Mira tus manos.
No las escondas ni las metas en el bolsillo.
No te dediques a lavarlas y perfumarlas.
Tus manos son un potencial de energía liberadora.
Son también una manifestación de Dios.
No desperdicies tantas capacidades. Dios te ha creado creador.
Recuerda aquello que: Nos señalaste un trozo de viña y nos dijiste: vengan y trabajen.
Nos mostraste una mesa vacía y nos dijiste: llénenla de pan.