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Mundo Misionero Migrante

Creciente participación de mexicanos en la sociedad civil estadunidense

27 de enero de 2020

Analizan en foro a los migrantes como actores políticos y sociales transformadores

Washington, noviembre 2005

Todos los días se habla de vulnerabilidad, abuso, falta de protección y de respeto a los derechos básicos de los migrantes. Queda la impresión de un mar fluido de humanidad que vive en las sombras, sin rostro, y que, a pesar de que en conjunto es la segunda fuente de recursos internacionales para México, no tiene voz y hasta hace muy poco casi ni voto en torno a su realidad.

Pero resulta que es tal vez el actor más poderoso a escala binacional. No hay otro que afecte y transforme la vida económica, social y política de ambos, Estados Unidos y México, todos los días, y en tantas dimensiones. Mientras los políticos en Washington y el Distrito Federal permanecen estancados en la negociación sobre un acuerdo migratorio, como en otros rubros, esa negociación avanza cada día en miles de rincones de estos dos países, con un impacto no sólo sobre el “tema migratorio”, sino en los grandes asuntos nacionales y bilaterales.

Ejemplos: la Federación de Clubes Zacatecanos del Sur de California ha devenido en referencia obligada para todo político en Zacatecas y para presidentes municipales y otros funcionarios del estado más poderoso de Estados Unidos. Sus contrapartes michoacanas, poblanas, guerrerenses, jaliscienses, oaxaqueñas, mexiquenses y guanajuatenses, organizadas desde decenas de entidades en California, Chicago, Dallas, Nueva York, por el sur de Estados Unidos, en lugares tan novedosos como Alaska, Idaho, Oregon, Washington y decenas más, se vuelven actores de enorme incidencia, tanto en sus lugares de origen como de destino.

Más: muchos de los frentes de la lucha sindical, comunitaria y políticas estatales ahora están encabezados por inmigrantes, en particular mexicanos, en este país. Algunos dicen que los mexicanos están resucitando los movimientos sociales estadunidenses históricos en las luchas por derechos laborales y derechos civiles, así como en la pugna por educación, salud, vivienda y más.

Cada vez más el profundo sur de Estados Unidos se vuelve bilingüe. En el centro de Nueva Orleáns se reporta que por ahora el idioma que más se escucha es el español (con los migrantes dedicados a limpiar esa ciudad tras el huracán Katrina). Pero otras zonas son multilingües, ya que desde Nueva York a pueblos desconocidos en California; de San Francisco hasta Georgia, se escuchan los idiomas indígenas, registrando la presencia de cultura y pueblos otomí, maya, nahua, purépecha y mixteco, entre otros.

Resumen varios líderes: “Hemos sido los que no somos de aquí ni de allá. Ahora vamos a ser tanto de aquí como de allá; dos cosas a la vez”.

Este fue el tema de un foro posiblemente sin precedente realizado este fin de semana en la capital estadunidense, en el que el enfoque se centró en la presencia de este nuevo actor binacional, y sus relaciones y/o participación con otros sectores, inclusive el gobierno mexicano, las organizaciones tradicionales latinas de Estados Unidos, el mundo sindical, la Iglesia, así como su autogestión y sus expresiones organizativas en ambos lados de la frontera.

El foro, denominado La participación cívica y política del migrante mexicano, fue organizado por el Centro Internacional Woodrow Wilson y el Departamento de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de California en Santa Cruz. Los coordinadores, Gaspar Rivera Salgado y Jonathan Fox, señalaron que el propósito era empezar a evaluar e identificar la presencia de lo que llamaron sector de “binacionalidad cívica”, y sus formas de participación y expresión social, política y económica en ambos países.

La construcción de esta “sociedad civil emergente”, destacó Rivera, nace con redes informales que se van institucionalizando, de grupos de apoyo a clubes de “oriundos”, a federaciones regionales y estatales.

A la vez, señalaron Rivera y Fox, estas expresiones sociales migrantes mantienen una agenda política de temas bilaterales, y eso los convierte en interlocutores bilaterales autónomos. El número de estas asociaciones y clubes de oriundos ya supera los 600, y continúan multiplicándose. A la vez, los migrantes se expresan mediante otras organizaciones y alianzas con otros sectores.

El foro fue un encuentro entre representantes de estos mundos; confluyeron dirigentes de organizaciones de migrantes, hasta comités de jornaleros, organizaciones nacionales de latinos, sindicatos nacionales, representantes de la Iglesia católica, medios de información e investigadores.

Se abordaron, por ejemplo, las tensiones entre el mundo de nuevos inmigrantes y las organizaciones latinas establecidas hace generaciones, los intereses mutuos o enfrentados entre ambos, como las prioridades binacionales de los primeros frente al enfoque doméstico sobre temas de ciudadanía y derechos civiles de los latinos.

Se recordó que los sindicatos surgieron en parte de asociaciones de defensa de trabajadores migrantes, de las formas de organización de los nuevos migrantes latinoamericanos como en la Coalición de Immokalee, que, representando a una mayoría de indocumentados, logró obligar a una de las empresas nacionales, Taco Bell, a negociar tras una lucha y un boicot de tres años, campaña que triunfó por las alianzas que se construyeron entre los trabajadores migrantes, iglesias, estudiantes y organizaciones de derechos civiles a escala nacional.

Se analizó el papel fundamental de las Iglesias, en particular la católica como instancias de “fusión y reunión” para migrantes, y cómo se convierten en focos de organización, defensa y expresión de los migrantes.

Se habló de cómo los medios latinos y mexicanos registran y, a la vez, son expresión de este mundo trasnacional de los migrantes, de periódicos como La Opinión, fundado hace casi 80 años por un inmigrante mexicano, hasta expresiones como el experimento de Radio Bilingüe, voz de esta comunidad, entre otros, pero cómo también los medios latinos no necesariamente captan aún el carácter trasnacional del mundo de los migrantes mexicanos aquí ni en México.

Fox señaló que en este universo hay diferentes campos, algunos paralelos, otros entrelazados, de expresión social y política. Entre éstos, están los participantes en la “filantropía desde abajo”, financiando desde aquí iniciativas de desarrollo en sus lugares de origen; otros están por participar mediante el voto en el exterior y, a la vez, están obrando en sus comunidades aquí como trabajadores organizados, padres escolares, en iglesias y como nuevos ciudadanos.

Las expresiones organizadas de este nuevo actor hacen necesario repensar y replantear el concepto de migrante en el caso de México y Estados Unidos. Pasa de ser considerado “objeto” para ser estudiado, analizado o manipulado por políticos, a un “sujeto” que cada día más redefine la relación binacional y, a la vez, transforma cotidianamente la realidad de ambos países.

En unos días se podrán revisar materiales y lista de participantes del foro en www.wilsoncenter.org.

Fuente/Autor: DAVID BROOKS CORRESPONSAL / JOrnada sin Fronteras

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