Si te dan una manzana, espera a que llegue la hora de la comida, tendrás más gusto en morderla…
Estudiaba en la biblioteca; se me acercó Melania, una buena amiga, sencilla y honesta y limpia; traía cara de perplejidad. Surgió un diálogo así:
Si te dan una manzana, ¿te la comerías?
Si me la das tú, por supuesto que sí.
¿Aunque no sea la hora de la comida?
Si me apetece, ¿por qué no?
¿Es malo comer entre comidas?
De vez en cuando…
Entonces, por qué el sexo fuera del matrimonio lo es.
¡!
Fue hace unos cuantos meses, recuerdo perfectamente; estudiaba física para el examen y la pregunta amargó los cálculos y las fórmulas. Además, me incomodaba sobremanera tratar estos temas con una amiga. ¿Por qué el placer de morder una manzana es aceptable y la pasión de poseer a una chica no?
La pregunta de Melany tenía origen en una afirmación mía hecha en clase de formación moral: «No acepto que me digan que el sexo es malo» y además «no acepto que las relaciones prematrimoniales sean malas si no me dan razones válidas». Algunos compañeros pensaron que desafiaba al profesor e hicieron correr la noticia.
Primero: El sexo no es malo, ¿acaso se trata de un invento del demonio?
Segundo: El placer es bueno en cuanto satisface los deseos naturales del hombre.
Eso fue lo que dije en clases. Después me puse a reflexionar…
Vida y la muerte no pueden compararse con la mesa o con la fruta, porque la manzana nos nutre pero el sexo lleva a la vida. Por ello quizás el placer sexual no deba igualarse al deleite del paladar, así sin más.
Por otro lado, el sexo entre comidas (fuera del matrimonio); sólo puede ser o como fornicación o como relaciones prematrimoniales. ¿Es malo el sexo de ambas formas? ¿Qué diferencia hay entre fornicación y relaciones prematrimoniales?
Para la persona casada, todo acto sexual fuera del matrimonio es fornicación. Para los novios, en cambio cuando ya se han prometido fiel y definitivamente el uno al otro y lo único que les falta es rubricar esa donación poniendo como testigos de su palabra a Dios, a la Iglesia y a los hombres, entonces se trata de relaciones prematrimoniales.
Si se trata de relaciones sexuales entre dos novios cuyo amor no es definitivo, admite vueltas atrás, no está del todo resuelto, o no pasa más allá de una hipótesis donjuanesca, entonces es fornicación.
Entiendo que la fornicación constituye ante todo un desorden de orden natural y por tanto desorden de orden moral. Por eso la Iglesia corrobora la maldad intrínseca del sexo fuera del matrimonio o del sexo donjuanesco al llamarlo ilícito.
Melany entonces diría que en el caso de dos novios…
…cuando el arroz está a punto de cocerse y cuando ya casi es la hora de la comida (boda)…
¿…?
Si ya casi es la hora de la comida, por qué son ilícitas las relaciones prematrimoniales, ¿acaso porque son malas?
No.
¿qué diferencia hay realmente entre el sexo como fornicación y el sexo prematrimonial? ¿Acaso simplemente que no ha llegado la hora de la comida?
No, no puede ser.
Cuando dos se quieren profunda e íntimamente, la unión sexual requiere intimidad. Y la intimidad se logra sólo si hay exclusividad: soy para ella, ella es para mí; y todo esto con totalidad: todo yo soy para ti; toda tú eres para mí.
Si no hay las tres: intimidad, exclusividad y totalidad, necesariamente se está en la fornicación. La relación sexual establece un vínculo humano muy profundo que sólo se logra con intimidad, exclusividad y totalidad.
Pero… en nuestros momentos íntimos, yo soy totalmente para mi novio(a) con una exclusividad que sólo él(ella) y yo poseemos.
Que bueno que así sea; pero, ése ser todo para ella o ser todo para él con exclusividad, sólo puede garantizarse en los momentos íntimos. Más o menos como morder una manzana y devolverla al frutero que se encuentra al centro de la mesa. Siempre cabe la posibilidad de que algún otro pueda mordisquearla, o hasta llevarla a su propio plato… la manzana no es tuya hasta que no está en tu plato… los buenos modos dicen que sólo la muerdes hasta entonces; además, ¡qué pésima imagen da quien muerde una manzana del frutero!
Hay gente, sobre todo chicas, que piensa que con el sexo garantiza o asegura su relación con su partner; más o menos como cuando los niños muerden una manzana del frutero para que sus hermanos pequeños no se la ganen.
No se trata simplemente de cuestiones de etiqueta, ir a la cena con corbata o vestido de noche, no destapar el regalo antes de tiempo y todo eso. La intimidad con la que un chico se entrega exclusivamente a una chica sólo puede ser estable cuando aquello va más allá de una noche; es decir, cuando la entrega es total incluso en el tiempo. No como lo que decía Napoleón o alguno de esos muy citados, te amaré este mes.
Si hay amor, diré te amaré siempre; si digo te amaré esta noche, te amaré esta semana, te amaré nueve semanas y media, estoy en la fornicación y es algo que como amor no tiene sentido. No hay totalidad; quizás, haya momentos íntimos llenos de pasión epidérmica, seguramente habrá también algo de exclusividad… esta noche contigo y la siguiente noche con quien tenga que compartir las sábanas, y así.
Por ello difieren las relaciones prematrimoniales de las relaciones donjuanescas. En las relaciones donjuanescas no hay totalidad, no hay intimidad estable y la exclusividad es sólo con el(la) de tuno. En cambio, en las prematrimoniales, la totalidad al menos ya es una promesa, la intimidad se está formando y hay un ofrecimiento de exclusividad. Para que las relaciones sean lícitas y según el designio de Dios habrá que esperar a que esa promesa de totalidad se cumpla, es decir, en el matrimonio.
Por eso, no entiendo cómo puede haber gente que crea poder asegurar su relación con fulano o fulana a través de un rato de… ¿de fornicación? Las relaciones prematrimoniales, con todo y ser una promesa, ofenden gravemente a Dios (son pecado) pues no dejan de constituir una forma de fornicación. El verdadero amor se asegura a sí mismo y guarda el culmen de su donación para el matrimonio.
Si te dan una manzana, espera a que llegue la hora de la comida, tendrás más gusto en morderla…
Fuente/Autor: P. Ignacio Plascencia | Fuente: Catholic.net