En el perdón y la fe está el final
Ezequiel nació el 7 de enero de 1876, fue bautizado en la Parroquia de Magdalena, y se le consideró un muchacho idealista, generoso y sociable.
Salvador, por su parte, nació el 18 de marzo de 1880 en la misma población, y se le reconoció un carácter serio y obediente.
Ambos hermanos fueron amigos de Anacleto González Flores y reconocidos por la sociedad de Guadalajara como «gente muy entendida en las cosas de la Iglesia».
La mañana del 2 de abril de 1927, Ezequiel Huerta fue sacado a la fuerza de su casa, acusado de «esconder curas rebeldes», mientras Salvador fue privado de su libertad a través de engaños. Los dos hermanos fueron torturados con la finalidad de que denunciaran el paradero de sus hermanos sacerdotes, preguntas a las que respondían: «Que viva Cristo Rey».
El Domingo de Ramos fueron llevados al Panteón de Mezquitán para ser fusilados, no sin antes perdonar a sus agresores.
Las balas apagaron primero la vida de Ezequiel y su hermano Salvador, le dijo: «Me descubro ante ti, hermano, porque eres un mártir
». Después, tomando una vela del sepulturero, Salvador se alumbró el pecho diciendo a los soldados: «Me pongo esta vela en el pecho para que no fallen ante este corazón dispuesto a morir por Cristo».
Fuente/Autor: El Semanario de Guadalajara