Pero Dios no nos llama a la existencia nada más para que vivamos, crezcamos, nos reproduzcamos y nos muramos. No somos animales. El tiene un proyecto grandioso e inefable para cada persona llamada a la existencia. Si ha constituído a los esposos como colaboradores suyos en la procreación, es para un fin mucho muy superior al mero deseo de llenar la tierra de seres humanos. Cada uno de nosotros, todos los hombres y mujeres que poblamos la tierra, estamos llamados desde antes de la creación del mundo, como nos dice San Pablo en su maravillosa carta a los Efesios, a participar de su propia VIDA DIVINA, hasta la eternidad, lo que llamamos la GRACIA SANTIFICANTE. Este llamado, esta vocación a […]