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Mundo Misionero Migrante

El Migrante en la Cruz. Libera mi Pueblo

27 de enero de 2020

Los nadie, la Cruz del y la migrante
Participación de Fray Raúl Vera, O.P.

Foro sobre Migración, El Paso, Texas. 2 de abril de 2011

“LOS NADIE”

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadie con salir de pobres,
que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca.
Ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadie la llamen,
aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadie: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadie: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre,
muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadie, que cuestan menos que la bala que los mata.

Eduardo Galeano

Víctimas en la Patria, en los países de tránsito y en los países de destino.

El poema de Galeano que he utilizado como introducción a mi charla, y lo seguiré citando a lo largo de ella, dio nombre a un documental de largometraje que hace ver el drama de la migración de las centroamericanas y los centroamericanos, pasando por México, camino hacia los Estados Unidos. Dicho documental pone bien claro las causas que impulsan desde sus propios países la migración forzada de la que son víctimas, y muestra, de forma muy cruel, a través del testimonio de las y los migrantes que son entrevistadas y entrevistados, el calvario de sufrimiento y terror que viven al atravesar nuestro país, México, con la esperanza de alcanzar la frontera norte y poder ingresar a Estados Unidos. Dicho documental, que ha sido premiado en varios foros de cine a nivel nacional e internacional, se llama “De Nadie”, porque sus personajes son precisamente “Los Nadie”, que le dan el título a aquellos y aquellas de quienes habla Eduardo Galeano en el poema que lleva ese nombre, porque son precisamente eso:

“Los nadie: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadie: los ningunos, los ninguneados…”

El director del documental ha tomado el pseudónimo de Dirdamal, y lo presentó en 2006. De ese tiempo acá, las condiciones económicas, no solamente de los países centroamericanos, sino del mundo, del mismo EEUU, han empeorado. En el caso concreto de México, las condiciones adversas que ya existían para las y los migrantes centroamericanos, han empeorado en este momento, porque es conocida de todas y todos ustedes, las personas que participan en este foro, la situación violenta en la que nos encontramos en México, situación que cada día se vuelve más grave. Las y los migrantes centroamericanos y ahora mexicanos también, padecen las consecuencias de esta violencia, que se ha convertido para ellos y ellas en una especie de trampa mortal, que acrecienta el peso de la cruz que ya cargan de por sí, por el sólo hecho de ser migrantes.

Galeano en su poesía “Los Nadie” se ubica muy bien dentro del corazón endurecido de quienes crean y producen a las y los empobrecidos del mundo, a “los jodidos”, los “rejodidos” de la tierra, como él los llama, es decir, los que no cuentan, los que no tienen el mínimo derecho al progreso y a un lugar en esta tierra. En el panorama que se respira en el mundo de hoy, en donde se busca acumular poder y riqueza a cualquier precio, como lo percibimos quienes trabajamos en la defensa de los derechos humanos, se manifiestan señales de querer exterminar a una parte de la humanidad.

Quienes trabajamos con la población migrante vemos con el corazón estrujado de dolor, el drama que viven quienes son pobladoras y pobladores del mundo en esta condición. Porque, si están caminando en el estado de desprotección que padecen, es porque no existe otra posibilidad para ellos y ellas en el planeta. Cuando emprenden su camino conocen perfectamente a lo que se enfrentan y, desgraciadamente, en su propia patria han sido preparadas y preparados para soportar sus penalidades, porque si ahora como migrantes no tienen un espacio seguro, es porque así vivían ya en su propia tierra. Son los y las “nadie”, a quienes se les percibe y se les visibiliza, solamente en la medida en que sirven para ser explotadas y explotados, es decir, para obtener una ganancia de cualquier tipo, a partir de ellos y ellas.

Son de esas personas que Galeano en “Los Nadie” describe como:

“Quienes no son seres humanos, sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número”.

En su propia patria decidieron salir cuando ya no resistieron la miseria y el hambre en la que se les mantenía, pues aún cuando tenían un trabajo, el salario que recibían de dicho trabajo no tenía nada que ver con los costos a pagar para tener un mínimo de calidad de vida humana. Cuando decidieron salir de su tierra, empezaron a ser visibilizados en la medida en que su partida significó la esperanza del monto económico de las remesas que ingresarían al país de donde salieron, a través de los familiares que se quedan ahí, a quienes supuestamente se las harían llegar. Lo mismo en los países de destino, si no murieron en su intento por llegar, esas personas empiezan a tener una significación en cuanto representan una mano de obra barata y dejan jugosas ganancia a los bancos que manejarán el envío de sus remesas. Es decir, como dice el poeta: “no tienen cara, sino brazos”, “no tienen nombre, sino un número”.

El “Tsunami” que provoca el crimen organizado

En México en este momento, como la ola que levanta un Tsunami, y se erige como una amenazante muralla de agua capaz de arrasarlo todo a su paso, para los migrantes se eleva una amenazante ola mortal de violencia, que a manera de un Tsunami, está dejando entre los migrantes terror y muerte, explotación y dolor. Me refiero a los secuestros de migrantes perpetrados por miembros del crimen organizado que azotan al país, cuyos estragos los realizan en complicidad con servidores públicos: policías, ejército y agentes de migración, pero también miembros de la sociedad. Todos ellos, todas ellas, sin escrúpulo alguno, hacen dinero de la desgracia de las y los migrantes, actuando como “enganchadores” en dichos secuestros.

Estas personas actúan sin la menor consideración de lo que representa para las y los hermanos migrantes el enorme esfuerzo que debieron realizar al emprender su camino, en búsqueda de mejores condiciones de vida para ellos, ellas y sus familias. Las terribles deudas que adquirieron en su tierra, con la esperanza de que la inversión que hicieron al emprender su viaje a los Estados Unidos, redituaría en una mejora notable para su vida y la de su familia.

No alcanzamos a medir la desgracia que representa para las y los migrantes y sus familias, el desenlace atroz en el que termina para muchas y muchos de ellos la desdichada aventura de la migración, cuando encuentran la muerte en manos del crimen organizado, o terminan cautivos de esas bandas, sometidos a trabajos forzados a favor de los negocio sucios de las mafias que les atrapan. Si logran escapar de sus captores, sea porque pagaron su rescate con un órgano de su cuerpo, que normalmente es un riñón, o por medio del dinero que enviaron sus familiares desde los Estados Unidos, estas personas prácticamente no pueden seguir su camino, el trauma del secuestro y las torturas que durante él sufrieron es terrible, lo percibimos y lo vivimos con ellos y ellas, cuando después de escapar, por el medio que sea, llegan a nuestras Casas del Migrante.

Volvamos a Galeano y su poema, que refleja el drama desdichado de los pobres del mundo de hoy, los que él llama: “Los Nadie”:

“Sueñan las pulgas con comprarse un perro, sueñan los nadie con salir de pobres,
que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca.
Ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadie la llamen,
aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.”

Paradoja y realidad de la migración: La esclavitud moderna

Cuánta razón tiene Jesús cuando nos advierte en el Evangelio que nos hagamos de amigos con el dinero tan lleno de injusticias (Cf. Lc 16,9), porque esos amigos los vamos necesitar cuando estemos ante Dios al final de nuestra vida. El día de hoy, cuánta importancia tenemos que dar a estas palabras de Jesús, especialmente quienes nos profesamos discípulas y discípulos suyos, porque el fenómeno de la migración forzada nos enseña cuán injusto es el dinero que hoy está circulando en el mundo.

La enorme cantidad de personas procedentes de los países centroamericanos que recorren México para llegar a los Estados Unidos, lo hacen en los techos de los trenes, escondidos en los vagones o agarrados de donde pueden, en el poco espacio que hay entre vagón y vagón. También lo hacen caminando en medio de las montañas o por lugares inhóspitos. En todo caso, siempre lo hacen expuestas y expuestos a accidentes fatales en el tren, y a toda clase de atropellos. La razón de todo esto es que no tienen un documento que les otorgue la garantía de poder viajar en un transporte público o privado, como lo hacen quienes pueden acreditar que son ciudadanos mexicanos, y si son extranjeros, que tienen un documento que ampara su estancia en México.

Está bien claro que el modelo económico mundial de Libre Mercado no está ofreciendo garantías de vida digna a una gran parte de la población mundial. Que la oportunidad de progreso verdadero e integral se está proporcionando a una parte mínima de las mujeres y los hombres que viven hoy en la tierra. Que los privilegios en el orden del bienestar económico de los que gozan la mayor parte de los habitantes de los países industrializados y con desarrollo, provienen del salario no pagado a los pobres del planeta.

Hoy entendemos que una de las dinámicas más extendidas de esta explotación del trabajo humano son las maquiladoras de las grandes empresas multinacionales, que por medio de ellas salen a pagar salarios de miseria a los países pobres. Dichas maquiladoras, que forman parte de la cadena productiva de las empresas multinacionales, no producen ningún tipo de progreso en los países en donde se instalan, al contrario, generan procesos de empobrecimiento progresivo, pues en ellas no hay sindicato, ni organización alguna que defiendan el salario y las prestaciones que contribuyan a la calidad de vida de sus trabajadoras y trabajadores.

Se convierten así en instrumentos que utilizan la fuerza de trabajo de quienes lo realizan, en aras del progreso de personas que se encuentran en otras regiones del mundo, caracterizadas como grandes centros de desarrollo económico, que ofrecen oportunidades de progreso a los países donde se encuentran y a quienes en el mundo colaboran con sus sistemas de esclavitud moderna, incluyendo a quienes desde los puestos públicos y sistemas políticos, ponen a sus ciudadanos en sus manos, a través de controles oficiales para mantener los salarios en niveles de miseria, y mediante la disminución al máximo de las cargas fiscales a esas Compañías.

Que triste y paradójico es ver las barreras que se levantan frente a las personas que llegan como migrantes a buscar trabajo a dichos centros de poder económico en el mundo. Centros de poder que se han formado a base del deterioro de la vida de quienes ahora emigran. Por medio de barreras físicas y legales se les impide el acceso, aún cuando el dinero de los salarios no pagados a ellos y ellas esté en el dinero acumulado mediante tantas injusticias, y las y los migrantes lleguen ahí a ofrecer su fuerza laboral, pero ahora en mejores condiciones salariales y nivel de vida, semejante al que ofrecen dichos centros de poder a los habitantes de los países donde están situados. Sin embargo, tanto los gobernantes como los habitantes de esas naciones les cierran las puertas, los expulsan y endurecen sus políticas migratorias para que no se queden. Son tratados y tratadas como si fueran personas extrañas y ajenas al progreso del que los ciudadanos de esos países gozan, gracias al trabajo mal pagado que ellos y ellas han padecido por años, y a los recursos naturales de sus países de origen, que las industrias extractivas explotan sin respeto a su hábitat, y a los derechos humanos de esa gente.

Es otro de los aspectos que desvela el poema de Galeano “Los Nadie”, las excusas que crean en su mente y en su corazón los endurecidos por la ambición de riqueza, que vela sus ojos para no identificar la dignidad de la persona de los pobres, creados por las injusticias que sistemáticamente se producen y se multiplican por el mundo entero el día de hoy. Para disimular tales injusticias, los soberbios de corazón buscan los subterfugios que les ayuden a mantener sin ningún recato los sistemas inhumanos.

Por medio de dichos sistemas aplastan cualquier intento de los pobres por ocupar el lugar que Dios les dio en esta tierra, solamente por el hecho de ser sus hijos e hijas, que llevan la imagen de Él impresa en su ser. Imagen que constituye el fundamento y principio de la dignidad humana, que dota a toda mujer y todo hombre con los derechos y deberes inherentes a su naturaleza. Uno de los intentos por los que las y los pobres intentan tomar su lugar en la construcción del mundo actual es la migración. Escuchemos en boca Eduardo Galeano y su poema “Los Nadie”, las excusas que seguimos inventando para no darles a los pobres su lugar en la historia:

“Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos…
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadie, que cuestan menos que la bala que los mata”.

Tomar la cruz del Migrante y la Migrante para liberarlos de su situación, es trabajar por la transformación de las estructuras injustas, que además de expulsarles de su propia patria, los rechazan de los espacios donde podrían tener acceso a una vida digna. Consiste en transformar el corazón humano y la mente humana para ayudar a cada una y a cada uno a reconocer la grandeza y la dignidad de cada persona. Como comunidad de Jesús, su Iglesia, hemos de entender que el trabajo por la liberación de los y las migrantes es integral y multidisciplinar. Sólo de esta manera podremos lograr todos los espacios y sectores de la sociedad desde donde se construye la esclavitud moderna.

Fuente/Autor: Escrito por Diócesis de Saltillo

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