La mayor vigilancia de EU no arredra a aspirantes: “como quiera vamos a pasar”
Católicos denuncian las políticas salvajes del gobierno mexicano contra los centroamericanos.
Los daños causados por los frecuentes fenómenos meteorológicos en la zona sur de México y en Centroamérica, así como el paulatino deterioro de la economía y los bajos salarios en esas regiones propiciaron que en 2005 se duplicara la ocupación de las casas del migrante fronterizo respecto del año anterior.
Una vez en la frontera norte de México, los inmigrantes, sin distinción de nacionalidad, son tratados como delincuentes por los gobiernos de los estados fronterizos, los cuales disponen operativos policiacos permanentes para acosarlos (física y sexualmente), intimidarlos y detenerlos con falsas acusaciones.
Los responsables de dos de estos albergues temporales fronterizos expusieron que medidas estadunidenses como la ampliación y reforzamiento de la vigilancia y la construcción de muros limítrofes no desanima a los migrantes.
La pobreza y la desesperación de haber perdido familia y patrimonio propician que, por ejemplo, cuando los migrantes centroamericanos son detenidos para ser deportados, claman a sus captores “morir, antes de regresar a su tierra”, donde regularmente ya nadie los espera.
Pedro Pantoja, coordinador de la Pastoral Migratoria de la diócesis de Saltillo, Coahuila, y director de una de las casas del migrante del estado, expuso que las protestas del gobierno mexicano contra las medidas antimigrantes de Estados Unidos, “no coinciden con las políticas salvajes y extremas que el gobierno mexicano ejerce contra los inmigrantes centroamericanos”.
Denunció el acoso que está aplicando “desmedidamente” contra el albergue el gobernador Humberto Moreira, quien en diciembre pasado asumió el cargo. Expuso que las medidas policiacas de las autoridades mexicanas contra los migrantes incluyen persecuciones aéreas y capturas de mujeres para abusar sexualmente de ellas.
Con el gobierno de Humberto Moreira, comentó, las medidas intimidatorias van en aumento: “cuando celebrábamos una posada -con migrantes, pobladores e invitados-, un helicóptero del gobierno estatal sobrevolaba la casa y todos los días la aeronave vuela rasante con un oficial en la puerta portando un arma de grueso calibre.
“Recién hemos observado muchos casos de personas mutiladas a causa del acoso de los guardias de trenes. A los varones los arrojan a propósito a las vías, previa golpiza; y en el caso de las mujeres, si éstas se niegan a satisfacer sus deseos sexuales, también son arrojadas”, señala.
Cifras de Pantoja señalan que en 2004 la casa Belem, a su cargo, atendió a 4 mil 960 migrantes, y en 2005 la cifra superó los 10 mil; al albergue llegan centroamericanos y mexicanos.
Además, 60 por ciento de los foráneos son hondureños: 15 por ciento salvadoreños; 10 por ciento guatemaltecos; 5 por ciento nicaragüenses, y el resto de otras naciones; en cuanto a las edades, 60 por ciento son menores de 25 años y sólo 10 por ciento mayores de 35 años.
Por su parte, el responsable de la Casa del Migrante de Nuevo Laredo, Leonardo López, señaló que las deportaciones por la región oscilan entre 85 mil y 100 mil al año; de ellas, 90 por ciento son mexicanos del sur de la República, además de hondureños, guatemaltecos y salvadoreños.
Reportó que la Casa del Migrante de San Luis Potosí recibió el año pasado a 20 mil migrantes; 90 por ciento de los cuales eran centroamericanos, y en Nuevo Laredo éstos alcanzaron una proporción entre 60 y 65 por ciento.
La población que atendió la casa a su cargo en 2004 fue de 9 mil 700 personas, y a principios de diciembre de 2005 la cifra llegaba a 11 mil 700; 65 por ciento centroamericanos y el resto mexicanos. Del total, sólo 5 por ciento fueron mujeres y 2 por ciento niños.
Entre los inmigrantes que recibimos, dijo, ninguno se ha desanimado, todos dicen: “como quiera vamos a pasar”.
Fuente/Autor: GABRIEL LEON ZARAGOZA / Jornada Sin Fronteras