“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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¡CUÁNTO AMORE!

27 de enero de 2020

Esta frase, la escuchaba frecuentemente cuando estaba estudiando teología, y era una forma hasta irónica para expresar la camaradería o las discusiones que teníamos y que se convertía en momentos de risa. Esta frase sirve también para expresar el sentimiento que corre por nuestras venas al escuchar que Febrero es el Mes del Amor, y que ahora por cuestiones mercadotécnicas han tenido que añadir la palabra “Amistad” porque quienes se encontraban más solos que un ermitaño, no participaban del jolgorio; pero sobre todo no participaban del sistema comercial que nos “obliga” a demostrar nuestro cariño, amor, o simplemente nuestra simpatía a través de un regalo, de una caja de chocolates o de una tarjeta con frases mecánicas a las cuales tratamos de adaptar nuestro sentimiento, más allá de detenernos a pensar en el sentimiento mismo.
Sin embargo, estamos celebrando el mes del Amor y la Amistad, y se concretiza el 14 de Febrero cuando se celebra el Día de San Valentín, que yo no sé de dónde le viene la exclusividad a este santo, pues creo que los santos y las santas han llegado a ser lo que son porque se han convertido en manifestaciones vivientes del amor de Dios; pero bueno, eso es otra cosa.

LA AMISTAD COMO REGALO DE DIOS

La amistad es un sentimiento humano que experimentamos en nuestra vida hacia otra persona sin importar sexo, o edad o condición de vida y que se da como resultado de la confianza, del respeto y del compartir en nuestra vida por diferentes situaciones. No cabe duda que muchos poetas, filósofos, pensadores, escritores y personajes de la historia han hablado sobre la amistad. Este afecto humano, puro y desinteresado, y aquí comienza lo difícil se va fortaleciendo con el trato continuo que las personas llevan y se consolida hasta llevar a una comunión de almas en el sentimiento de la amistad.
Para algunos filósofos el amigo llega a ser el “otro yo” sin entrar en las dimensiones psicológicas del yo, sino alguien en el cual podemos reflejarnos y entender mejor nuestra persona a la luz de quien nos anima y confronta. Incluso algunos escritores de la Iglesia lograron identificar la “amistad espiritual” como aquella en la que dos personas a través del regalo de la amistad pueden compartir hasta la experiencia de Dios.
Obviamente, más allá de las teorías y de los escritos, está nuestra experiencia de amistad. Esta experiencia de descubrir a otra persona con la cual podemos mostrarnos tal cual somos sin tener que esconder nada y con la que nos sentimos bien. La amistad para compartir los momentos buenos y los momentos difíciles.
Y para este sentimiento, no bastan los regalos. No se puede expresar con ideas, o palabras, menos con frases de cajón impresas en la etiqueta de un regalo. La experiencia de la amistad, rebasa nuestro campo de entendimiento y se vuelve experiencia de vida.

EL AMOR COMO PRESENCIA DE DIOS

Si la amistad es un regalo de Dios, el amor, que está a la base de la amistad, es no solamente un regalo de Dios sino la presencia de Dios mismo en nuestras vidas. ¡Cuántas cosas no se han dicho sobre el amor! Y sin embargo, no se ha podido agotar el concepto. Porque nuevamente la experiencia de sentirse amado y de amar no puede verse agotada por las ideas o las palabras. Se dice que el amor mueve al mundo porque es como un motor que nos lleva a realizar muchas cosas, que nos lleva a sentirnos cercanos de la persona que amamos, que nos motiva y que nos infunde nuevos bríos en nuestra vida.
Y no es hablar solamente del amor oblativo, sino de la experiencia del amor diario. El amor nos lleva a la compenetración con la otra persona de tal forma que podemos ver a la persona en su realidad más completa, más allá de nuestros prejuicios, temores, de nuestros complejos o exclusiones.
El amor nos invita a dar lo mejor y a ser mejores. A producir bien como resultado de la experiencia de amor en nuestras vidas. Incluso hay quienes han expresado de forma muy poética –pero no distante de la realidad- que el Paraíso no consiste en otra cosa que la manifestación plena del amor y comunión, entre todas las personas y Dios.

AMOR Y AMISTAD COMO DOS REALIDADES FUERA DE ESTE MUNDO

Aunque hay que hablar con propiedad y decir que en la actualidad todo el discurso anterior suena para muchas personas de lo más cursi. Alguien me comentó el otro día que con discursos así, “uno agarra su patín” y se va por otro lado, pues la realidad es muy distinta, o la hacemos muy distinta.
Es muy triste ver cómo muchas “amistades” terminan tan rápido como empezaron. Muchas veces porque nos hemos acostumbrado, especialmente cuando somos jóvenes a sentir que todo mundo es nuestro amigo o amiga y que somos amigos de todo mundo. Confundimos la camaradería con la amistad. A veces la pasamos bien con una persona pero no va más allá de alguien con quien solamente expresamos cosas de “cliché,” es decir, frases pre-establecidas para las cuales ya existe una respuesta.
Otras veces la persona es nuestra “amiga” o “amigo” en tanto que coincide con nuestra forma de ser, o de pensar, o de hablar. Cuando la persona expresa algo distinto a lo que pensamos, entonces “damos por terminada” nuestra amistad. Ya no nos interesa la persona como tal, sino en cuanto a que es con quien no tengo dificultades.
También sucede que hay amistades “pragmáticas” que se forman en tanto que la persona es “necesaria” para mis intereses. En ese momento, somos amigos del alma, hay quienes se hacen hasta socios y compadres. Por una razón muy simple: nos necesitamos. La persona en sí, no me interesa, sino lo que aporta a mis intereses personales. Y muchas veces es la necesidad de ser escuchados, la necesidad de tener a alguien con nosotros, la necesidad de una alianza comercial o política lo que nos mantiene unidos. Cuando esta necesidad termina, entonces la “amistad” termina.
Y si esto pasa con la amistad, ni que decir con el amor. Entonces se vuelve “piiior” que a decir de muchas personas, esto es peor que peor. El amor también ha sido transformado a algo pragmático, utilitarista y de necesidad. Aunque vaya contra su naturaleza, se ha transformado en egoísmo, en ver solamente lo que a mí me conviene. Se ha convertido en apetito carnal, en deseo, en sentimiento pasajero, en algo para “pasar el rato.”
Es ahí donde se presentan muchos vacíos de la persona, que aparentemente rodeada de todo y hasta de “mucho amor” se siente cada vez más sola, cada vez más vacía y termina marchitando su vida sin la esperanza de sentir el amor nuevamente en su vida.

Y CUANDO LA EXPERIENCIA ES ASÍ, HASTA DIOS SE QUEDA LEJOS

En estos casos, la persona se ve imposibilitada de sentir a Dios, de sentir su presencia y su cercanía. Dios como fuente, origen y principio del amor, no se queda lejos. Nos da cada día la posibilidad de experimentar su amor a través de la experiencia humana del amor. A través de la experiencia diaria de la amistad, del compartir, del dar, del experimentar el sentimiento de afecto que el otro tiene para conmigo, Dios nos muestra su amor y despierta en nosotros la capacidad de corresponder de igual forma. Y cuando esta experiencia viene de Dios, de sentirnos amados por Dios, de compartir con Dios, entonces no solamente correspondemos, sino que de nosotros sale el amor.
Este Mes del Amor y la Amistad puede ayudarnos a entender el significado de estos dos afectos y poder revalorar nuestra vida en torno a las personas a las que queremos y a las que debiéramos querer más. Este Mes nos brinda la oportunidad de entrar en contacto con nuestra realidad más profunda de seres creados por el Amor de Dios para darnos una nueva oportunidad de acercarnos al otro y experimentar a través del sentimiento mutuo, la amistad y el amor en nuestras vidas.
El amor y la amistad no cuestionan para destruir sino para construir y crear realidades nuevas, más profundas. El amor y la amistad confrontan para sacar a la luz lo más bello que tenemos. El amor y la amistad nos ayudan a mantener en nosotros viva la Llama de Dios que emana como manantial a través de aquellos a los que amamos y nos entregamos sin medida.
Que este Mes nos ayude a recargar las pilas para que toda nuestra vida sea una celebración de Amor y Amistad, y no esperar cada año para en un día querer derrochar lo que no aprovechamos siempre.
Padre Chan, cs

Fuente/Autor: Padre Chan, cs

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