Será mi sola paz, la del otro:
su regocijo, mi regocijo:
su sueño, mi ensueño:
mi cristalino llanto,
el que tiemble en los ajenos párpados,
y mis latidos,
los latidos de cuantos corazones
palpiten en los orbes infinitos.
Cada día que pase, has de decirte:
“¡!”
Fuente/Autor: Amado Nervo