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LA FAMILIA: PROMOTORA DE VOCACIONES

27 de enero de 2020

No es raro encontrar personas que al referirse a la forma en que encontraron el llamado de Dios en sus vidas, señalan a la familia como un elemento importante en su llamado vocacional. Y es que la familia juega un papel importante en las decisiones que hacemos en nuestra vida. Y este papel es tan importante que en muchas ocasiones no solamente influye; pero tristemente condiciona la forma en que tomamos decisiones.
Es bien sabido que una fuente de aprendizaje, por no decir la primera fuente de aprendizaje es la familia. En la mayoría de los casos, es en la familia donde aprendemos la forma como nos relacionamos con otros, los valores y antivalores, los principios, y la familia influye en nuestra forma de ver y percibir el mundo que nos rodea.
La familia fortalece nuestra relación con Dios, y es ahí donde tenemos nuestro primer contacto con Dios. La religión nos va siendo enseñada en nuestra casa, y para nadie es extraño reconocer que la imagen de Dios que aprendió en la infancia, fue la que prevaleció por mucho tiempo en nuestra vida y la que de alguna forma condicionó la forma como nos relacionamos actualmente con Dios.
Sin embargo, también es necesario entender que la familia a veces nos pone a pensar cuando decidimos seguir el llamado de nuestro corazón, y lo hacen por una razón muy válida. Por ejemplo, un padre de familia que se ha esforzado por brindarnos una educación, que tal vez ha trabajado con ahínco para darnos lo mejor, que ve en nuestra vida la continuación propia de su existencia y la regeneración de su propia vida se siente un poco decepcionado cuando el hijo o la hija no sigue lo que tal vez este padre de familia había proyectado para él o para ella.
O la madre de familia que ve crecer a su hija o hijo con la ilusión de que en él o en ella se vieran realizados muchos sueños e ideales, y que a la hora que este hijo o esta hija construyen su propio proyecto de vida, la mamá se da cuenta que los ideales o planes van en otra línea. Y no lo hacen los papás con mala intención: lo hacen por amor, quiero decir que esta “desilusión” de los papás –si me permiten llamarla de algún modo- tiene validez en cuanto a que ellos buscan lo mejor para los hijos.
Y a veces nos hacen pensar porque nos ofrecen un punto de vista diferente al que tenemos, y que nos ayuda a definir mejor lo que queremos hacer. Y también creo que es necesario aclarar que en otros casos, los papás actúan terminantemente tratando de frenar los ideales o los sueños de los hijos cuando estos no responden a las expectativas que los papás habían formado para ellos.
Y lo vemos en muchos campos de la vida, yo solamente hablo de la vocación en este momento; pero pónganse a pensar, queridos JSF, en los papás que obstruyen la carrera universitaria de las hijas, porque para ellos, las mujeres “no deberían pensar en la Universidad,” o la mamá que se opone rotundamente a que la hija o el hijo se case con determinada persona solamente porque a la mamá esta persona “no le llena el ojo,” o el papá que cree que hay determinadas profesiones para la familia. Yo conocí el caso de alguien que quería ser chef, y que fue criticado severamente por la familia considerando que eso no era una carrera, y que si lo era, no era lo que ellos tenían en mente para el muchacho.
Afortunadamente siguió el designio de su corazón y hoy es un prestigiado chef en un hotel en su ciudad, y no solamente eso, sino que se encuentra muy feliz de estar haciendo lo que le gusta.
Con la vocación pasa igual. ¡Qué difícil es para algunos papás entender que el hijo o la hija quieren entrar en la vida religiosa o sacerdotal! ¡Qué trabajo cuesta entender que el hijo o la hija quieren casarse! ¡Qué dificultad para entender que el hijo o la hija han decidido quedarse solteros! En ese momento, si las opciones que los hijos han tomado no corresponden a las que los papás tenían pensadas, entonces se arma una batalla entre padres e hijos.

BUSCANDO SOLUCIONES.

Y es que a veces los papás siguen con la idea de que ellos están aquí para “resolver” la vida de los hijos, o que el esfuerzo que han hecho para educarlos y mantenerlos debe ser retribuido obedeciendo a los papás en lo que ellos quieren para los hijos. Se les ha olvidado a los papás que hay un momento en la vida en el que las decisiones deben ser tomadas, afrontadas y asumidas por cada uno. De esta forma, las consecuencias de nuestras decisiones no van a recaer en nadie más sino en nosotros.
Porque después viene lo difícil, cuando es más fácil para el hijo o la hija culpar a los papás de su infelicidad porque nunca los dejaron tomar las propias decisiones. Y para muchos jóvenes en la actualidad esto ha sido un escudo muy grande: escudamos nuestras decisiones en otras personas.
“No hago esto para que mi papá no se enoje.” “No tomo esta decisión para no llevarle la contraria a mis papás.” “Es que mi mamá se va a enojar si tomo esta decisión para mi vida.” Estas y muchas otras frases me ha tocado escuchar de parte de muchos jóvenes a los que veo siempre escudándose en otras personas para ocultar el temor de decidir sus vidas por sí solos.

ESCUCHAR OPINIONES NO ES IGUAL QUE SEGUIRLAS CIEGAMENTE.

Anteriormente he dicho que las opiniones de la familia deberían importarnos pues vienen de personas que son significativas para nosotros y cuando estas opiniones salen del amor de quienes nos rodean, llevan un mensaje claro: el mensaje de querer lo mejor para nosotros. Escuchar las opiniones puede darnos una luz en nuestra opción tanto vocacional como profesional. Sin embargo, no tenemos porque seguir fielmente las opiniones de los demás. Ahí es donde entra el discernimiento, y la luz de Dios nos lleva a entender que en algunos casos detrás de estas opiniones está el egoísmo, el chantaje, el capricho, el temor, el coraje, la desilusión y muchas otras cosas de la otra persona, y que en muchos casos sale inconscientemente.
También el discernimiento nos lleva a entender que detrás de estas opiniones está el amor, la preocupación, el sano interés y el deseo de realizar nuestra vida. Escuchemos con atención estas voces que pueden darnos una nueva luz en nuestra decisión; pero que de ninguna forma deben condicionarla.

Fuente/Autor: Padre Chan, cs

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