Empezaron como jugando. Primero le apretó muy fuerte en un brazo, luego un golpecito en la cabeza. Y alguna palabrota. Ella no protestó, no le dijo nada a él, a su novio, tampoco se lo platicó a su mejor amiga, menos a sus familiares. Pasó el tiempo. Una noche, después de una fiesta, él, borracho, la insultó, la abofeteó, le jaló los cabellos. Y desde entonces las agresiones se repitieron, cada vez más fuertes, más constantes. Te madreo pero te amo, como a nadie, como nunca. Lo que pasa es que no me puedo controlar, soy celoso, violento, salvaje por naturaleza le dijo él, de 18 años, en uno de los varios momentos de reconciliaciones. Así siguieron hasta que una […]