OLLUR, India
Un «tabernáculo en movimiento», una religiosa en oración continua que a la vez llevaba a los demás el tesoro de su corazón: así ha sido presentada sor Eufrasia del Sagrado Corazón de Jesús Eluvathingal, beatificada el domingo (primero de Adviento) en Ollur (archidiócesis india de Trichur).
Religiosa profesa de la Congregación de las Religiosas de la Madre del Carmelo, la nueva beata nació en 1877 en la diócesis india de Trichur, en Edathurhty; en el siglo se llamó Rosa Eluvethingal.
Perteneciente a la Iglesia oriental de rito siro-malabar, fue superiora general de las religiosas carmelitas de Koonammavu, y recibió dones carismáticos.
En la India se la recuerda también por su entrega durante el estallido de una epidemia de cólera.
En el convento carmelita de Ollur, donde había permanecido 48 de los 52 años de su vida religiosa, falleció en 1952. Allí recibió sepultura. Fue proclamada sierva de Dios en 1987 y venerable en 2002.
Este año el Papa promulgó el derecho por el que se reconoció un milagro atribuido a la intercesión de la religiosa india, hecho que abrió las puertas a su beatificación. Se trató de la desaparición completa de un sarcoma de hueso pélvico en Tharakan Thomas, de 55 años, en 1997.
Presidió la solemne ceremonia de beatificación en Ollur el cardenal Varkey Vithayathil, arzobispo mayor de Ernakulam-Angamaly, quien leyó el decreto por el que Benedicto XVI inscribe a la religiosa india en el catálogo de beatos.
Igualmente concelebraron el nuncio apostólico en la India, el arzobispo Pedro López Quintana, y monseñor Jacob Thoomkuzhy, arzobispo de Thrissur, 31 arzobispos y obispos y más de 150 sacerdotes. Más de mil religiosas participaron en la ceremonia, según publica este lunes la Conferencia de los Obispos Católicos de la India recogiendo datos de «Sar News».
«Una gran mística que se dedicó completamente a Jesús, su esposo, su Rey, su Dios»: así describe a Sor Eufrasia el postulador de su Causa de Beatificación, el padre Giorgio Nedungatt, en los micrófonos de «Radio Vaticana».
«Jesús la aceptó en una relación de unión mística y esponsal, haciéndola partícipe en sus sufrimientos de la Pasión, pero también en el gozo de la Resurrección; tanto que ella transmitía un ambiente de paz, tenía siempre una sonrisa atractiva y celestial», relata.
La religiosa «pasaba mucho tiempo, casi todo el tiempo libre, ante el tabernáculo en adoración al Santísimo Sacramento, y la gente, fuera de la capilla, veía en ella a una religiosa siempre con un rosario en oración», de ahí que por un lado las religiosas la llamaran «tabernáculo en movimiento», y la gente la llamara sencillamente «la madre orante», añade el padre Nedungatt.
Así que Sor Eufrasia fue una religiosa que «supo orar, subir las cumbres de la vida mística, pero al mismo tiempo llevaba a la gente el tesoro de su corazón», puntualiza.
Y el mensaje de Sor Eufrasia «al mundo de hoy, en peligro de dispersarse entre muchos atractivos y distracciones, es el de tener la mirada orientada al cielo, donde está nuestro verdadero tesoro, como dijo Jesús»; por lo tanto «vida de fe, vida de caridad, concentrada en la Eucaristía», subraya el postulador de su Causa.
De hecho recuerda el padre Nedungatt que el Papa regaló un ostensorio al convento de Santa María, en Ollur, donde Eufrasia pasó toda su vida en oración, «y este ostensorio fue mostrado a toda la gente durante la ceremonia de beatificación, con el mensaje de que es una invitación a todos a adorar a Jesús en el Santísimo Sacramento».
«La Eucaristía que celebramos en la Misa es el Pan de Vida que después recibimos bajo las especies sacramentales»; «la Eucaristía es una Persona que encontramos en la fe, que recibimos en el corazón, que se queda con nosotros como un compañero, nuestro amigo. Éste es el mensaje que el Papa quiere comunicar con este gesto de generosidad, con el don del ostensorio», concluye.
Fuente/Autor: Zenit