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LA PASCUA, ALGO MÁS QUE “CONEJITOS.”

27 de enero de 2020

Cuando tuve la oportunidad de vivir en Chicago, aprendí una tradición típica del pueblo norteamericano para la celebración de la Pascua: los niños y las niñas, llenos de entusiasmo salen de sus casas a buscar unos “huevos” que “El Conejo de Pascua” les deja con diferentes regalos, y es para la Fiesta de la Pascua un momento completo de algarabía viendo a los niños y niñas correr por la casa en busca de “su tesoro.”
Esta ceremonia de festejo cobraba mucha vida, pues después de estar por cuarenta días con una serie de limitaciones y sacrificios, las casas parecían llenarse de vida al escuchar las risas, los llantos de quienes encontraban lo que buscaban o se sentían frustrados de no poder encontrar aquello que sentían era para ellos. Después de un rato, los más grandes comparten con los más pequeños los regalos que han recibido y la tarde del Domingo de Pascua se vuelve toda una Celebración Viva.

NUESTRO SENTIDO DE PASCUA

En la Iglesia Católica no existe un conejo que deja regalos, nuestra alegría tiene otro sentido. Si ha habido una buena preparación a la Pascua, es decir, si la Cuaresma ha cumplido su objetivo, nosotros experimentamos la inmensa alegría de saber que por el Sacrificio de Cristo en la Cruz, y el Poder de Dios, hemos sido salvados del Pecado y de la Muerte Eterna, para alcanzar la Vida que Dios nos ha prometido desde la Creación del Mundo.
La Pascua debería para nosotros convertirse en una Celebración de Vida que debe manifestarse en nuestra participación activa sea en la Vigilia Pascual como en la Celebración Dominical de la Pascua. Y es tanta nuestra alegría en la Iglesia que se prolonga por 50 días hasta el Encuentro con el Santo Espíritu de Dios en la Celebración de Pentecostés, y como en la Navidad, estos 50 día se transforman en un solo Día de Pascua.
En la Pascua encontramos Vida. No solamente la Vida alcanzada por Jesús para la gloria del Padre sino nuestra propia Vida. Nuestra Pascua, es decir, nuestro “Paso” de la Muerte a la Vida se da a través de la Gracia de Dios, por eso, esta es la Fiesta más grande de nuestra Vida Cristiana.

DESDE EL ORIGEN DE NUESTRA VIDA SOMOS LLAMADOS POR DIOS

Nuestra primera Vocación, es decir, el primer llamado que recibimos de Dios, es el llamado a la vida. Un llamado que parece no tener mucha importancia, pues mucha de la discusión sobre el aborto tiene que ver con el momento en el que “concebimos” que la vida comience. Cualquiera que sea la discusión, lo cierto, lo que no podemos negar es que desde el momento de nuestra concepción biológica, somos llamados a la existencia por Dios.
Que pudiéramos haber sido otros, que es cuestión fortuita de cómo el óvulo y el espermatozoide se encuentran para originar la vida, eso no tiene mayor trascendencia en el Plan de Salvación, lo que cuenta es que somos nosotros los que hemos sido escogidos por Dios para vivir. Pensarlo nos tiene que llenar de emoción, que entre muchas posibilidades, somos nosotros un regalo de Dios para la Creación. ¿Cuál es nuestro propósito en la Vida? Vamos a hablar de eso.

NO ES MERO JUEGO DE PALABRAS: VIVIMOS PARA VIVIR

Nuestra Vida de Fe parece estar llena de juegos de palabras. San Pablo dice que Jesús nos liberó para que seamos libres, y aunque es algo muy obvio, no lo entendemos, y aunque Jesús nos liberó, de cualquier forma vivimos como esclavizados por el Pecado.
Lo mismo sucede con la cuestión de la Vida: Fuimos llamados a la Vida para Vivir. En ello encuentra plenitud nuestro primer llamado o vocación fundamental, en que tengamos vida y por Jesús como dije anteriormente, Vida en Abundancia.
Sin embargo, esto de apariencia tan obvia no parece serlo a la hora de ponerlo en práctica. A veces nuestra vida parece más una mera supervivencia en la que hacemos lo estrictamente necesario para mantenernos con vida sin disfrutar de la vida. Aparentemente, entramos en contacto con nuestra realidad, deseamos encontrar nuestro propósito en la tierra, y sin embargo nos perdemos en la supervivencia diaria, la cual se ve más forzada por la naturaleza propia de nuestro instinto de supervivencia que por el deseo consciente y búsqueda de la Vida plena. Es decir, aunque hemos sido “rescatados” de la Muerte, caminamos hacia ella sin disfrutar la Vida, y cuando aprendemos a vivir en plenitud, y encontramos en Jesús la causa principal para vivir en plenitud nuestra vida entonces alcanzamos la realización y cumplimos con el principal cometido de toda vocación: responder al Dios de la Vida.

ES CUESTIÓN DE OPCIONES

Vivir nuestra vida no es tarea fácil. La vida en sí misma es cuestión de opciones. Es decir, somos llamados, pero este llamado no encuentra su plenitud sin nuestra respuesta libre a Dios, es decir, si no hacemos una opción por la Vida.
Y toda nuestra vida no encontrará su pleno significado, si no somos capaces de hacer opciones diarias de Vida y por la Vida. Vivimos en una sociedad cargada de muerte, oscurecida por las tinieblas de la muerte. Años atrás se hablaba en la evangelización de una Cultura de la Muerte que no nos permite encontrar y disfrutar de la Vida que Dios nos ha dado.
Y nosotros mismos contribuimos a esta cultura de la muerte cuando nuestras opciones diarias no se transforman en opciones de Vida. ¿Cómo distinguimos cuáles son estas opciones de Vida?
¿Cómo sabemos si estamos cumpliendo con el cometido de Dios de vivir y disfrutar nuestra vida en plenitud?

HAY MUCHAS OPORTUNIDADES DE OPTAR POR LA VIDA

Desafortunadamente, en nuestra vida diaria, las frases de cliché se vuelven tan rutinarias que nos acostumbramos a ellas y las repetimos sin prestar atención a lo que decimos. Platicando con jóvenes sobre las opciones de vida, les viene inmediatamente a la mente que hablar de ello significa únicamente oponerse al aborto, de hecho hubo hasta quien se ofreció, como parte de nuestra cultura a “organizar una marcha de protesta” para oponerse a la legalización del aborto.
Muy loable la intención, ojalá este espíritu rebelde siga presente en nuestra juventud; sin embargo, hablar de opciones por la vida y opciones de vida no se limita solamente a defender la vida desde su concepción. Significa todo un programa de respuestas diarias, de acciones concretas, de actividades diarias que favorecen nuestra propia vida y nos ayudan a vivirla con plenitud.
Cuando los estudiantes deciden entregarse de lleno a sus estudios, y poner el mayor empeño no solamente en “pasar” las materias sino en aprender, están haciendo una opción por la vida, pues esto les ayudará a vivir mejor, a responder mejor al Plan de Salvación y a lograr su propia realización académica.
Cuando nos damos cuenta de la situación de muerte que viven nuestros hermanos y hermanas migrantes, de todas las estructuras de muerte que acompañan al fenómeno de la migración, y ello nos impele a buscar soluciones, a denunciar injusticias, a trabajar por una causa justa para estos hermanos y hermanas nuestras, estamos haciendo opciones por la Vida.
Cuando participamos activamente en la Iglesia, y nos damos cuenta que buscamos un compromiso más profundo con Dios y con la sociedad y somos capaces de ofrecer nuestra vida para que otros tengan vida, entonces hacemos opciones de vida que nos permitirán vivir nuestra vida en plenitud. Por ello Jesús decía que el que quiera salvar su vida la perderá y quien la entregue por el Reino de Dios. Vivirá para siempre.
Esta Pascua nos pone en la disyuntiva de elegir caminos de vida y salvación o seguir sobreviviendo en nuestra vida cristiana sin mayor trascendencia. Estas opciones de vida deben ser hechas en libertad, en la libertad de sentirnos liberados por Dios a través de Jesús. Cuando somos capaces de experimentar este deseo de Vivir, de hacer algo positivo con nuestra vida y sobre todo de construir estructuras de vida, entonces, la Pascua tiene sentido y no es una fecha que se repite cada año, es un compromiso y una experiencia de Dios Vivo, de Dios en medio de nosotros que nos hace co-partícipes de la Creación. Entonces la Pascua se vuelve Éxodo de Liberación, Éxodo de Vida al Encuentro con Dios a través de la Vida.
¡Felices Pascuas a todos! ¡Feliz Experiencia de Vida!

Padre Chan, cs

Fuente/Autor: Padre Chan, cs

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