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El sueño americano de Julián Castro

27 de enero de 2020

El sueño americano de Julián Castro

San Antonio, Estados Unidos

Con una sonrisa fija, un hombre de apariencia latina entra en una sala repleta de gente que participa en una feria de empleo y comienza a repartir apretones de manos y abrazos, firmar autógrafos y posar para fotos con jóvenes fans.

No se trata de una estrella de cine o de un rockstar, es Julián Castro, el Alcalde de San Antonio.

Con 37 años de edad, Castro ya es bien conocido por estos lugares y en sitios del enorme estado de Texas.

Pero en las últimas semanas, su presencia pública ha crecido de manera espectacular en todo el país desde que el Presidente Barack Obama lo designó orador principal de la convención nacional del Partido Demócrata en Charlotte, Carolina del Norte.

Algunos incluso consideran que en un futuro podría convertirse en el primer presidente hispano de Estados Unidos.

Esta noche, el Alcalde se presenta ante un auditorio repleto de delegados demócratas en Charlotte y ante millones de espectadores. Castro tiene la tarea de reanimar a los electores hispanos que se sienten decepcionados por el Presidente Obama, y por ello destacará en su discurso su trayectoria y su experiencia personal.

“Hablaré sobre la historia de mi familia, sobre mi abuela quien vino aquí como inmigrante y sobre mi madre quien trabajó tan duro para darnos a mi hermano y a mí una vida buena,” dijo Castro.

“Y luego poner todo eso en el contexto de las oportunidades enormes que este país nos ofrece”.

Castro y su hermano gemelo idéntico Joaquín son estadounidenses de segunda generación. Su abuela Victoria, madre soltera, emigró de Coahuila. La familia se radicó en el lado oeste de San Antonio, donde muchos barrios siguen estando poblados por inmigrantes mexicanos.

Se podría decir que los gemelos tuvieron una infancia bastante pobre, según su madre, María del Carmen Rosa Castro, a quien todos llaman Rosie.

“Definitivamente, teníamos pocos recursos,” dijo Rosie con una voz suave.

“Sin embargo, siempre hicimos lo mejor con lo poco que teníamos, siempre tratando de que los niños disfrutasen de su juventud. No quería que piensen que nada más porque éramos pobres, ellos no podían divertirse”.

Aparte de hacer toda clase de trabajos para mantener a la familia, Rosie completó su licenciatura en la Universidad Our Lady of the Lake en San Antonio, todo un reto para una mujer méxico-estadounidense en los años 60.

Rosie estaba en pleno rumbo a la política y aunque perdió su campaña para el consejo municipal de San Antonio en 1971, se fogueó como activista, participando con los Jóvenes Demócratas y luego como una de los fundadores del partido independiente La Raza Unida, que estuvo a la cabeza de la lucha por los derechos civiles de los méxico-estadounidenses.

Julián recuerda no muy gratamente tener que acompañar a su madre a reuniones y manifestaciones pero sin lugar a dudas estas experiencias tuvieron un gran impacto en los dos muchachos.

La política centrista de Julián como Alcalde hoy en día poco refleja el izquierdismo de su madre. Ambos reconocen que son tiempos completamente diferentes.

Julián dijo que él no enfrenta el fuerte racismo y la discriminación que sufrió su madre, y es que muchos negocios en Texas en aquel entonces anunciaban que no admitían perros ni mexicanos. Y él ha tenido acceso a servicios de apoyo financieros, a la educación y oportunidades laborales sobre las cuales su madre apenas podía soñar.

“Gracias al sacrificio de ella y sus compañeros, hemos visto un progreso tremendo en nuestra comunidad,” dijo.

“Por lo tanto, ahora mi generación puede progresar aún más sin tener que enfrentar los mismos obstáculos que ellos tuvieron”.

Pero el vínculo entre las dos generaciones aún existe. La influencia de la madre sigue vigente y aunque de forma calculada, Julián aprovecha las oportunidades para demostrar sus raíces políticas.

Por ejemplo, el veterano activista chicano Jaime Martínez, quién trabajó con el reconocido líder César Chávez y hoy dirige una fundación a su nombre en San Antonio, lamentó que durante 15 años él llevaba tratando de convencer a varios alcaldes de la ciudad de nombrar una calle central, “Boulevard César Chávez”.

Todos le decían que era buena idea, pero ninguno hacía nada al respecto, hasta que Julián Castro llegó a la alcaldía.

“Él fue el primero y único que actuó”, recalcó Martínez desde su despacho.

“Él fue quien dijo, basta, ya es hora. Estoy muy orgulloso de él. César Chávez estaría muy orgulloso de Julián Castro”.

Aquéllos que vieron crecer a los gemelos no tenían dudas de que llegarían a ser líderes políticos. En general, se sabe que Julián y Joaquín estudiaron ciencias políticas en la Universidad de Stanford, en California, y luego fueron juntos a la Universidad de Harvard para licenciarse en derecho.

Celso Hurtado confirma que los gemelos se iban convirtiendo en seres políticos desde los años de preparatoria.

“No puedo ni describir el sentimiento que tengo en poder haber sido testigo de este sueño americano que ellos están viviendo”, dijo Hurtado, un agente de seguros que es el mejor amigo de Julián y Joaquín desde los 10 años.

En cierto aspecto, los gemelos eran muchachos normales, a los que les encantaban los deportes, pero nunca dejaban la política a lado.

“Una vez cuándo estábamos en preparatoria, Julián me vino a recoger para ir al cine”, Hurtado recordó. “¿Y qué crees que él estaba escuchando? Nada de música. Escuchaba discursos del Presidente John F. Kennedy. Siempre recuerdo eso. No lo podía creer”.

Los hermanos siempre fueron extremadamente competitivos uno con el otro, pero no para dejar al otro atrás, si no para empujarse mutuamente a mejorar. Una rivalidad amistosa, en otras palabras. Julián está recibiendo toda la atención ahora, pero Joaquín jura que no está para nada celoso. A él también le ha ido bien en la política: lleva una década como representante estatal en Texas y es favorito para ganar una puesto en el Congreso federal en las elecciones de noviembre.

Joaquín asegura estar muy orgulloso de su hermano mayor (nació un minuto antes).

“Estoy dispuesto a jugar un papel secundario por él cuándo sea”, Joaquín afirmó desde su oficina de campaña en el centro de San Antonio.

Y así será, por lo menos en la convención demócrata, en la cual presentará a su hermano a todo el país. Aunque muchos podrían no distinguirlos, pues son realmente idénticos.

“¡Me pregunto cuántas veces me van a tomar por el alcalde!”‘, exclamó.

Nadie duda sobre cuánto Julián ha podido avanzar políticamente en tan poco tiempo. Lo que queda por verse es hasta dónde pueda llegar. Hace tres décadas, mientras Rosie Castro se manifestaba en las calles, Henry Cisneros ejercía el puesto de alcalde.

Cisneros, quien fue compañero de escuela primaria de Rosie Castro, se convirtió en el primer alcalde hispano en San Antonio en 1981.

El también empresario fue secretario de Vivienda durante la Presidencia de Bill Clinton y cree que Julián pueda llegar a la cima política más alta.

“Nadie puede predecir definitivamente lo que vaya a pasar, pero creo que Julián empezó su carrera muy bien, todos sus pasos han sido buenos y ya se está estableciendo nacionalmente aun siendo muy joven,” dijo Cisneros.

“Está en la mejor situación política que jamás un latino ha estado para llegar a la presidencia”.

Para conquistar esa montaña, Julián tendrá que superar dos obstáculos formidables: ser el primer candidato demócrata en Texas en ganar una campaña estatal desde 1994 y enfrentar a la corriente hispana conservadora que se identifica con el Partido Republicano.

“Sus dos opciones principales serán de hacer campaña como senador, posiblemente contra el hispano conservador Ted Cruz, quien acaba de ganar la candidatura republicana, o como gobernador”, dijo Mark Jones, director del departamento de ciencias políticas de la Universidad de Rice en Houston.

Sin lugar a dudas, la popularidad de Castro crecerá con su participación en la convención nacional. Pero hispanos conservadores advierten que a nivel nacional, le será mucho más difícil ganarse el voto hispano.

Grupos de hispanos conservadores rechazan la noción que Castro pueda llegar a ser el primer presidente latino de Estados Unidos.

Ellos dicen que un candidato hispano conservador estará mucho mejor colocado en la comunidad hispana y con el resto del país.

“Yo no tengo nada en contra de Julián Castro en lo personal y le deseo lo mejor”, dijo George Antuna, de San Antonio, cofundador de la asociación Republicanos Hispanos en Texas y quien conoce a los gemelos Castro desde hace una década.

“Pero él tiene que tener en cuenta que hoy en día ya nadie tiene el voto hispano asegurado. Les estamos dando a los hispanos otras opciones de candidatos a todos los niveles”.

De hecho, se habla que a nivel estatal en Texas, Castro pueda chocar en campaña contra George P. Bush, hijo de madre mexicana y sobrino del ex Presidente George W. Bush.

El candidato republicano para congresista David Rosa, en campaña contra Joaquín, quiere demostrar que los gemelos Castro son pura farsa con ambiciones de llegar lejos en la política por el camino fácil de la fama, al igual que Obama.

“Los gemelos han podido triunfar en San Antonio hasta ahora porque no han tenido resistencia alguna de candidatos hispanos conservadores”, dijo Rosa.

“Eso se acabó. Ambos son títeres, con poca experiencia y no llegarán lejos siguiendo a rajatabla a Obama”.

Todos estos líderes conservadores señalan que los vientos políticos van cambiando drásticamente en la comunidad hispana. La convención republicana en Tampa ofreció casi una docena de oradores hispanos, desde el senador Marco Rubio de Florida hasta Craig Romney, hijo del candidato, quien pronunció parte de su discurso en español.

Julián Castro no habla por ahora de su futuro. Dijo que por el momento quiere seguir liderando San Antonio. Tiene oportunidad de dos campañas más, ya que cada mandato dura dos años. Por lo tanto, tendrá que tomar una decisión definitiva a más tardar en 2017.

Asegura que está más que dispuesto a darle la espalda a la política si no ve una buena ruta para seguir avanzando.

“Nunca voy a ser presidente”, dijo, con una risa un tanto nerviosa.

“Además, si alguien se quiere involucrar en la política, la motivación debe ser de servir a la gente, no a uno mismo. Eso es lo que necesito hacer aquí en San Antonio. Y si hago las cosas bien, mantendré la esperanza de que luego otra oportunidad se presentará”.

Fuente/Autor: Norte

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