Filósofos, poetas, sociólogos y hasta teólogos cristianos han hablado de la muerte de Dios. Gobiernos poderosos, con un aparato militar y político tremendo, decretaron su muerte y están ajusticiándolo hace más de 2000 años. Hay un enorme museo en Leningrado-Rusia que ha querido ser el mausoleo, o el cementerio de Dios. Muchos otros lo han querido matar, riéndose, haciendo burla de Él, echándolo a broma, o prescindiendo soberanamente de Él. Hace más de cien años, el poeta alemán Heine oía al sonar de la campanilla del viático para Dios moribundo y escribía ya entonces que le estaban dando a Dios los últimos sacramentos. “Dios ha muerto”, gritó, y su grito halló eco en universidades, teatros, en las calles… del mundo. […]