“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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Jesús resucita y nos reivindica

27 de enero de 2020

Pedro había prometido morir si era necesario pero no fallar a su amistad con Jesús (Mt.26, 30-35). Pero pasó con él lo que desafortunadamente pasa con nosotros y con los que amamos: Poco le duró su promesa, y pronto frente a una mujer que le había señalado como uno de los compañeros del prisionero, él jura repetidamente diciendo: “No sé de que estás hablando…Yo no conozco a ese Hombre”.(Mat.26, 69-74)
En este momento en que Jesús siente más dolor de esta negación, que el de las espinas de la corona que lleva en su frente, nos dice la Escritura.
Pedro, afuera lloraba amargamente, como hubiera querido que su amigo Jesús lo viera nuevamente, al menos comprendiera lo arrepentido que estaba por esa traición.
¿Habrá visto El Señor esas lágrimas de arrepentimiento? Y fue precisamente a este Pedro tan deseoso de saber sobre el tema del perdón (Mt.18, 21-22) a quien Jesús le dará la más inolvidable lección de como se debe perdonar:
Ya habían pasado tres días de aquellas negaciones y los ojos de Pedro estaban húmedos de llanto. Cuando de repente, Sí…¡era Jesús resucitado y glorioso quién acercándose a ellos os invitaba a comer con El!
¿Qué pensamientos llenaron la mente de aquél discípulo? El esperaba y estaba dispuesto a aceptar con humildad, un reproche por parte del Maestro o en el peor de los casos que pasara a su lado sin decir una palabra; aunque en lo más profundo de su corazón abrigaba la esperanza de escuchar palabras como las que que él mismo estaría dispuesto a decir a alguien que le hubiera traicionado de esa manera: Te perdono, no te saco del grupo de los Doce pero, debes comprender que ya no puedes tener las llaves pues has defraudado mi confianza. Su pensamiento fue interrumpido por la voz de Jesús que dirigiéndose a él, le dijo:
Simón de Juan, ¿me amas más que a estos? Le dice él: Sí, Señor, Tú sabes que te quiero. Le dice Jesús: apacienta mis corderos. Vuelve a decirle por segunda vez: Simón de Juan, ¿me amas? Le dice él: Sí, Señor, Tú sabes que te quiero. Le dice Jesús: apacienta mis ovejas. Le dice por tercera vez: Me quieres, y le dijo: Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te quiero. Le dice Jesús: apacienta mis ovejas. (Jn.21, 15-17)
Qué manera más sublime de perdonar. La antigua negación queda borrada por la nueva declaración de amor y lejos de suplantarlo en el cargo recibido, lo confirma como pastor del rebaño devolviéndole de esta manera, no sólo el amor, sino también la confianza.
Esto es lo que hace Dios conmigo, contigo, con todos, cada vez que nos alejamos de él por el pecado. Cuando Jesús en la cruz dice al Padre: “Perdónalos porque no saben lo que hacen” Dios nos vuelve a ver como criaturas recién nacidas y nos da la oportunidad de empezar.

Fuente/Autor: Ministerio Espiga

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