“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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LECTIO DIVINA HUMANA

27 de enero de 2020

(para ti, joven, en esta Cuaresma)

Toma una página del Evangelio.

Primer paso:
Haz silencio en tu corazón… ¡He dicho en tu corazón! Eso quiere decir que puedes hacerlo en el autobús, de camino al trabajo, en el receso de clase o preparando las tostadas para el desayuno. Lo importante es que durante unos segundos te olvides de tus problemas, del día de ayer y de lo que tienes que hacer en unos minutos.

Segundo paso:
Saluda a Jesús. No, no, el padrenuestro está muy bien pero habrá ocasiones para rezarlo a lo largo del día. Salúdale más bien como lo haces con tu novia, con tus amigos, con tu vecino o a con tu compañero de salón: “Buenos días, Señor” “¿Qué tal has dormido?” “Que tengas un buen día”…

Tercer paso:
Lee el pasaje evangélico… ¿Qué te ha llamado la atención la segunda frase? Pues no leas más… Con eso ya es suficiente.

Cuarto paso:
Observa los lugares que aparecen en el pasaje: el templo, el campo, la casa… Ahora bien, si vas por la calle, mira a tu alrededor; si vas en camión, ojea por la ventana y, si estás en casa o en el trabajo, acércate a una ventana. Lo importante es que sitúes la escena muy cerca de ti.

Quinto paso:
Observa los personajes: un enfermo, un mendigo, la oveja perdida… Haz exactamente igual que en el anterior paso.

Sexto paso:
Saca tu PC (portátil–corazón) y da al botón actualizar. Lleva la escena a tu casa o a tu centro de estudios, a tu barrio o a tu trabajo. A continuación “bautiza” de nuevo a los personajes: ¿El enfermo? Seguro que tienes alguno en el hospital… ¿El mendigo? Solo tienes que darte una vuelta por la colonia… ¿La oveja perdida? Tal vez algún compañero de estudios o de trabajo está pasando una mala temporada y no quiere saber nada de nadie… Simplemente ¡acércate a él!

Séptimo paso:
Que Jesús se está dirigiendo al gentío, que es una parábola, que solo hay un personaje y te es tremendamente difícil actualizar…, ¡no te preocupes! Pregúntate si Jesús no ha escrito ese texto precisamente para ti, pregúntate qué es lo que querrá decirte Jesús con esas palabras en este preciso momento de tu vida… ¡Seguro que sacas algo!

Octavo paso:
Escoge una frase, una acción, un personaje…, algo muy puntual que te sirva de recordatorio y así, a lo largo del día, puedas “navegar” por el texto sin tener que leerlo de nuevo.

Fuente/Autor: Misión Joven

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