La Cuaresma, bien lo sabemos, es un camino de penitencia y purificación hacia la Pascua. Siempre con luz en el horizonte. Pero no cabe duda de que, desde los antiguos profetas hasta el Bautista, y lo mismo Jesús y sus apóstoles, todos practicaron y recomendaron el ayuno como camino de conversión y purificación, o de ofrenda a Dios sin más, el caso de Jesús. El daba por descontado que los judíos de su tiempo practicaban el ayuno, al decirles que, cuando lo hicieran, no se pusieran caritristes como los fariseos, sino que se acicalaran y perfumaran (Mt. 5,17). Cierto que sus discípulos ayunaban menos que los de Juan Bautista (Lc. 5,32), porque lo que más le iba a Jesús no […]