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¿El rock es obra de Satán?

27 de enero de 2020

La relación entre el rock y el diablo proviene desde la década de los cincuenta; de ahí a la fecha las “extravagancias” no se han detenido.

Un 27 de septiembre de 1997, Bob Dylan tocó tres canciones para el papa Juan Pablo II, en una transmisión vía satélite para todo el mundo; el sui generis evento ocurrió durante el XXIII Congreso Eucarístico, en Bolonia, Italia. Sin embargo, el heterodoxo Benedicto XVI expresó su desacuerdo con su predecesor, criticó a Bob Dylan y agregó que “el rock es obra de Satán”, el líder de la iglesia católica dijo preferir a compositores como Mozart y Bach.

La relación entre el rock y el Satánico proviene desde la década de los cincuenta; pioneros como Elvis Presley o Jerry Lee Lewis fueron duramente atacados por la iglesia católica por supuestamente difundir el mensaje del maligno.

A finales de la década de los sesenta, el rock y las nuevas «amenazas» llegaban desde Inglaterra; The Rolling Stones con álbumes como Their Satanic Majestic Request y su clásico Sympathy for the devil arrasaban con las listas de éxitos.

The Beatles, tras sus experiencias con gurús hindúes, llegaban a los primeros lugares de las listas de popularidad con The White Album en el que, según los defensores de la existencia de mensajes satánicos ocultos, aparecen los primeros mensajes subliminales en las canciones “Revolution 1” y “Revolution 9”.

Sin embargo, éste no es el único caso que sería utilizado. John Bonham de Led Zeppelín; Brian Jones de The Rolling Stones; Bon Scott de AC-DC o el propio Jimi Hendrix, muertos todos en extrañas o crueles circunstancias, sirven para alimentar el mito del pacto de los músicos con Satanás.

Otra banda inglesa acusada de invocar a Satanás en todos sus discos es Black Sabbath; Ozzy Osbourne pasaría a ser en los ochentas el principal enemigo de muchas organizaciones cristianas norteamericanas tras grabar canciones como “Mr. Crowley”, dedicada a un supuesto mago «negro» de nombre Aleister Crowley que, a principios del siglo XX, había fundado su propia religión con ritos satánicos.

Sin embargo, Osbourne declararía en su autobiografía: “La compañía escogió poner una cruz al revés en la portada del álbum y así las personas prontamente asociarían a nuestra banda con el satanismo. Nosotros no quisimos saber nada de poner ese símbolo, pero la compañía insistió pues decían que era un gran método de comercialización”.

Judas Priest también fue objeto de una demanda al considerar que su disco Stained Class inspiró el suicidio de un par de adolescentes. También en la matanza del instituto Columbine, se llegó a acusar a Marylin Manson de incitador a la violencia en las aulas; al final ambas demandas fueron declaradas improcedentes.

Mensajes tras bambalinas

En una entrevista para la revista LIFE, en octubre de 1969, Jimmy Hendrix aseguró que se puede hipnotizar por medio de la música y para cuando el individuo alcanzara el punto más débil de resistencia, se le podía entonces predicar directamente en el subconsciente todo lo que se le quisiera decir.

Los defensores de la existencia de la comunicación subliminal, los describen como mensajes destinados a llegar al oyente justo por debajo del umbral de la conciencia. Quienes defienden su existencia, mencionan que dichos mensajes escapan al oído, a los ojos, a los sentidos externos y penetran en el subconsciente profundo del oyente, el cual está completamente indefenso.

Gary Greenwald, un predicador luterano, afirma que los mensajes enmascarados por los rockeros satánicos en sus canciones, pueden ser escuchados subliminalmente y así inducir a los oyentes al sexo y al uso de drogas.

Sin embargo, esto no es generalmente aceptado; el pastor Greenwald declaró que los mensajes subliminales necesitan una técnica especializada para poder difundirse. En el caso de la música, la técnica es conocida como backward masking process (proceso oculto al revés).

Así, tocando los discos en sentido inverso, según afirman los defensores de la existencia de los mensajes subliminales se pueden detectar palabras o frases muy breves (Power is Satan, Lord Satan, my sweet Satan, Satan he is god o Welcome Satan) en canciones de grupos como Led Zeppelin, Styx, Black Oak Arkansas, Electric Light Orchestra, Kiss o Queen.

Los principales hallazgos se encuentran en canciones como “Empty Spaces” de Pink Floyd, donde se puede escuchar el siguiente mensaje: «Acabas de descubrir el mensaje secreto del diablo.¡Comunícate con el Viejo, enhorabuena!» o “Stairway to Heaven” de Led Zeppelin: «Quiero ir al reino, quiero ir al infierno, al oeste plano de la tierra, canto porque vivo con Satán».

Para detalles paranoides, checa http://www.existenz.se/out.php?id=5693; ahí se incluye una lista de canciones donde supuestamente se hace referencia al demonio.

El reverendo… Manson

En uno de sus numerosos episodios de locura, Charles Manson se obsesiona con la canción “Helter Skelter” de The Beatles; dicho periodo deriva en una macabra matanza en la casa del cineasta Roman Polanski; cuando es capturado, el asesino repite debrayantemente una y otra vez que la canción tiene un mensaje concerniente al Apocalipsis.

Aseguraba que los bitles eran los cuatro jinetes del Apocalipsis, que le hablaban a través de las rolas contenidas en el White Album. Como dato curioso, la portada del álbum St. Pepper´s Lonely Hearts Club tiene una imagen del célebre ocultista negro citado antes, Aleister Crowley.

Veneno satánico

A finales de los ochentas, en Inglaterra, Iron Maiden y Mötley Crüe, en Estados Unidos, recurrían a la parafernalia satánica en sus portadas, tratando de capturar a seguidores que identificaba esos simbolismos a la perfección con evidentes intenciones comerciales.
También de Inglaterra es originario un trío (considerados como los progenitores de lo que después sería conocido como death metal) llamado Venom. Ellos hicieron del simbolismo satánico y anti-cristiano su frente de batalla, abriendo el camino para otras bandas como Slayer, Possessed, Onslaught y, más tarde, Deicide, Nocturnus, entre otros.

Las letras de Venom hablaban constantemente de Jehovah y Satán como entidades existentes. Durante la era Reagan, les fue legalmente prohibido tocar en Estados Unidos.

Con la aparición de bandas de black metal, muchos adolescentes encontraron una vía de escape, vinculándose con los que ellos suponían que estaban “asociados con el diablo” o los “enviados” del diablo. Saludaban a sus ídolos de rock agitando sus puños y mostrando el signo de los cuernos.

En aquellos años, Tipper Gore, esposa del ex vicepresidente norteamericano y Premio Nobel Al Gore, se molestó severamente con la canción “Burn In Hell” de Twisted Sister cuando, de hecho, las letras eran típicamente cristinas; es decir, ni los acusadores ponen suficiente atención a lo que critican.

Diabólico marketing

Muchos grupos de rock que en escena alaban a Satanás, terminado el concierto se comen una hamburguesa con todo y malteada para luego meterse temprano a la cama.
Desde que me acuerdo todo lo que se pone de moda lo relacionan con el chamuco, desde los Pitufos a Pokemon, pasando por las Ketchup y su Azereje!!!, hace años a Flans o hasta al Divo de Juárez.

La paranoia alrededor del satanismo en el rock ha hecho que se pierdan de vista otras corrientes filosóficas ligadas a la música. Hace más de 40 años, Larry Norman fue uno de los primero en utilizar al rock para manifestar su cristianismo; sus letras se manifestaron contra el racismo, el aborto, las drogas, la avaricia y el sexo adolescente.

El rock ha sufrido muchísimas variaciones desde su concepción hasta estos años que nos alcanzan con sintetizadores y códigos binarios, además de un adelgazamiento sustancial que a todo mundo asusta.

Esta evolución seguirá, pues la música es una manifestación cultural que se desenrrueda a la misma velocidad que la transformación de la ciencia y la tecnología. Permanecer con los oídos abiertos puede ser una interesante tarea, siempre y cuando nuestro cerebro esté bien amarrado a nuestra manera de observar el pasar de los años y la vida.

Hay que acercarse a este mundo con madurez, para no dejarse seducir y atrapar por la seducción de unas manifestaciones musicales, que le pueden quitar a uno la libertad.

Fuente/Autor: Koyote Lagañas

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