“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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DOMINGO DE RESURRECCIÓN

27 de enero de 2020

Los mensajeros de Dios, vestidos de blanco, dijeron a las mujeres que buscaban el cuerpo del Señor en el sepulcro que Jesús había resucitado, y este es el mismo mensaje que nos dirige hoy el evangelista San Lucas: ¡Jesús está vivo!

Sin embargo, al vivir inmersos en nuestras ocupaciones se nos puede escapar la grandeza de este anuncio. ¿Qué debe significar para nosotros hombres del siglo XXI la resurrección de Jesús?

D O M I N G O D E R E S U R R E C C I Ó N . R E F L E X I O N E S

“Al tercer día resucitó”, en esta piedra angular se basa la fe cristiana. El Señor de la vida había muerto, pero ahora vive y triunfa.

El Domingo de Pascua es el día en el cual Jesús salió de su sepulcro. Este hecho es fundamental para el cristianismo. La historia cuenta que en cuanto se hace de día, tres mujeres van al sepulcro donde Jesús estaba enterrado y ven que no está su cuerpo. Un Ángel les dice que ha resucitado. Van corriendo donde está la Virgen con los Apóstoles y les dan la gran noticia: ¡Ha resucitado! Pedro y Juan corren al sepulcro y ven las vendas en el suelo. El desconsuelo que tenían, ayer, se transforma en una inmensa alegría. Y rápidamente lo transmiten a los demás Apóstoles y discípulos. Y todos permanecen con la Virgen esperando el momento de volver a encontrarse con el Señor.

Éste es el día de la esperanza universal, el día en que en torno al resucitado, se unen y se asocian todos los sufrimientos humanos, las desilusiones, las humillaciones, las cruces, la dignidad humana violada, la vida humana no respetada.

En la Resurrección la vocación cristiana descubre su misión: acercarla a todos los hombres.

El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre el mal. Por esta razón los cristianos con gran júbilo celebran este día la Misa Pascual del Domingo de Resurrección.

“En este día de tu triunfo sobre la muerte, que la humanidad encuentre en ti, Señor, la valentía de oponerse de manera solidaria a tantos males que nos afligen”, clamó el jefe de la iglesia católica. (S.S. Juan Pablo II, 2004)

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