En un campo de concentración nazi se colgó a un hombre. Alguien, señalando a la víctima, y en señal de mofa, preguntó a un creyente que tenía al lado: “¿Dónde está ahora tu Dios?”. “¿No lo ves? -le respondió-. Está allí, en la horca”. A diario escuchamos, vemos o asistimos a tragedias consumadas. Muertes inesperadas, como la de los nueve infantes que perdieron la vida en las aguas de un canal en Salamanca, Guanajuato. O los cinco abogados asesinados en la Ciudad esta semana. O todas esas desgracias que suceden lejos, en Colombia con las FARC. O cerca, en nuestras calles, en las camas de los hospitales, en la puerta de enfrente, a nuestros vecinos, sin que nadie se percate […]