“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

GOETHE
Carta de alguien popular
01/27/2020
Y BAJAR LAS DEFENSAS
01/27/2020

Tu Página

EL ÁGUILA HERIDA

27 de enero de 2020

Está de rodillas el águila
de rayas blancas y rojas,
golpeada en aquel corazón invencible
que hoy tal vez de piedra
se vuelve carne.

Es la última de las águilas de la historia:
desde los pasos ritmados de las legiones romanas
hasta el águila austro – húngara
la humanidad arrasa con las ilusiones
de un absoluto en el tiempo.

Desde el polvo de las torres de la nueva Babel
una tolvanera de emociones
y de llantos
ha allanado como tormenta del desierto
el entero planeta.

Estadios de juegos parados por un minuto,
la Formula uno vestida de luto
en la nueva hipocresía de nuestro hoy.

Amamantamos con millonadas
títeres que patean una pelota,
bailamos en el torbellino de carros
que corren sobre el filo de la locura,
nos enanejamos en el estampido
de discos irreales
y una vez más la sabana
de los bombardeos digitales
tapa y entierra el gemido de miles de pobres
que mueren sin estrépito.

Que rara esa águila puesta
sobre los cazas y los bombarderos…
no percibe la muerte de los demás,
los cadáveres amontonados día tras día
a lo largo de su historia.

El genocidio de los Indios
codificado por películas que aplauden
a la masacre del bárbaro plumado;
la mueca desfigurada de la muerte nuclear…
Hiroshima, Nasgasaky
y el terror de la guerra fría.

Nicaragua y el Salvador lloran aún los muertos
por el águila de rayas blancas y rojas
y con ellos un sin número
de hijos de América latina.

Vietnam y Rwanda,
África y Asia, Palestina y Medio Oriente
se han doblado bajo las garras de acero,
en el hosanna de bandas militares.

América de los pueblos,
América del mañana,
ojalá que tú también aprendas a llorar
y que tus lágrimas descubran
que la muerte muerde y duele en casa
y más allá de tu patio.

Rezo para que tú
puedas volar en las alturas,
sin muros de prejuicios
sin los tanques de tu arrogancia.

Tú también eres un columpio
entre la nada y el infinito.

Fuente/Autor: Padre Flor María

Comments are closed.