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La sabiduría de los ancianos, imprescindible para el progreso

27 de enero de 2020

Un estudio realizado en Estados Unidos constata que, en las sociedades primitivas donde la gente mayor sobrevivió mejor, había más progreso y mejores condiciones de vida, lo que facilitaba también la longevidad. Los ancianos podrían ser la clave de la civilización humana gracias a sus conocimientos, tal como sugieren los investigadores Rachel Caspari y Sang-Hee Lee, de las universidades de Michigan y de California en Riverside respectivamente. Si esto es así, las actuales sociedades modernas del individualismo y la desvinculación deberían cuestionarse la forma en que están tratando a sus mayores y revalorizar la figura de los abuelos, tan denostada en demasiadas ocasiones en los tiempos que corren.

Caspari y Lee estudiaron 768 fósiles humanos diferentes, incluidos ejemplares del Hombre de Cromagnon, previos al Homo Sapiens que vivió en Europa, y de otras especies anteriores a los humanos que habitaron la Tierra hace 3 millones de años. En sus descubrimientos, publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences (Actas de la Academia Nacional de Ciencias), han obtenido pruebas de que hace unos 30 mil años muchos individuos eran abuelos alrededor de los 30 años, al tiempo que empezaban a alcanzar una cierta ancianidad, lo que hoy llamaríamos “tercera edad”. Estos fenómenos introdujeron un nuevo elemento en esas sociedades tribales: como resultado de la acumulación de conocimiento por parte de la gente mayor, mejoraron las condiciones de vida y se produjo una “explosión” de la población, con lo que la proporción de adultos mayores sobre adultos jóvenes se incrementó considerablemente con el tiempo. “En el Paleolítico Superior la proporción se incrementó violentamente. Era casi increíble. Se incrementó cinco veces. No esperábamos encontrarnos con eso”, comenta Caspari. Y continúa: “Pero luego comenzamos a pensar y nos dimos cuenta que realmente no nos teníamos que sorprender, porque hubo un cambio de conducta durante ese tiempo en ese momento… Empezó a observarse un cambio simbólico en la conducta. Se ven expresiones artísticas. Se ven grandes cantidades de personas que son enterradas con piezas de joyería, con ornamentos en sus cuerpos… Puede ser que en esa época la gente comenzó a valorar y a cuidar a los débiles y a los ancianos y a cambio se beneficiaban de su ayuda y experiencia”.

Sabiduría desaprovechada

En la sociedad actual, se valora poco el relevante papel que juegan, o podrían jugar, los ancianos, en relación a la familia y a la sociedad. Aún ahora, se suele hablar bastante de la sabiduría de los mayores con mayor o menor convicción. Pero, en la práctica, no se sigue la tradición de épocas pasadas, en que esa sabiduría era reconocida y se tenía en cuenta a la hora de tomar decisiones que concernían a la familia y al grupo social. Esta es, también, la opinión de Alberto Marxuach, presidente de la Red Mundial Crescendo y ex presidente de Vida Ascendente Internacional, con quien hemos contactado para conocer qué piensa con respecto al papel de los ancianos en la familia y en la sociedad actual. Marxuach cree que “es bastante usual hablar de la sabiduría de los mayores, pero con más o menos convicción… Ciertamente, en otros tiempos esta sabiduría correspondía a una realidad reconocida, que se manifestaba en el consejo de ancianos, en el senado, en los presbíteros, etc.”. Sin embargo, el presidente de Crescendo cree que actualmente esta sensibilidad hacia los mayores es mucho menor: “¿Pero hoy, podemos seguir hablando de la sabiduría de los mayores? La verdad es que ya no se reconoce institucionalmente y tal vez se considere más un tópico que una realidad… Esto es un signo más de que nuestra cultura actual está perdiendo sensibilidad hacia las personas y hacia los valores”.

Alberto Marxuach está convencido de que las personas mayores son una fuente de valores necesaria para el correcto funcionamiento de la sociedad actual, ya que opina que “sin discursos, y a menudo de forma muy humilde, los mayores con su sola presencia son testigos de los valores permanentes. No solamente han sido fieles a estos valores a lo largo de su vida, sino que han ido purificando su visión. Hoy, las abuelas y los abuelos, por su forma de ser, son los grandes sembradores de fe, cuya floración posiblemente no llegaran a ver desde este mundo, pero que ya van vislumbrando”.

El ejemplo del Papa

En la conversación que hemos mantenido con él, Marxuach nos habla también del ejemplo que supone el Papa en cuanto a significación de los ancianos para el conjunto de la sociedad. “Juan Pablo II ha hablado mucho de los carismas del atardecer de la vida. Estos carísmas son la expresión más fuerte y más visible de la sabiduría de los mayores. La esencia de todos ellos es seguramente la vejez misma, pues para los muy mayores todo se convierte en gracia (Pablo VI)”, comenta Marxuach. Tal como nos explica, con referencia al Pontífice, “en la conclusión de su mensaje a la primera asamblea mundial sobre envejecimiento de la ONU, (julio de 1982), Juan Pablo II afirmaba: “Toda cultura, independientemente del continente o del país de que se trate y en toda época de la historia, no puede obtener su valor y su irradiación, sino de la primacía siempre otorgada al desarrollo integral de la persona humana, desde la primera a la última etapa de su carrera terrena, y esto en contra de la tentación de una sociedad dominada por el vértigo de la producción de las cosas y de su consumo. Ojalá puedan los responsables del mundo actual trabajar al unísono con miras a una verdadera promoción del hombre y arrastrar a su pueblos en esta singladura”.

Es de esperar que las palabras de Alberto Marxuach nos ayuden a ser conscientes de la importancia que las personas mayores tienen para la cohesión y el correcto desarrollo de la sociedad. Los más de 7 millones de ancianos que existen en España, de los cuales más de 1 millón viven solos, bien lo merecen.

Fuente/Autor: Masalto

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