“La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.”

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ADVIENTO JUVENIL 2007

27 de enero de 2020

INTRODUCCIÓN

La Navidad es para el cristiano una de las principales celebraciones de su fe. En ella encuentra una de las más grandes manifestaciones del amor de Dios por los seres humanos, el cual quiso que en su Hijo se unieran la naturaleza divina y nuestra naturaleza.
La Iglesia, como Madre y Maestra, nos invita cada año a disponer el corazón y renovar nuestra fe para celebrar este gran acontecimiento salvífico de la Navidad; y para ello nos ofrece el tiempo de Adviento que, ante todo, es un tiempo de gracia y a la vez constituye una formación permanente y una profundización de la vida cristiana en sus actitudes fundamentales de fe y esperanza.
El Adviento es, por lo tanto, la celebración del misterio siempre en acto de Dios que continuamente viene a nuestra historia: la primera venida de Cristo que, conmemoramos cada Navidad se hace acontecimiento cotidiano en el hombre y en la comunidad de creyentes, siempre en la prospectiva de un cumplimiento, del cuando “vendrá de nuevo” al final de los tiempos.
La Sección Diocesana de Pastoral Juvenil ofrece el presente material de “Adviento Juvenil” con la finalidad de animar y ayudar a que los jóvenes de nuestra Diócesis se preparen lo mejor posible a la celebración gozosa de la Navidad. Para ello, como otros años, se propone el camino de la lectura, meditación y oración de la Palabra de Dios: “Lectio Divina”, que es un medio privilegiado para el encuentro de los jóvenes con Jesús y su mensaje. La temática de reflexión gira en torno a los Evangelios y a las Oraciones del Misal Romano de los cuatro domingos de Adviento que nos ofrece la liturgia del ciclo A: la llamada vigilancia escatológica del final de los tiempos, las consignas del Bautista sobre la conversión y la preparación de los caminos del Señor, y finalmente, la preparación inmediata a la Navidad.
Ahora, señalamos algunas indicaciones indispensables para el uso y vivencia de la Lectio Divina, donde pretendemos también que los jóvenes vayan aprendiendo a utilizar y gustar tan valioso medio de crecimiento espiritual.

Es necesario orar con la Palabra de Dios.

Las primitivas comunidades cristianas vivían en un mundo fuertemente secularizado, paganizado, por una parte más religioso que el nuestro, pero por otra parte sumamente cerrado. Solamente a través de la fuerza del Espíritu Santo pudieron elaborar las estructuras comunitarias y civiles el obrar cristiano.
La situación que nosotros vivimos hoy es muy parecida, aunque menos grave. Nuestro mundo secularizado ya no da más a través de sus estructuras; las normas implícitas del obrar cristiano que la persona y la comunidad deben reencontrar por medio de la fuerza contemplativa es un gran imperativo. La Palabra divina, hecha oración, es de suma importancia para la Iglesia en estos tiempos de prueba. Siguiendo a Jesús y animados por el Espíritu Santo, los jóvenes encuentran también en la oración una expresión concreta de encuentro y diálogo con Dios Padre y amigo, una motivación para su vida y su trabajo diario, un tiempo para la alabanza y la acción de gracias, una fuerza renovadora para su fe y sus esperanzas, una fuente de alegría y de gozo pascual y un impulso para continuar entregándose y viviendo en comunidad fraterna con los demás.
El encuentro y la relación frecuente con el Señor, posibilita el discernimiento (cfr. Ef.5, 9-11) y el reconocimiento de la acción del Espíritu en la Iglesia y en el mundo. Este discernimiento abre a los jóvenes a lo nuevo, les ayuda a descubrir lo que el Espíritu o el pecado están obrando en el mundo, promueve cuestionamientos personales, lleva a encontrar a Dios presente en sus vidas cotidianas y a acoger su Espíritu que hace nuevas todas las cosas (cfr. Ap.21,5).

La lectio Divina es…

La Lectio Divina tiene una historia de por lo menos 2500 años, porque ya se practicaba en el Antiguo Testamento. La practicaban los profetas respecto de las tradiciones precedentes, los sabios respecto de los profetas y hasta los rabinos la conocía muy bien. Los santos Padres de la Iglesia la estructuraron de una manera muy sencilla, misma que, hasta el día de hoy es un camino muy recomendado para el crecimiento espiritual de todos los cristianos.
El Cardenal Carlos María Martín nos ofrece una definición de la Lectio Divina; definición sencilla, pero que encierra lo esencial de este itinerario espiritual. Los invitamos a asimilar las características que comporta la Lectio Divina como criterios prácticos que nos ayuden a entrar en diálogo amoroso con nuestro Dios, a través de su Palabra revelada.
El Cardenal Martín afirma: “la Lectio Divina es el ejercicio ordenado de la escucha personal de la Palabra”.

EJERCICIO: es algo activo, y por eso, es importante. En una experiencia religiosa hay muchas cosas pasivas, que hacemos llevados por otros o por costumbre. La Lectio es un momento en el que uno se compromete, se decide, camina. No se trata de la escucha pasiva de la Palabra, sino actividad personal de respuesta, oración y contemplación.

ORDENADO: es un ejercicio con su dinámica interna, sencillísima y que, frecuentemente, olvidamos. Como consecuencia, la Escritura nos parece árida y concluimos que no nos sirve para orar.

ESCUCHA PERSONAL: no es la escucha de un sermón, de una homilía, de una palabra leída en la Iglesia. Es el momento personal de escucha que hace de equivalente necesario en el momento comunitario. Hay una relación estrechísima entre la palabra leída en la liturgia y la lectio: la lectio es como la prolongación y la preparación personal de la escucha comunitaria. Sin la escucha comunitaria, la Lectio Divina se convierte en individualismo; sin la Lectio Divina, la escucha comunitaria cae en la generalidad.

DE LA PALABRA: es Dios quien habla, Cristo quien habla, el Espíritu quien habla. Me habla la Palabra que me ha creado, que tiene el secreto de mi vida, la clave de mis situaciones históricas presentes. Me habla el Espíritu que penetra en toda realidad económica, social, política y cultural del mundo. Es siempre escucha de la Palabra con mayúscula: la Palabra que hizo el mundo, lo sostiene, lo guía y lo rige.

LAS PARTES DE LA LECTIO DIVINA SON…

La Lectio Divina está compuesta por tres etapas fundamentales que pueden convertirse en cuatro o siete, cuando se quiere explicitarla en su profunda valía.
Lectio, Meditatio, Contemplatio son las tres etapas que la Iglesia siempre ha considerado y vivido, y que no hay que descuidar ni saltar.

a) Lectio: quiere decir leer y releer el texto sagrado para captar los elementos que contiene. La operación es facilísima: se pone atención en los verbos, en los sujetos, en los sentimientos, en las cualidades de acción, en los hechos que se suceden de modo consecutivo o de manera polémica. Sino acepto el texto a la ligera, sino me contento con una primera lectura, me revelará algo nuevo cada vez que lo leo. Me vendrán a la mente pasajes análogos o afines de la Escritura reactivando la memoria bíblica. La Lectio se amplía del contexto inmediato al más amplio y a los paralelos. Es muy importante acercarse al texto sin prejuicios y sin proyectar nuestra subjetividad. La pregunta que debemos hacernos en la primera etapa del itinerario es ésta: ¿qué es lo que decía el texto en su contexto?
Todos pueden hacer la lectio, porque no es la exégesis propiamente dicha. Si no nos empeñamos en hacerla, el texto nos dirá dos o tres cosas que ya sabemos y que luego tratamos de aplicar, de algún modo, a la vida cotidiana; pero no podrá desencadenar toda la potencia vital que encierra. Es como un pedazo de hierro fundido que hay que volver a derretir para que se manifieste la fuerza de cada una de sus partes.

b) Meditatio: a un cierto punto, cuando lo queramos –depende de la costumbre y del tiempo que tengamos – , se pasa a la meditatio que pone en relieve los valores permanentes del texto. Mientras la lectio se detiene en las palabras la meditatio comienza a reflexionar sobre los sentimientos, sobre las acciones, sobre las actitudes.
Consideremos las actitudes de Dios hacia el hombre: la misericordia, la fidelidad, la justicia. O también los comportamientos del hombre para con Dios: los positivos – arrepentimiento, alabanza, acción de gracias – y los negativos –mentira, vileza, traición, temor -.

Los valores permanentes que emergen se convierten en fuente de confrontación con mi situación personal: me pregunto cómo los vivo, cómo los veo, cómo me encuentro con ellos, y entro en contacto con la dinámica de los sentimientos de los que es vehículo el texto.
Es el meditar de María, que compara un acontecimiento con otro, que se interroga sobre las actitudes de Jesús, aparentemente contradictorias (Jesús perdido en el Templo), para comprender el misterio divino que unifica esos valores opuestos. A través de esta meditatio, María entra en el misterio de Dios. La pregunta no es ya: ¿qué decía el texto en su contexto?, sino ¿qué me (nos) dice el texto en mi (nuestra) situación?
La lectura y meditación del texto nos conduce a la oración. Hasta ahora hemos intentado escuchar a Dios que nos habla en su Palabra, pero esta escucha nos mueve a dirigirnos a Aquel cuya palabra hemos escuchado. En la oración entran en juego el corazón y los sentimientos. Es una respuesta profundamente nuestra, que se expresa en la súplica, la alabanza, la acción de gracias, de reproche… La pregunta aquí es: ¿qué es lo que el texto me hace decir a Dios?.

c) Contemplatio: la contemplación tiene lugar cuando la multiplicidad de los sentimientos, de las reflexiones, de la oración, se concentra en la contemplación del misterio de Jesús que está presente en cada página bíblica.
Es ir más allá del trozo y de los valores que el trozo evidencia, saciándolos y alimentándolos con la Presencia divina que obra en las acciones descritas. La contemplación no supone en modo alguno una evasión de la realidad, sino una penetración en lo más profundo de la historia y del designio salvador de Dios, que lleva al compromiso y a la acción para hacer presente en el mundo dicho designio salvador.
En efecto, el texto sagrado es una revelación que el Dios invisible hace de sí mismo mediante los hechos, las palabras, las expresiones del pueblo de Dios, de Cristo, de los apóstoles.
La lectio se puede explicar; la meditatio es más personal; la contemplatio la suscita en nosotros el Espíritu Santo.
Pidámosle a la Virgen que nos ayude a entrar en su contemplación cristológica y eclesial, porque es la que necesitamos, y es la que, con la ayuda divina, quisiéramos vivir juntos durante este nuevo año y toda nuestra vida.

TEMA 1
“¡VEN SEÑOR!, ¡MARANATHA!”

1. OBJETIVO:
Que los jóvenes descubran que el Adviento es el tiempo de preparación para recibir a Jesús como su Salvador, y tiempo de compromiso como constructores y protagonistas del nuevo milenio.

2. ACTITUDES A DESARROLLAR:
• Conciencia de la necesidad de la presencia de Jesús en la vida del joven.
• Vigilancia llena de gozo y paz.
• Actitud crítica ante los hechos de la vida.

3. ORACIÓN INICIAL:
Hasta el presente pasamos hambre, pasamos sed y desnudez;
somos abofeteados y andamos errantes.
Insultados, bendecidos, perseguidos, lo soportamos
si somos difamados;
respondemos con amor.
Hemos venido a ser la basura del mundo
y el estropajo de todos.
Porque pienso que a nosotros los apóstoles,
Dios nos ha asignado el último lugar.
Como condenados a muerte,
puestos como espectáculos para el mundo,
para los hombres… (1Cor. 4).

Se recita la oración despacio y con música suave. Al terminar, compartir la frase que más les haya gustado y la exhortación que de ella procede.

4. MOTIVACIÓN:
Hemos llegado a otro Adviento. Un Adviento nuevo y diferente, pues nos está tocando vivirlo. Un Adviento que nos prepara a la gran fiesta de la encarnación de Jesús, un momento de gran gratitud porque Él se hizo hombre como nosotros, encarnándose en nuestra historia, nuestro tiempo, la cultura y la condición humana, para devolvernos nuestra dignidad como hijos de Dios; y, por otro lado, esperamos su segunda venida, que ha de suceder al final de los tiempos. Pero antes de esta venida de la cual no sabemos el día ni la hora, hemos de preparar nuestro corazón para que nazca en él Jesús, así como lo hizo en Belén, transformando al hombre viejo, en el hombre nuevo, renovado en Él.

A veces, al pensar en el Adviento, me imagino y compara a cada uno de los jóvenes como el pueblo de Israel cuando caminaba en el desierto. También recuerdo que somos parte de esa Iglesia de peregrinos en el mundo (Ap.12) hacia el descanso definitivo, al encuentro del Señor Jesús (Hebr. 3,7; 4,11), en donde el guía es el joven Jesús. Él que ya venció la prueba en el desierto (Mt. 4,11). Para prepararnos a este “desierto” la Iglesia nos propone diferentes tiempos, y hoy empezamos a celebrar el primero de ellos, llamado Adviento. Así pues, dispongámonos a vivir esta preparación, en espera gozosa del nacimiento de Jesús.

5. LECTIO DIVINA

5.1 LECTIO: pedir la luz del Espíritu Santo con la siguiente oración:

“Ven, Espíritu Santo, a nuestros corazones,
enciende en ellos el fuego de tu amor.
Ven, Espíritu Santo,
y por intercesión de María que supo contemplar,
acoger los acontecimientos de Cristo,
recordarlos amante y operosamente.
Concédenos la gracia de leer, releer las Escrituras
para recordar activa, amante
y operosamente los acontecimientos de Cristo.
Concédenos, Espíritu Santo,
dejarnos alimentar por estos acontecimientos,
expresarlos luego en nuestra vida.
Concédenos la gracia de contemplar
Más profundamente la obra de Dios”. Amén.

(Cardenal Carlos Ma. Martini).

Proclamación del Evangelio de Mt. 24, 37-44. Velen y estén preparados.

“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Así como sucedió en tiempos de Noé, así también sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Antes del diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca. Y cuando menos lo esperaban, sobrevino el diluvio y se llevó a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Entonces, de dos hombres que estén en e campo, uno será llevado y el otro será dejado; de dos mujeres que estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra dejada.
Velen pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilado y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados porque a la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”.
Palabra del Señor.

Nota: se deja un momento de silencio y si es necesario se lee nuevamente.

NOTAS EXEGÉTICAS
Este texto es un poco difícil de interpretar debido a la literatura apocalíptica que utiliza, además de que ésta parábola es un extracto del capítulo 24, el cual inicia con el diálogo que Jesús mantiene con sus discípulos al momento de salir del templo. Aquí cabe preguntarse ¿qué significaba para el judío el Templo?, pues no era otra cosa que el lugar ideado por David (2Sam. 7), construido por Salomón (2Re. 25) en donde el judío se reunía con Dios y realizaba sus sacrificios. A partir de entonces ultrajado, destruido muchas veces y vuelto a empezar en el tiempo de Herodes el grande (año 20 a.C.), tal vez por ello esa admiración. Pero aquí es donde el Maestro, que conoce el interior de sus discípulos, les empieza a hablar sobre los tiempos en que no quedará piedra sobre piedra; sin embargo, en ese pasaje más que enfocarse a los tiempos de la tristeza y desolación, anuncia la Parusía del Hijote Dios, mejor conocida como la segunda venida de Cristo; en la que recalca dos frases que han de llenarnos de esperanza.
La primera: “¡VELAD!”, y como dice San Lucas (21, 34-36), para poder estar de pie delante del Hijo del hombre y en la que se nos exhorta a luchar constantemente por la fidelidad a la gracia contra las malas inclinaciones y pasiones, especialmente contra la tibieza y somnolencia espiritual (Ap. 3,15 ss.). Tenga cuidado de no caer el que se cree firme (1Cor. 10,12) ya que marchan cargados de oro, cuidense del ladrón. Y la segunda palabra: “A LA HORA QUE MENOS LO PIENSEN”, en la que es falso decir que Cristo no puede venir en nuestros días; en el que pensamos este suceso como un problema matemático y no como un misterio en el que sólo Dios sabe cómo se habrán de realizar las señales anunciadas. En otros pasajes se dice que Cristo vendrá como un ladrón, lo cual no se refiere a la muerte de cada uno, sino a su Parusía (Tes. 5,2 ss.; 2Pe. 3,10; Ap. 3,3; 16,15) y así poder estar atentos y preparados.
Este texto es una exhortación a la vigilancia y a mantenernos siempre dispuestos para el encuentro con el Señor; se apoya, como hemos mencionado anteriormente, sobre tres ejemplos. El primero confronta al discípulo con la situación antes del diluvio, el segundo con la situación de dos hombres y la de dos mujeres; y el tercero, con la irrupción inesperada del Hijo del hombre.

En síntesis, el discípulo no debe vivir ni en la superficialidad, ni en la rutina, sino en la vigilancia llena de gozo y de paz.

5.2 MEDITATIO: para ello proponemos que el joven se pregunte y comparta lo siguiente:

 ¿qué frases de la lectura se te quedaron más grabadas?
 ¿qué le dicen a tu vida y cómo la alimentan e iluminan?
 ¿qué sentimientos descubres en ti con respecto a la segunda venida de Cristo?
 Como joven, ¿a qué te exhorta esta lectura en lo referente al cambio y a la preparación en esta Navidad?.

ORACIÓN

Nos quedamos en silencio reflexionando todo lo comentado, para ofrecer después una oración comunitaria.

“Señor, despierta en nosotros,
el deseo de prepararnos a la venida de Cristo,
con la práctica de las obras de misericordia,
para que puestos a su derecha el día del juicio,
podamos entrar al Reino de los Cielos.
Por nuestro Señor Jesucristo”.
Amén.

(Oración Colecta, I Domingo de Adviento)

5.3 CONTEMPLATIO: dejar un significativo espacio de silencio, pues en él, el Espíritu Santo nos habla y nos mueve el corazón para quitar todo aquello que nos impide esperar al Salvador con gozosa disponibilidad.

6. COMPROMISO: como jóvenes, ¿qué acciones concretas hemos de realizar en lo individual y grupal para prepararnos a celebrar y vivir en plenitud la venida de Cristo en esta Navidad?

n.b. que lo anoten en un papel, e invitarlos a colocarlo en un lugar visible de casa, con el fin de no olvidarlo.

7. CELEBRACIÓN: que todos formen un círculo. En el centro coloquen una corona de adviento y enciendan la primera vela; al mismo tiempo, se comparten trozos de pan en señal de caridad. Al terminar canten juntos el Padre Nuestro, pidiendo sinceramente que venga a nosotros su Reino.

Tema 2
“Adviento tiempo de conversión y de paz”

1. OBJETIVO:
Invitar a los jóvenes a vivir el gozo de la salvación y a experimentar la Paz de Dios.

2. ACTITUDES A DESARROLLAR:
• Paz con Dios
• Conversión
• Perdón a los hermanos justicia.

3. ORACIÓN INICIAL:
Se invita a los muchachos a reflexionar: en la presencia del Señor, en su situación personal: ¿qué hay en mi vida que me impida sentir la paz de Dios, el gozo de la vida? ¿Cómo me siento en mi presente?

Después de unos minutos se termina el momento de oración con una cita bíblica:

Jesús antes de dejar este mundo dijiste a tus apóstoles: “Les dejo la paz, les doy mi paz: una paz que el mundo no les puede dar. No se inquieten ni tengan miedo”. (Jn.14,27).

Señor, no me dejes sin tu paz:
paz conmigo mismo
paz con mis hermanos
paz contigo.
Enséñame también a dar tu paz,
como don de tu amor.
Que tu paz me dé seguridad y alegría.

Se sugiere terminar con el canto “HAZME UN INSTRUMENTO DE TU PAZ”

4. MOTIVACIÓN:
El Adviento es tiempo de alegría y de conversión. Cuando el hombre da una nueva orientación a su pensamiento y a su vida, esto va siempre ligado a un comportamiento anterior este. En este tiempo en el que vivimos grandes cambios tan acelerados que han afectado profundamente nuestras vidas que se ha llegado a perder el sentido y la paz de la vida; hemos de detenernos un momento y experimentar el Amor misericordioso de Dios en un encuentro vivo y personal él que nos lleve a una transformación de nuestra vida y de nuestro entorno.

Cuando en el N. T. se exhorta a la conversión, se alude a una reorientación fundamental de la voluntad humana hacia Dios; un apartarse del error y un retorno a Dios. No se trata de apartarse de la vida anterior, sino de reorientar y experimentar una nueva forma de vida, contemplarla desde otra óptica.

Cuando el modo de pensar incluye esta reorientación, se habla entonces de la conversión (del griego “metanoia” = lamentar, cambiar). Tiene pues el significado de cambiar, volverse, dar la vuelta; describe un movimiento corporal de retorno, orientado por lo general hacia un objetivo y también el movimiento espiritual del pensamiento humano dirigido hacia una persona.

El llamado a la conversión es un llamado urgente y radical en nuestro tiempo Conversión es hacerse como niños (cfr. Mt. 10,15), eso significa aprender de nuevo a decir “Abbá”, -Papá- depositar toda la confianza en el Padre Celestial, encontrar el camino para regresar al hogar, a los brazos del Padre. La alegría por la presencia del amor de Dios lleva a la conversión, porque el Reino de Dios es experiencia del Amor de Dios en nuestra vida.

Convertirse es también decir con un corazón nuevo la palabra “hermano”. El convertido se hermana porque ha experimentado a Dios como Padre. Por eso el amor exige signos concretos de conversión: el perdón, el servicio y las obras de amor misericordioso.

5. LECTIO DIVINA

5.1 LECTI0:
Pedir la luz del Espíritu Santo, antes de leer el Evangelio:

“Ven, Espíritu Santo, a nuestros corazones,
enciende en ellos el fuego de tu amor.
Ven, Espíritu Santo,
y por intercesión de María que supo contemplar,
acoger los acontecimientos de Cristo,
recordados amante y operosamente.
Concédenos la gracia de leer, releer las Escrituras
para recordar activa
amante y operosamente los acontecimientos de Cristo.
Concédenos, Espíritu Santo,
dejamos alimentar por estos acontecimientos,
expresados luego en nuestra vida.
Concédenos la gracia de contemplar
más profundamente la obra de Dios. Amén.

(Card. Carlos Ma. Martini).

Proclamación del Evangelio: Mt. 3. 1-12.
Arrepiéntanse, porque el Reino de los cielos está cerca.

En aquel tiempo, comenzó Juan el Bautista a predicar en el desierto de Judea, diciendo: “Arrepiéntanse, porque el Reino de los cielos está cerca”. Juan es aquél, de quien el profeta Isaías hablaba, cuando dijo: ” Una voz clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos”.
Juan usaba una túnica de pelo de camello, ceñida con un cinturón de cuero, y se alimentaba de saltamontes y de miel silvestre. Acudían a oírlo los habitantes de
Jerusalén, de toda Judea y de toda la región cercana al Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el río.
Al ver que muchos fariseos y saduceos iban a que los bautizara, les dijo: “Raza de víboras, ¿quién les ha dicho que podrán escapar al castigo que les aguarda? Hagan ver con obras su arrepentimiento y no se hagan ilusiones, pensando que tienen por padre a Abraham, porque yo les aseguro que hasta de estas piedras puede Dios sacar hijos de Abraham. Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé fruto, será cortado y arrojado al fuego.
Yo los bautizo con agua, en señal de que ustedes se han arrepentido; pero el que viene después de mí, es más fuerte que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. Él tiene el bieldo en su mano para separar el trigo de la paja. Guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”.
Palabra del Señor.

Se lee y se dejan unos momentos de silencio para asimilar el texto. Si es necesario se relee.

NOTAS EXEGÉTICAS
Dios utiliza a los profetas como instrumentos para mover a los hombres a convertirse.
La penitencia pone de nuevo al hombre en relación con Dios y transforma totalmente su vida. Como signo de esta conversión, Juan da un bautismo de agua. La penitencia es un don que Dios da al hombre. Al mismo tiempo la conversión es una condición impuesta al hombre para alcanzar el Reino de Dios (cfr. Mt. 1,15).
Antes de Juan, Isaías anunciaba a Jesús como el hombre del Espíritu (cfr. 61,1). Los profetas eran impulsados por la fuerza de Dios, llamada Espíritu de Dios. Jesús en cambio lo tendrá en forma permanente.
Jesús tiene el Espíritu de Sabiduría (como Salomón); el Espíritu de Prudencia y de Fuerza (como David); el Espíritu para conocer y respetar a Yavé (como Moisés y los Patriarcas). Jesús cumple la primera función de los reyes: la Justicia.
El Espíritu de Dios en el A. T. suscita jueces, asiste a los sabios, inspira a los profetas. Este es el Espíritu que posee el Mesías. La doctrina del Espíritu encuentra en él su expresión definitiva.
La predicación de Juan despierta enorme interés porque en ese tiempo los judíos sufren el imperialismo romano, la corrupción de sus jefes, la falta de fe aun en los mismos encargados del culto, radicalización política del pueblo que se divide en facciones y partidos acérrimos. .
El pueblo necesita Paz, y el Señor se vale de lo pequeño e insignificante para mostrar su fuerza una vez más. La misión del Mesías consiste en implantarla justicia de Dios y establecer una nueva relación con la creación. Un mundo impregnado por la paz.

5.2 MEDITATlO
Se proponen las siguientes preguntas:

• ¿Qué te llama más la atención de este texto?
• ¿A qué se refiere la frase Preparen el camino del Señor?
• ¿Qué consideras tú que necesitas cambiar en tu vida y en tu corazón?
• ¿Qué mensaje actual crees que tiene este pasaje para los jóvenes?
• ¿Qué cambios necesita el ambiente donde tú te desenvuelves?

ORACIÓN
Después de reflexionar, ¿qué inquietudes te gustaría compartir en diálogo con Dios? ¿Qué quieres pedirle? ¿Qué quieres agradecerle?

Se sugiere hacer la oración en comunidad.

Que nuestras responsabilidades terrenas
no nos impidan, Señor,
prepararnos a la venida de tu Hijo,
y que la sabiduría que viene del cielo,
nos disponga a recibirlo
y a participar de su propia vida.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

(Oración Colecta, II domingo de Adviento)

5.3 CONTEMPLATIO
Momento de silencio para contemplar nuestra vida y ver cómo es el sendero por donde vamos caminando, ¿hacia donde vamos?, ¿El camino que hasta el día de hoy he andado me lleva a vivir la paz?

6. COMPROMISO
Escribir en una hoja (divida en 2 partes):

¿En qué aspectos de tu vida quieres cambiar para prepararle el camino al Señor?
¿Cómo te gustaría realizar un cambio? (Qué acciones realizarás)

7. CELEBRACIÓN.
Revisar nuestro compromiso de la reunión anterior. Se sugiere terminar con el canto:
“Danos un corazón”

DANOS UN CORAZÓN
GRANDE PARA AMAR.
DANOS UN CORAZÓN
FUERTE PARA LUCHAR.

Hombres nuevos creadores de la historia,
constructores de nueva humanidad.
Hombres nuevos que viven la existencia,
como riesgo de un largo caminar.
Hombres nuevos luchando en esperanza,
caminantes sedientos de verdad.
Hombres nuevos sin frenos ni cadenas
hombres libres que exigen libertad.
Hombres nuevos amando sin fronteras,
por encima de razas y lugar.
Hombres nuevos al lado de los pobres,
compartiendo con ellos techo y pan.

Tema 3
“Adviento, tiempo de avivar nuestra esperanza”

1. OBJETIVO:
Que los jóvenes descubran en la persona de Jesús al único Salvador de este mundo, fuente que fortalece nuestra esperanza.

2. ACTITUDES A DESARROLLAR:
• De confianza y esperanza
• De disponibilidad y entrega a la construcción del Reino de Dios.

3. ORACIÓN INICIAL:
El animador del grupo invita a los muchachos a orar, junto con él, esta pequeña oración invocando la presencia de Dios:

“Señor, te damos gracias sin fin porque todos los días nos concedes experimentar, con humilde conciencia nuestra pobreza.

Te damos gracias por la riqueza maravillosa de la llamada, del fin propuesto a nosotros, tus jóvenes, a nuestra vida, a nuestras comunidades, por la universalidad de este fin que nos impulsa a abrazar con amor a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres, que nos hace solidarios con todos los que sufren, atentos a todas las necesidades.

Te damos gracias también, Señor, por el profundo sentido de nuestro pecado, porque nos sentimos frágiles, débiles, a veces divididos, incapaces. Esto nos hace sufrir mucho: no pudiendo hacer nada más, te ofrecemos este sufrimiento.

Sabemos que tú no viniste para los justos, sino para los pecadores; no viniste para las comunidades justas, sino para las comunidades pecadoras, y reconocemos que somos comunidades pecadoras, necesitadas de tu salvación.

Te pedimos, Señor, que vengas a nosotros con la potencia de tu amor para hacemos descubrir concretamente la distancia que hay entre tú y nosotros, entre nosotros y tu Iglesia.

Que no nos falte nunca tu gracia, sino que sobreabunde en nosotros para que así podamos vivir alabando y glorificando tu nombre”. Amén.

(Card. Carlos Ma. Martini).

4. MOTIVACIÓN:

Los preparativos: la venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso preparalo durante siglos. Ritos y sacrificios, figuras y símbolos de la “primera alianza” (cfr. Hb. 9,15), todo lo hace converger hacia Cristo. Anuncia esta venida por boca de los profetas que se suceden en Israel; además, despierta en el corazón de los paganos una espera aún confusa, de esta venida (cfr. CEC no, 522).

Juan Bautista es el precursor inmediato del Señor, enviado para prepararle el camino, “profeta del Altísimo” (Lc. 1, 76), sobrepasa a todos los profetas, de los que es el último, y da apertura al evangelio. Desde el seno de su madre saluda la venida de Cristo y encuentra su alegría en ser “el amigo del esposo” (Jn. 3,29). Precediendo a Jesús “con el Espíritu y el poder de Elías” (cfr. Lc. 1, 17), da testimonio de él mediante su predicación, su bautismo de conversión y finalmente con su martirio (cfr. CEC no. 523).

Juan había entendido cuál era su misión. La fuerza que lo impulsaba a vivir ésta misión era la esperanza que en él habitaba, de ver algún día la promesa de Dios hecha realidad. El Mesías esperado, por todos los pobres de Yavé. Y al contemplar los signos que Jesucristo estaba realizando, se dio cuenta que él era la promesa eterna del Padre, quien transformará la vida de cuantos crean en él.

5. LECTIO DIVINA

5.1 LECTlO:

Pedir la luz del Espíritu Santo, antes de leer el Evangelio:

“Ven, Espíritu Santo, a nuestros corazones,
enciende en ellos el fuego de tu amor. .
Ven, Espíritu Santo,
y por intercesión de María que supo contemplar,
acoger los acontecimientos de Cristo,
recordarlos amante y operosamente.
Concédenos la gracia de leer, releer las Escrituras
para recordar activa,
amante y operosamente los acontecimientos de Cristo.
Concédenos, Espíritu Santo,
dejarnos alimentar por estos acontecimientos,
expresados luego en nuestra vida”,
Concédenos la gracia de contemplar
más profundamente la obra de Dios. Amén,

(Card. Carlos Ma. Martini),

Proclamación del Evangelio: Mt. 11, 2-11.
¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?

En aquel tiempo, Juan se encontraba en la cárcel, y habiendo oído hablar de las obras de Cristo, le mandó preguntar por medio de dos discípulos: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”.
Jesús les respondió: “Vayan a contar a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de la lepra, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso aquel que no se sienta defraudado por mi”
Cuando se fueron los discípulos, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan: “¿Qué fueron ustedes a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? No. Pues entonces, ¿qué fueron a ver? ¿A un hombre lujosamente vestido? No, ya que los que visten con lujo habitan en los palacios.. ¿A qué fueron, pues? ¿A ver a un profeta? Sí, yo se lo aseguro; ya uno que es todavía más que profeta. Porque de él está escrito: He aquí que yo envío a mi mensajero para que vaya delante de ti y te prepare el camino. Yo les aseguro que no ha surgido entre los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos, es todavía más grande que él”
Palabra del Señor.

Se lee y se dejan unos momentos de silencio para asimilar el texto. Si es necesario se relee.

NOTAS EXEGÉTICAS
San Mateo, a partir de la reacción que Jesús suscita en Juan el Bautista, elabora un tejido que relaciona a ambos personajes y sus respectivas venidas.
Este tejido contiene tres dibujos: la cuestión de Juan y la respuesta de; el elogio de Jesús a Juan y la intención existente entre la venida de Juan y la de Jesús.
El texto propuesto para hoy sólo toma el primer dibujo y una parte del segundo. En el primero, es preciso notar que la pregunta e Juan parte de la acción de Jesús, y la propuesta de Jesús invita a hacer una lectura profética de su acción, a decidirse ante lo que ven y oyen, Jesús responde con cinco efectos, que los oráculos mesiánicos ya anunciaban (se ven y se oyen), de su acción: los ciegos ven los cojos andan los leprosos quedan limpios de la lepra; los sordos oyen; los muertos resucitan. Signos que hace presente, pues, la evangelización de los pobres y las acciones salvadora de Dios en los tiempos mesiánicos inaugurados con la acción de Jesús; signos que invitan a la fe, a acoger a Jesús.
Hoy se nos invita a fijamos en la figura de Juan, ¿Qué hay que decir, pues, de él, a partir del primer dibujo? Por un lado, que Juan había anunciado que vendría el Mesías, pero descubre que Jesús no encaja con la imagen que tenían de él. Y por otro lado, que ante la perplejidad, el desconcierto provocador, lo que hay que hacer es recibir a Jesús tal como es, no como Juan y sus discípulos creían que seria: ¡Y dichoso el que no se siente defraudado por mí!
El segundo dibujo nos presenta el testimonio de Jesús sobre Juan el Bautista. Jesús destaca tanto su papel excepcional y único en el proyecto salvador de Dios, como los rasgos que definen su talante profético: es valeroso (no como una caña sacudida por el viento y austero, no viste lujosamente), Y es el precursor que prepara la venida del Mesías, Así, desde una perspectiva humana, Juan es el más grande entre los “‘nacidos de mujer”, pero desde la perspectiva del Reino inaugurado, el más pequeño de los discípulos es más grande que él.

5.2 MEDITATIO
Te proponemos iniciar con las siguientes preguntas:

• ¿Qué actitudes te llamaron más la atención de la lectura?
• Según el Evangelio, ¿Por qué podemos damos cuenta que el Reino de Dios está presente?
• ¿Qué actitudes podemos tomar para preparamos para el nacimiento de Jesús en nuestro corazón?

ORACIÓN

“Mira, Señor, a tu pueblo,
que espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo,
y concédele celebrar el gran misterio de nuestra salvación
con un corazón nuevo y una inmensa alegría,
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén”.
(Oración colecta III domingo de Adviento)
5.3 CONTEMPLATIO:
En unos momentos de silencio pidámosle a Dios que nos ilumine para saber cómo podemos contribuir a la construcción de su Reino. Primero iniciando con nuestra familia.

6. COMPROMISO:
Se recomienda al animador exponer las siguientes preguntas al grupo tomando en cuenta la respuesta de cada uno de los participantes.

• Tú en lo personal ¿de verdad sientes la necesidad de prepararte contribuyendo en la construcción del Reino de Dios para la venida de Jesucristo?
• ¿Cómo piensas hacerla?
• ¿En qué aspectos de tu vida lo vas a hacer?

7. CELEBRACIÓN:
Animados por el Espíritu dirijamos con confianza nuestras oraciones a Dios Padre mostrándole nuestra vigilante atención a la venida de nuestro Señor Jesucristo. Oremos juntos diciendo: Venga tu Reino Señor.

• Por la Iglesia para que sea luz de verdad, que guía hacia el Salvador a cuantos todavía no tienen el don de la fe y con su caridad sean testigos del amor que el Padre tiene para con todos los hombres. Oremos.

• Por todos los países de la tierra, para que se abran y acojan al Salvador que vive, lo reconozcan como el liberador que puede llenar las ansias de justicia y de paz” de auténtico progreso. Oremos.

• Por cuantos se profesan cristianos, para que se preparen a las fiestas navideñas dando testimonio de vigilancia y oración de sobriedad, solicitud hacia los hermanos menos afortunados en la vida. Oremos.

• Por los enfermos y los que se encuentran abandonados a si mismos, para que el Señor, que vive, sea para cada uno de ellos fuente de consuelo y de esperanza y reciban de los hermanos signos concretos de ayuda y de solidaridad. Oremos.

• Por nosotros, que nos disponemos a conmemorar la venida del Señor en la carne, para que, siguiendo el ejemplo de San Juan el Bautista nos preparemos a acogerlo en la alegría, en la caridad y en el hermano necesitado. Oremos.

Se pueden añadir otras peticiones.
Terminar con un canto apropiado de Adviento.

Tema 4
“Adviento, tiempo de abrir el corazón al Espíritu Santo fuerza de nuestra vida”

1. OBJETIVO:
Que los jóvenes se dejen guiar por el Espíritu Santo y con su ayuda, aprendan a dar testimonio de su identidad de cristianos y católicos.

2. ACTITUDES A DESARROLLAR:
• Obediencia a la voluntad de Dios.
• Ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo.
• No juzgar a los demás.

3. 0RACIÓN INICIAL:
El coordinador guía. una oración donde le pide al Espíritu Santo que esté presente, para que el tema a desarrollar llegue a los corazones de los presentes:

“Espíritu Santo que procedes del Padre y del Hijo,
tú estás en nosotros, hablas en nosotros,
oras en nosotros, obras en nosotros.
Te pedimos que le demos lugar
en nosotros a tus palabras,
a tu oración, a tu inteligencia,
para que podamos conocer
el misterio de la voluntad de Dios
en la historia.
No te pedimos tener acceso a este misterio
para podemos casi enorgullecer
de nuestra ciencia e inteligencia de los
tiempos, sino únicamente
para obrar de manera digna,
para podemos dedicar más totalmente
al servicio del nombre y de la
gloria de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén”.

(Card. Carlos Ma. Martini)
4. MOTIVACIÓN:
San Mateo, uno de los doce discípulos de Jesús, llamado también Leví escribió su evangelio (posiblemente el más antiguo) hacia el año 50 en arameo, lengua en la que se predicaba en la antigua Iglesia de Jerusalén. De este evangelio arameo se deriva el griego hacia el año 80.

En esta lectura el evangelista nos habla así, ya que en el ambiente judío en el que vivían
José y María, existía un machismo muy arraigado que obligaba a las mujeres a pertenecer a un sólo hombre, el cual podía ser su padre, su hijo o su esposo. Por eso José pensaba dejar a María, retirarse, puesto que se le hacía difícil creer lo que en María sucedía. María, su esposa estaba embarazada v él no había intervenido en modo alguno en ello.

5. LECTIO DIVINA:
Pedir la luz del Espíritu Santo, antes de leer el Evangelio:

“Ven, Espíritu Santo, a nuestros corazones,
enciende en ellos el fuego de tu amor.
Ven, Espíritu Santo,
Y por intercesión de María que supo contemplar,
acoger los acontecimientos de Cristo,
recordarlos amante y operosamente.
Concédenos la gracia de leer, releer las Escrituras
para recordar activa,
amante y operosamente los acontecimientos de Cristo.
Concédenos, Espíritu Santa,
dejamos alimentar por estos acontecimientos,
expresarlos luego en nuestra vida”.
Concédenos la gracia de contemplar
más profundamente la obra, de Dios. Amén.

(Card. Carlos Ma. Martini).

Proclamación del Evangelio: Mt. 1, 18-24.
Jesús nació de María, desposada con José, hijo de David.

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo’ ponerla en evidencia, pensó dejada en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.

Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa.
Palabra del Señor.

Se lee y se dejan unos momentos de silencio para asimilar el texto. Si es necesario se relee.

NOTAS EXEGÉTICAS
José era un hombre bueno y no quería desacreditar a María; quiso dejarla al saber su embarazo. El Espíritu de amor se encargó de dispersarle esta duda a José por medio del
Ángel, y siguiendo los designios de Dios no, dudó ni un momento, en obedecerlo.
La concepción de Jesús acontece durante el tiempo que según el rito la costumbre de los judíos, va desde el compromiso matrimonial (son marido y mujer) a la vida matrimonial (vivir juntos bajo el mismo techo). Este hecho introduce la explicación del verdadero origen de Jesús y la definición del papel de José.
De entrada y para evitar cualquier malentendido, San Mateo indica que la concepción del hijo de María es obra del Espíritu Santo. Así, la perplejidad de José indica las dos posibles actitudes ante esta concepción virginal: la acusación de adulterio y ruptura del contrato matrimonial, sin humillar ni difamar a María (evitando la investigación oficial), o bien el reconocimiento del origen misterioso del hijo de María y separación de su mujer para no aparecer como padre de un hija que viene de Dios.
Esta situación que vive José se indica con das atributos: esposa de María y justo (fiel a la ley). Desde una visión legal y ética, parecería. que el hecha de ser su esposo, justo impediría convivir con la esposa considerada adúltera; sin embargo, desde la visión de San Mateo, es su esposo y justo, porque cumple la voluntad de Dios. A Mateo le interesa subrayar la obediencia de José y su fidelidad al plan salvador de Dios.
El papel de José es recibir a María como su mujer y dar la paternidad legal al hijo que nacerá; así garantiza el estatuto histórico de la descendencia davídica. José entiende que debe recibir a María coma su mujer, por la revelación sobre el origen divina del hijo, concebido (viene del Espíritu Santo); y entiende que debe ser su padre legal (ponerle nombre) por la revelación del nombre Jesús, que indica su misión: “porque el salvará a
su pueblo de sus pecados”. Es más; el origen divino, la misión del hijo, están considerados en el nombre Jesús, que representa el cumplimiento de todas las expectativas mesiánicas, leídas en Is. 7,14. En efecto “es Dios que salva y que está con su pueblo hasta el fin del mundo.

5. 2 MEDITATIO
En nuestros tiempos, el Espíritu Santo se comunica a diario con nosotras por medio de mil modas y formas: en cada Sacramento, en la Iglesia, en la convivencia, en la palabra
de nuestros padres, en la oración, etc., pera también lo hace por medio de la naturaleza, de nuestros vecinos, a los que tanto juzgamos de nuestra familia, a la que no valoramos; de nuestros amigos, a los que en momentos difíciles traicionamos; de la Biblia, que utilizamos de adorno o nunca leemos.

ORACIÓN
Expresar a modo de gratitud o petición la que la lectura del Evangelio nos ha dicho.
Decir la oración siguiente, en voz alta y pausadamente:

“Espíritu Santo, tú que me aclaras todo,
que me iluminas todos los caminos,
para que yo alcance mi ideal;
tú que me das el don divino de perdonar
y de olvidar el mal que me hacen
y que en todos los instantes de mi vida
estás conmigo.
Yo quiero en este corto diálogo,
agradecerte por todo
y confirmar una vez más
que nunca quiero separarme de ti,
y por mayor que sea la ilusión material
deseo estar contigo y todos mis seres queridos,
en la gloria perpetua.
Amén.

CANTO: El Espíritu de Dios está en este lugar.

5.3 CONTEMPLATlO:
• ¿Cómo me habla el Espíritu Santo en mi vida diaria?
• ¿En qué momentos de mi vida me he dejado guiar por el Espíritu Santo?
• ¿Cuántas veces he juzgado injustamente a los demás?

6. COMPROMISO:
Como José, seamos dóciles a las revelaciones que nos da el Espíritu de entendimiento en los momentos de confusión y tengamos la plena seguridad de que al hacerlo así, éste no nos va a fallar y será para nuestros problemas una solución.

Tengamos como ejemplo a José, que no juzgó a María, aun sin saber la verdadera razón de su embarazo; así. que en nuestra vida diaria, debemos aprender a no juzgar a las personas por lo que vemos y oímos, y mucho menos cuando no viene de boca de ellos.

7. CELEBRACIÓN:
Entregar dos hojas de papel en donde cada persona va a poner en la primera:

• ¿En qué momentos he juzgado a alguien?
y en la segunda:
• Pedirle al Espíritu Santo que sea el centro de nuestra vida y ofrecerle, en forma especial, las situaciones en las que más se nos dificulta dejamos guiar por Él.

Formamos una rueda y en el centro procedemos a quemar las hojas como ofrenda.

Tomados de las manos, decir la oración perfecta: PADRENUESTRO, un Avemaría y un Gloria.

“Derrama, Señor tu gracia sobre nosotros,
que hemos conocido por el anuncio del ángel,
la encarnación de tu Hijo,
para que lleguemos,
por su pasión y su cruz,
a la gloria de la resurrección.
Por Nuestro Señor Jesucristo.
Amén”.

(Oración Colecta IV domingo de Adviento).

Terminar con un canto navideño.

Nota:
Si se cree oportuno, compartir el modo como hemos de vivir esta Navidad: acciones muy concretas; por ejemplo, comulgar, estar atento en la Misa, compartir algo con los pobres, una confesión bien hecha, no excedemos en la comida ni la bebida, etc.

No olvidemos lo que, hace muchos alias, dijo un hombre sabio:

“AUNQUE JESÚS HUBIERA NACIDO 100 VECES EN BELÉN, SI NO NACE EN
TU CORAZÓN, TODO SERÁ EN VANO”.

Posada Juvenil

1. Historia

Nuestras tradicionales Posadas han sido siempre cristianas y alegres. Y cristianismo es, precisamente, la fuente de su alegría que las caracteriza; comienza el 16 de diciembre y terminan el 24. Es una manera de poder vivir mejor el Adviento y de una preparación para la Navidad.
La costumbre de las Posadas las crea el franciscano Fray Pedro de Gante, que tomó como ejemplo cuando José y María, que estaba apunto de dar a luz salen de Nazaret hacía Belén por órdenes del César para empadronarse. Estando ya en Belén se dan cuenta de que los mesones estaban llenos, y pidiendo posada llegan a una casa en donde el dueño los deja pasar a lo que antes era un establo; y es allí donde nace el niño Jesús.
Las Posadas debemos celebrarlas llenos de profundo gozo, porque se renueva misterio de la venida de nuestro salvador. Este gozo se manifiesta en una forma ingenuidad, porque el Dios-con-nosotros prometido en el Antiguo Testamento quiso venir como niño, como un nuevo hermanito para todos los hombres.
Lo que se quiere lograr con esto, es un modo de poder conservar llenas de espíritu nuestras Posadas y, por lo tanto, llenas de alegría verdadera.
Presentamos, para la Posada, dos breves lecturas bíblicas que renueven en nosotros los sentimientos cristianos, propios de este tiempo navideño, y una oración comunitaria que nos hará sentimos más en familia con Dios.
Que nuestras Posadas nos acerquen más a Cristo y a muestren al mundo que sabemos alegramos cristianamente con las promesas hechas realidad y venideras de parte de Dios.

2. Lecturas Bíblicas

Antiguo Testamento (Miqueas 5, 1-4)
Esto dice el Señor: “De ti, Belén de Éfrata, pequeña en aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel, cuyos orígenes se remontan a tiempos pasados, a los días más antiguos. Por eso, el Señor abandonará a Israel, mientras no dé a luz la que ha de dar a luz.

Entonces el resto de sus hermanos se unirá a los hijos de Israel. Él se levantará para pastorear a su pueblo con la fuerza y la majestad del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos) porque la grandeza del que ha de nacer llenará la tierra y él mismo será la paz).

Nuevo Testamento (Lucas 2, 1-7)
Por aquellos días, se promulgó un edito del César Augusto, que ordenaba un censo de todo el imperio. Este primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de Siria. Todos iban a empadronarse, cada uno en su propia ciudad. Así es que también José, perteneciente a la casa y familia de David, se dirigió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, llamada Belén, para empadronarse, juntamente con María, su esposa, que estaba encinta. Mientras estaban ahí, le llegó a María el tiempo de dar a luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos en la posada.

3. Oración Comunitaria
Lector: Que con la Virgen, esperemos alegremente la llegada de nuestro Salvador. Que como ella hagamos siempre la voluntad de Dios, y que llevemos ayuda y alegría a quien más lo necesita.
Todos: te rogamos, Señor.

Lector: Que nos esforcemos por tener un corazón limpio, que nuestra vida diaria anuncie la venida de Cristo y que la celebración del misterio de la Navidad traiga la paz a nuestros hogares.
Todos: te rogamos, Señor.

Peticiones espontáneas.

CANTO PARA PEDIR POSADA

AFUERA

1. En el nombre del cielo
os pido posada
pues no puede andar
mi esposa amada.

2. No seas inhumano,
tennos caridad,
que el Dios de los cielos
te lo premiará.. .

3. Venimos rendidos
desde Nazaret,
yo soy carpintero
de nombre José.

4. Posada te pido
amado casero
por sólo una noche
la reina del Cielo.

5. Mi esposa María
es Reina del Cielo
y madre va a ser
del Divino Verbo.

6. Dios pague, señores
vuestra caridad
y os colme el Cielo
de felicidad.

ADENTRO

1. Aquí no es mesón
sigan adelante.
yo no debo abrir
no sea algún tunante.

2. Ya se pueden ir
y no molestar
porque si me enfado
os voy a apalear.

3. No me importa el nombre
déjenme dormir,
pues ya les digo
que no hemos de abrir.

4. Pues si es una reina
quien lo solicita,
¿cómo es que de noche
anda tan solita?

5. ¿Eres tú José?
¿Tu esposa es María?
entren peregrinos
no los conocía.

6. Dichosa la casa
que alberga este día
a la Virgen pura,
la hermosa María.

4. Sugerencias

 Antes de comenzar con la procesión se leen las lecturas; después, durante la procesión, se reza el rosario; en cada misterio debe haber una petición y después un canto, al final de la procesión se cantan los versos para pedir y dar posada.
 Para la convivencia se puede comenzar rompiendo las piñatas, dentro de las cuales, aparte de dulces y frutas, se recomienda que también contengan papelitos escritos con pensamientos, oraciones, mandatos, etc. Y para continuar con la posada se sugiere que se organicen juegos, cantos, concursos, intercambio de tarjetas y regalos.
 Para concluir con la posada, hacer un círculo tomados todos de las manos y así, unidos, dar gracias a Dios.

Que este tiempo de alegría, convivencia y reflexión nos ayude a tener una verdadera conversión. Y que la fuerza del Espíritu Santo nos haga dóciles a él, dejando encarnar el Amor, que nos lleve a comprometemos con la vida, con Dios y con los hermanos que están a nuestro alrededor.

Deseamos que todos los jóvenes experimentemos la paz y el gozo del Amor de Dios, derramado en nuestras vidas.
Sus amigos y hermanos en Cristo

Equipo de Formación
Sección Diocesana de Pastoral Juvenil
Navidad 2007

Fuente/Autor: Pastoral Juvenil de Guadalajara, Jal.

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