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La migración y las familias

27 de enero de 2020

La migración es ya un hecho común, frecuente, con el que hombres y mujeres de todas las edades conviene que aprendamos a vivir

La migración es frecuente en nuestros días. Más aún, casi todos provenimos de familias que han migrado de población, de país o, incluso, de continente. La decisión de migrar de la que hablamos ha sido inducida por los avances tecnológicos y científicos del siglo XIX y XX, el crecimiento económico, las guerras, la política de migración del campo a la ciudad y los regímenes de gobierno, aunado al incremento de medios de transporte y de comunicación disponibles (no olvidemos que el uso comercial del coche y del avión datan de hace menos de 100 años). ¿Cómo afecta la migración a una familia?, ¿cómo afecta a las personas que migran?, ¿y a los familiares que no migran, a los que se quedaron?

Reflexionar sobre la migración, sus causas y sus efectos, en cada biografía puede sensibilizarnos y ayudarnos a manejar la nostalgia que casi siempre acompaña de por vida a quienes han migrado y a los familiares y amigos de los que se separaron. Sensibilizarnos ayuda también a comprender al migrante y a ayudarle en el proceso de adaptación a la nueva forma de vida. Migrar implica, en gran medida, cambiar de cultura. La migración es ya un hecho común, frecuente, con el que hombres y mujeres de todas las edades conviene que aprendamos a vivir. Un hecho que hay que aceptar. Una realidad con la que se vive. Las circunstancias y la forma en la que se realiza la migración influyen mucho en el impacto que las migraciones tienen en la persona y en la familia.

1. Detonantes de la migración

En los procesos migratorios de una persona suele haber detonantes, motivos o causas que son más o menos ajenos a la propia persona. Algunos de ellos pueden ser: el salir de una crisis (e incluso salvar la propia vida), el buscar una vida mejor, el aprovechar una oportunidad laboral o de estudios, el seguir el ejemplo de otros a los que les ha ido bien (como es el caso de muchos mexicanos que han migrado a Estados Unidos). En general, la migración se origina porque se piensa que migrando se encontrará algo mejor, sea porque se rechaza la situación inicial o porque simplemente hay más oportunidades de mayor atractivo en la nueva comunidad.

Desafortunadamente, a veces la migración se debe a problemas en las relaciones familiares tales como desavenencias conyugales o problemas entre hermanos, rechazos de uno o de los dos padres a un hijo o viceversa. También pueden estar motivadas por problemas económicos, como de alguna manera se menciona en líneas anteriores, o hasta por problemas con el sistema judicial (una demanda, una orden de aprehensión de la que sehuye). Migrar, por estas razones, pudo haber significado huir. Para que haya paz en el migrante, es importante que comprenda y tenga compasión incluso de quien huye, porque a veces huir ayuda a la persona a ponerse a salvo de dolores difíciles de tolerar (muchas veces infringidos por los demás de manera inconsciente) y a emprender la vida a la que está llamada a vivir, a realizar su misión, a emprender un nuevo camino. En la historia de la humanidad puede comprobarse que no hay mal que por bien no venga y esto aplica también a los migrantes.

2. La decisión de migrar y su ejecución

Una vez que se ha considerado que la migración tiene unos motivos, es muy importante que quien migra o quien tiene una historia familiar de migración comprenda que la decisión de migrar casi siempre la toma el migrante. Vaya, difícilmente obligan a alguien a migrar (salvo en los casos de vida o muerte o de guerra, pero incluso en estos casos, el migrante decide).Al migrar se toman varias decisiones: ¿a dónde?, ¿cuándo?, ¿cómo? Se analiza mucha información y se piden consejos, pero al final es el migrante quien decide estos y más detalles que tienen consecuencias, que van marcando su historia y pueden influir mucho en su forma de ser. Un ejemplo: Al huir de la Guerra Civil Española se puede ir a Francia, a África o a diferentes lugares de América, por lo que hay que decidir a dónde ir porque la vida peligra en España. Quien decidió ir a Francia, a los pocos años se vio nuevamente perseguido durante la Segunda Guerra Mundial. Al decidir huir de Francia (y poderlo hacer), ¿qué hacer?, ¿regresar a España o migrar a América? El conocimiento de idiomas, la o las nacionalidades que se tengan, la situación política y los flujos masivos de migración influyen, pero la persona es la que decide. Otros ejemplos:

– Muchos mexicanos y mexicanas se preguntan: ¿cuándo y a dónde migrar a Estados Unidos?, ¿a quién contrato para que me ayude?, ¿migraré ilegalmente, sí o no?

– Argentinos que dejaron atrás la severa crisis económica de los años 2000-2002.

Cuando se considera que la decisión de migrar no fue la adecuada, quedan heridas en las personas y en las familias y no es de extrañar que surjan pensamientos tales como: “¿por qué migramos a México y no a Estados Unidos?”, “¿por qué a España y no a México directamente?”, “¿por qué nos tardamos tanto en decidir migrar, de modo que el problema se complicó?”. “Debimos migrar a tal ciudad en vez de a esta otra”. “El abuelo debió migrar con toda su familia y no separarse”. “Mi hermana debió haberse llevado a todos sus hijos”. “No debieron pagar tanto por el tramite migratorio o no eligieron bien a los que los asesoraron”. “¿Por qué dejamos de mantener comunicación con tales parientes o con los amigos?”. La lista de lamentaciones puede ser larga, tanto como personas que emiten su opinión. En estos casos, aplica el que de las consecuencias concatenadas dan las decisiones que tomamos se puede ir diciendo: “¿mala suerte o buena suerte? ¿Quién sabe? Todo es para bien”. No lo olvidemos, los migrantes y su descendencia están bien donde están. Ayudará mucho adaptarse a lo que de riqueza cultural exista en la nueva comunidad o nación, además de esforzarse por mantener ciertos aspectos de su cultura de origen, ambas culturas, de origen y destino de migración, darán identidad a la familia. Y debe perdonarse mucho y tener paciencia y comprensión con quien tomó las decisiones de migrar o con uno mismo.

Además, el nuevo estilo de vida genera cambios en la cultura y personalidad del que migra (también se dan cambios en los que se quedan) y, cuando se vuelven a encontrar, las cosas son diferentes y pueden surgir conflictos que hay que aprender a manejar apoyándose en el cariño y en el amor hacia el otro, sin juzgar ni querer controlar o exigir lo que el otro no puede dar. En el tema de las relaciones familiares entre migrantes y no migrantes, el tener expectativas realistas y el conocer las expectativas de los otros es necesario para evitar sufrimientos y roces innecesarios.

La comunicación veraz y oportuna también es de gran ayuda, porque si no, pareciera que se juega a teléfono descompuesto. En síntesis, casi podríamos decir que en este tiempo de auge en la migración, el transporte y las telecomunicaciones, conviene aprender a migrar mejor.

Fuente/Autor: Laura Cremadas Granja | Fuente: Yo Influyo

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