El excelente portero de Alemania tuvo, en la inuguración del mundial, una tarde de trabajo. Le encajaron sólo 2 goles. El resultado era presumible. Las pantallas nos muestran deportistas habilidosos, jóvenes, y algún que otro veterano que podría convertirse en árbitro. Sin ánimo de ofender, uno percibe que que la mayor parte de los árbitros son un poco calvos y fueron futbolistas. Cuando esto sucede, utilizan discretamente el silbato. Otros, con menos pelo, suelen pitar más. El caso es que este mundial tiene un nombre, un eslogan: «El fútbol y la hermandad: El mundo entre amigos». Y esto ya es noticia, muy buena noticia. Parece que el fútbol, además de deporte, además de negocio y diversión, tiene otro tinte. Al […]