Portugal, trabajó en la parroquia de Santa Terezinha do Menino Jesús, en Liqueleva, donde murió.

El Superior General de los Misioneros de la Consolata, padre Stefano Camerlengo, que se encuentra en visita a la comunidad de Costa de Marfil, ha escrito a todos los misioneros del instituto invitándoles a unirse al recuerdo del padre Camale Valentim. “No es fácil entender cuánto vale una vida frente a la dinámica de este hecho. No es fácil entender con la fe una muerte así; no es fácil entender el porqué de la muerte de este joven misionero; no es fácil justificar y perdonar a aquellos que cometieron un acto tan violento. ¡Por esto, mis queridos, invito a todas las comunidades a recordar al padre Valentim con una celebración comunitaria encendiendo una vela y celebrarlo en el silencio de la oración, para que el Señor lo reciba en el cielo, traiga consuelo a su familia y nos de paz y la fuerza para seguir sirviéndolo en la misión a pesar de todo!”, decía en la carta el padre Stefano.
“La ley del Evangelio es la de la semilla que, una vez caída en la tierra, muere para dar sus frutos. Que el Espíritu Santo nos de fuerzas y, sobre todo, a quienes están en condiciones de sufrimiento, amenazas y riesgos”, concluía el superior de la Consolata.

Fuente/Autor: OMPRESS-MOZAMBIQUE

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